En febrero de 2007, en la misma noche que estaba prevista su emisión, TVE censuró la entrevista que Jesús Quintero le hizo a José María García (Madrid, 1943) porque, según el canal público, en ella no se vertían “opiniones, sino insultos, descalificaciones y ataques a terceras personas”. “Sólo ofreceremos —explicaron en un comunicado— la parte de la entrevista que se refiere a esta casa, TVE, y a su Presidente, Luis Fernández, para que no se piense que ésta es la razón por la que se retira”. En dicha interviú, Supergarcía mostraba una radiografía durísima, absolutamente libre de corsés y ambages, de la obscena simbiosis existente entre los poderes político, económico y mediático. Algunos periódicos, como 20 Minutos, preguntaron a sus lectores: “¿Habrías censurado la entrevista de Jesús Quintero a José María García?”. Resultado de la encuesta: Sí, 13,34% de los votos; no, 86,66%.
Si bien debutó en Radio España, García se curtió en el mítico Pueblo, diario en cuyas filas se encontraban, entre otros, Balbín, Pérez-Reverte, Carmen Rigalt o Raúl del Pozo. Su director, Emilio Romero, aconsejó a García que, por su manera de entender el periodismo, debía refugiarse en el mundo deportivo o en el local. Optó por el primero. Lo ejerció en TVE, en la Cadena SER, en Antena 3 Radio, en la COPE y en Onda Cero. Fue, durante muchos años, el rey de la noche radiofónica. Cuenta a Zenda que siempre ha dicho lo que ha querido y, cuando no, “a tomar por culo”. Todavía resuenan sus latiguillos en la memoria común de los españoles: “Estómagos agradecidos, lametraserillos, abrazafarolas”, “trotecillo cochinero”, “Pablo, Pablito, Pablete”, “tribuletes de pesebre”, “ojo al dato”, etcétera. Nadie supo de qué equipo era: al presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, lo llamaba “el del pelo blanco”; al del Barcelona, José Luis Núñez, “minilehendakari”; en Burgos le tiraron un transistor a la cabeza. Ha contado que llegó a ganar nueve millones de euros, añadiendo: “Pero que no se olvide nadie que generaba el doble en ingresos publicitarios”. Tras permanecer 35 años en las ondas, el 7 de abril de 2002 se retiró sin despedirse. Superó un cáncer tres años después. Fue, como ya he apuntado, censurado en TVE. Sueña con volver, pero…
Si quieren saber más, atiendan. Conversamos con un periodista único:
—Para preparar esta entrevista, revisé aquella que Jesús Quintero le hizo a usted en 2007. Creo que fue el primer «cartelón negro» de la democracia. ¿Qué recuerda de aquellos días?
—No, no. Cartelones negros en la democracia creo que ha habido muchos antes. Estamos hablando de 2007. En teoría, la democracia empezaba en el 78, para ser generosos. Lo único que recuerdo fue, primero, como siempre, el papelón de TVE. TVE, con los socialistas, con los populares, antes, con la dictadura, bueno, es siempre la misma: está a las órdenes del partido que gobierna. Lo que pasa es que no entiendo… (Piensa) Hacen una parafernalia, están muchos días anunciando a bombo y platillo la entrevista. Primero deposito mi confianza en Jesús Quintero, porque a mí no me gusta lo grabado. Lo grabado es susceptible de cualquier tipo de manipulación. Confío en él. Entrevista grabada. La entrevista me parece que tenía que durar hora y quince; grabamos dos horas. Le digo: “Por primera vez, me pongo en tus manos. Tengo confianza en ti”. Me dice: “No te decepcionaré, no te defraudaré”. Y le dije antes de perder el tiempo, porque la entrevista fue en Sevilla: “Es para TVE. Yo no estoy excesivamente bien visto. Es más, he tenido épocas en las que estaba vetado”. “No te preocupes”, dice. “¿Has negociado la entrevista?”. “He dado la lista de entrevistados, he dado tu nombre y nadie ha dicho absolutamente nada”. Y, en cuanto al contenido, dice: “Hombre, estamos en 2007: supongo que ya no se da lo de antes”. La entrevista la están anunciando quince días. Va en prime time. Diez de la noche. Primera cadena. Nadie me dice absolutamente nada. Y estoy en casa y sale un cartel diciendo que no se puede ofrecer la entrevista. Sin ninguna explicación. A mí nadie me llama. Le llamo y Jesús no sabe nada. (Piensa) Posteriormente, me entero de todo lo que había sucedido.
—¿Y de qué se enteró?
—Efectivamente, la entrevista era dura y salía bastante mal parada mucha gente muy importante. El peor, con diferencia, y porque se lo había merecido, José María Aznar. ¿Qué pasó? Pues lenguas de doble filo pero ciertamente certeras me dicen que alguien quiere aproximarse a Aznar y consigue que la entrevista no se publique. Como ellos sabían más o menos… (Piensa) Curiosamente, era la mejor época de TVE: había ahí un tío, que a mí me ha encantao, que está ahora en televisión, pero claro, con otra edad y con menos agallas… Tenían seguro que El País iba a guardar un significativo silencio; les quedaba El Mundo. Entonces, a El Mundo, para que no diga una sola palabra, le regalan la entrevista. En la web batió un récord que duró muchísimos años.
—La entrevista de hora y cuarto está disponible en YouTube.
—La entrevista es de hora y cuarto porque es lo que había seleccionado Jesús Quintero. Y claro, El Mundo se apunta un éxito con la web y a mí me decepciona después un poco la reacción de Jesús Quintero. Le digo: “Mira, ya eres lo suficientemente mayor, pero esto para ti, el ofrecerte tan fácilmente al enemigo, no te va a favorecer”. Y efectivamente. Pero bueno, son las cosas que… Si un periodista no sabe que esas cosas todavía existen…
—¿Ha leído El director, de David Jiménez?
—Sí. Me llevé una sorpresa: este chico es verdad que llevaba muchos años fuera de España, pero este chico… O sea, yo sé que no es tonto. Pero pensaba: «Esto sólo le puede ocurrir a un tonto». Sorprenderse de lo que cuenta en el libro. Llevaba muchos años fuera, supongo que estaba acostumbrado a otra cosa… pero esa es la historia.
—En aquella entrevista, usted nombraba a un puñado de políticos, empresarios y periodistas. ¿Quiénes son sus sucesores? ¿Quiénes manejan hoy los hilos?
—Esos hilos los manejan… (piensa) Desgraciadamente, hoy el periodismo español no existe. Así. El periodismo español, por lo que se entiende por “periodismo”, es decir, por pluralidad, por independencia, por denuncia… no existe. Hay varios factores. Yo nunca he creído que lo pasado fuera mejor. Te está hablando alguien que ha vivido, como otros muchísimos colegas, la censura. Yo, cuando empezábamos Hora 25, utilicé el deporte para poder sobrevivir. Y entonces, a mí eso ya me lo había dicho el director de Pueblo, Emilio Romero: “El periodismo que tú quieres hacer sólo puede ser o bien deportivo o bien municipal”. Entonces, me fui al deporte que, en teoría, creí que era menos aburrido. Pasado el tiempo, seguía haciendo deporte pero lo utilizaba como pretexto porque cada día había alguna cosa. Y éramos conscientes de dónde estábamos, de lo que teníamos, de lo que no teníamos y demás. Pero, por lo menos, había compañeros, había colegas, amigos, conocidos que luchaban todavía. Había periodismo de denuncia. Había periodismo de investigación. Hay nombres gloriosos. En la radio estaba Antonio Herrero, que había roto con todo y demás. El periodismo gozaba de buena salud económica, de buena disposición, pero hoy el periodismo está en quiebra económica. Grandes transatlánticos como Prisa-País, el imperio del monopolio, que sigue siendo el imperio del monopolio aunque hoy está capado… Capado no en el contenido, capado económicamente. Y supervive gracias… a las gracias. Y que le pregunten, por ejemplo, a Soraya (Sáenz de Santamaría). El País. El Mundo. La ventaja de El Mundo es que tuvo un solo acreedor, que son los italianos, sus compañeros de viaje. El País tenía a los bancos. ¿Cómo se han arreglado con los bancos? Para mí, hoy, la dirección de El País es el Banco Santander. Tú fíjate por arriba: El País, El Mundo, el ABC que está y no está, de La Razón es preferible no hablar… La prueba de que el periodismo ha dejado de existir es que el dueño de “La SinRazón”, extrema derecha, es el dueño de LaSexta, superlíder de manipulación. Y te lo dice quien ha sufrido la manipulación de LaSexta. Sólo hay dos medios en la prosperidad: Atresmedia y Mediaset. ¿Por qué? Por la penosa decisión de Zapatero, cuando decide que TVE renuncia a la publicidad y que va a sobrevivir de lo que paguen las cadenas. Esa lamentable decisión se ve después corroborada y certificada por el señor Rajoy, sucesor de Zapatero. Y eso permite que se haga ahora un duopolio, que tiene poca diferencia en términos publicitarios con el monopolio, pero el resto de televisiones están en quiebra técnica; los digitales, exactamente lo mismo. Entonces, claro, ¿cómo le vas a poder pedir valentía, coraje y todo esto a los periodistas? Tienen que comer.
—Señor García, en este ecosistema, ¿qué es lo más inteligente que puede hacer un periodista?
—¿Lo más inteligente? Lo que les dije hace poco a los chavales, precisamente, cuando voy a alguna universidad, a algún colegio mayor, a los másters —el otro día clausuré el máster de periodismo de El Mundo—. Mira, yo siempre he sido positivo, y desde el año 2005, que tuve un cáncer y me salvé, muchísimo más. Yo veo el vaso siempre medio lleno, nunca medio vacío. A pesar de eso, le digo a los chavales… A mí me pasó una cosa en la Universidad Rey Juan Carlos, la que está en Aranjuez: voy a clausurar un curso de periodismo y me dio vergüenza ajena: los estudiantes llevaban ya de pie no sé cuánto tiempo aplaudiendo y estuvieron a punto de sacarme a hombros. Porque les dije la verdad: “Mirad, todo lo que os han estado contando esta semana es mentira. No tenéis ningún futuro. El que sepa inglés que se vaya, y el que no sepa inglés, que busque en Sudamérica. Pero aquí no tenéis nada que hacer”. Y les cuento, por ejemplo, lo de los tertulianos. Yo voy todos los días al gimnasio, corro, y ahí, en pelota picada, después de ducharme, viene un tío, después de haber hablado por teléfono con alguien, supongo que de esto, y me dice: “Te quiero contar una cosa. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Mira, yo tengo un amigo que lleva veinticinco años como tertuliano. Ha sido un alto dirigente de un periódico importante. Y el otro día vino y me dice: ‘Mira, llevan un tiempo pagándonos las colaboraciones con vales del Corte Inglés. He conseguido reunir mil euros. Te los vendo por setecientos u ochocientos’”. Entonces, tú ves que esos tertulianos al médico le dicen cómo tiene que operar; al consejero delegado, cómo movilizar su empresa… Hay radios que les dan unos palos a los políticos y, para sobrevivir, piden dinero a sus oyentes. Y piden que se hagan socios de sus clubs. Pero ¿vosotros qué sabéis de esto? ¿Qué consejo podéis dar? Y luego, el periodismo de investigación. Había un compañero nuestro, voy a silenciar el nombre para no crearle más problemas de los que tiene, que era un notabilísimo, me encantaba su investigación, sus reportajes. Y le digo: “¿Por qué ya no haces?”. Y me dice: “Mira, con el último que hice estuve un mes. Me jugué la vida. Se ha publicado muy capado y me han pagado 125 euros y me han discutido hasta los taxis. No vuelvo a hacerlo”. Dirán que hay periodismo de investigación, que hay muchos escándalos que se denuncian… No hay periodismo de investigación. Esos escándalos son los partidos políticos, que se lo dan a quien quieren, para jorobar.
—¿Es periodismo, por ejemplo, lo que hizo OKDiario, la web de Eduardo Inda, publicando el vídeo de Cristina Cifuentes y sus cremas?
—No voy a entrar, porque yo no voy a… Mira, perro no come perro. A mí se me ha acusado en varias ocasiones de que he sido crítico con mis compañeros, pero hay gente que no es compañero mío. Te cuento esta anécdota: hace tiempo, estoy en un restaurante y se levanta un periodista, ahora es bastante popular, desgraciadamente, para esta profesión, y me dice: “Hola, maestro”. Y le digo: “No, yo no soy tu maestro”. “Ah, ¿no me conoce? Soy tal”. “Sí te conozco, tú no eres periodista. Hay un personaje muy conocido en este país, que es el que te da la teta a ti, y cuando le tienes que entrevistar, no le entrevistas: le haces una felación. Tú no eres compañero mío”. Desgraciadamente, por eso te digo: el presente es malo, pero el futuro, como esto siga así, todavía es peor. Ha desaparecido el periodismo. O sea, tú oyes algún programa, ves algún programa de televisión… Por ejemplo, en deportes: hay una cosa que se llama El chiringuito. Eso, en un país medianamente serio… (Piensa) Antes, los directivos premiaban a los periodistas más o menos con pagarles el viaje. Había un periodista español muy famoso de deportes, popular, que cada vez que había un viaje fuera, a él se lo pagaba su medio, trabajaba también en otro medio, se lo pagaban dos medios, más el equipo con el que viajaba en la Copa de Europa. Bueno, pero es que ahora ya no se compran —entre comillas, porque eso no era comprar— periodistas: se compran espacios. Pero ojo, es que esto no es sólo en el periodismo deportivo. La producción de una hora, y no en prime time, sino en una televisión, mínima es de un millón de euros; ahora han descubierto que coges a siete u ocho: ellas, que chillen mucho; ellos, que chillen también. Presumiblemente, que no sean periodistas. Y hacen un programa de cinco horas. Los despachas con 500 euros. Eso empezó con los programas de corazón, ha pasado al deporte y ahora está ya en la política. El programa este de los sábados por la noche en LaSexta, que se pone como ejemplo. A mí se me cae la cara de pena y de dolor. Pero es que ahora escuchas un programa de deportes a cualquier hora y es terrible. Es un gallinero. Es a ver el que dice más soplapolleces y el que se inventa más noticias, y les da lo mismo decir blanco hoy, mañana negro y pasado azul. Hay equipos que han fichado ya a 45 tíos. El periodismo está dejado de la mano de Dios. Es absolutamente vergonzoso cómo está.
—¿Usted ha dicho siempre lo que ha querido?
—Yo he dicho siempre lo que he querido, y la única censura que he tenido he sido yo. Yo me he retirado con dos noticias que no he hecho públicas ni haré. ¿Por qué? Porque cuando hablas para tantos miles de personas, tienes que tomar conciencia de la responsabilidad. Y esas dos noticias, que eran un bombazo, iban a decepcionar a los españoles, a mis oyentes. Entonces, ¿para qué? ¿Para apuntarme yo un éxito? Pues no. Las he congelado. Cuando no me han dejado ser libre, me he ido. Me pasó en la Cadena SER: “No puede usted hablar de Pío Cabanillas”. Muy bien. Llega un director general que me había ayudado durante ocho años, Eugenio Fontán. Llega esa noche, hago el programa normalmente y digo: “Señoras y señores, como habrán advertido, hoy, del señor Cabanillas, ni pío”. Y a tomar por culo. Esto en la SER. He estado en la COPE, he estado en Onda Cero, Antena 3, que es la única de la que me fui porque se había producido la invasión del imperio del monopolio. Volvemos a El director: oiga, si usted ha tragado eso, que le han dado una indemnización jugosa, ¿por qué cuenta ahora todo eso? ¿Por qué humilla a sus compañeros? ¡Cuando a usted le había tocado la lotería! ¡Si usted mismo lo cuenta! Y estoy hablando de un tipo que me caía muy bien. ¡Si usted mismo lo cuenta! ¡Si el portero no le dejaba entrar porque no sabía quién era usted! ¿Pero dónde vive usted? Claro, el error es de quien le nombra director.
—En el libro, El Cardenal.
—Claro: El Cardenal que no había llegado a papa.
—Bob Dylan canta en «Things Have Changed» que «toda la verdad del mundo / acabará siendo una gran mentira». ¿Lo suscribe?
—No. No lo puedo suscribir. Porque hay una máxima: una mentira, aunque la repitas un millón de veces, nunca será una verdad.
—Pese al periodismo del que estamos hablando.
—Exacto. No será una gran verdad. Ya se pueda repetir por activa y por pasiva. Digan lo que digan sus aduladores, digan lo que digan sus esclavos, digan lo que digan sus servidores, Florentino Pérez será siempre el peor presidente en la historia del Real Madrid. José María Aznar: digan lo que digan, etcétera, será el tipo más prepotente, censor, absurdo de este país.
—Bueno, ya sabe que Zenda es una revista, ante todo, literaria. Permítame hacerle el siguiente cuestionario sobre libros, autores y lecturas. ¿Cuál es la primera obra que recuerda haber leído?
—El Quijote. Antes del Quijote siempre habría que haber leído algo más, lo que pasa es que era casi de obligado cumplimiento. Yo estaba en el Colegio Maravillas.
—¿Algún libro que alimentara su vocación periodística?
—No. Mi vocación periodística nace con la revista Perseverancia, del Colegio Maravillas, que todavía se edita, hecha por los alumnos del colegio. Me encantaba. Y luego, al final, teniendo las limitaciones que he tenido, la perseverancia es lo que me ha hecho sobrevivir.
—¿Qué obras conformarían la Santísima Trinidad de su biblioteca?
—Denotar o dar cuatro o cinco nombres es cometer una tremenda injusticia. Es una injusticia tremenda. Hay que quedarse con nombres propios de autores que te han llamado la atención, del pasado, del presente y del futuro. Desde que estaba en el diario Pueblo, lo advertí: aquí viene un tío que se va a salir, que es Pérez-Reverte. Y ahora, a Pérez-Reverte le escuchas y te emociona pensar que él, su imagen, su magisterio, su todo es la redacción del diario Pueblo. Hay gente desconocida que ha escrito, a lo mejor, un libro, pero que es una obra de arte, y otro que ha escrito cien, y no. Si es hasta mentira lo de las ediciones. Claro: si tú haces una tirada de mil libros, pues tienes 25 o 50 ediciones. Cuando aquí es un superéxito vender 100.000, pues ya me contarás.
—¿Algún libro que le haya quitado el sueño?
—Quitarme el sueño no, pero dejado un poco perturbado… hay varios. Lo que pasa es que hay algunos que han escrito gentes que no merecen ser citadas. Porque no sé si ha sido por leer demasiado, por escribir demasiado o si por hacerse empresarios y los agobios económicos les han hecho perder la cabeza, que de lo que han sido a lo que son no los conoce ni su padre que lo cociera.
—¿Algún libro o algún autor que le provoque arcadas?
—Sí. Hay varios (piensa). Yo creo que es diputado, ahora se ha hecho político: (Hermann) Tertsch. Ese me ha producido no arcadas: lo otro.
—Dígame algún personaje literario del que se haya enamorado.
—Me resulta atractiva por cómo es y por la intención que tiene una niña que empezó trabajando conmigo. Yo hacía un programa en televisión, que había un marcador, y ella, que estaba muy guapa y demás, pues salía enseñando media pierna, que entonces se permitía, y era Julita Navarro.
—Me refería a personajes de ficción.
—Pues fíjate, yo tuve dos ídolos tremendos que me duraron muchos años: Mortadelo y Filemón. Por la semejanza que tienen con el pasado, que siguen teniendo en el presente y que van a seguir vigentes en el futuro.
—¿Y alguno al que haya querido matar?
—Matar no. Cuando no me ha interesado, lo he dejado.
—Una posible perogrullada: ¿un periodista que lee es mejor que uno que no lo hace?
—Eso es como cuando me dicen: “Oye, ¿un entrenador puede ser entrenador sin haber jugado al fútbol?”. Sí, lo que pasa es que el que ha jugado al fútbol tiene ventaja. Un periodista que ha leído, un periodista que lee, tiene notable ventaja sobre el que no ha leído o no lee.
—¿La lectura nos hace más libres?
—La lectura… En eso depende del porcentaje de egoísmo que hayamos acumulado. Yo conozco a gente independiente que, con las necesidades, se ha ido haciendo dependiente. Entonces, es un gran lector pero, evidentemente, no es lo independiente que era antes.
—¿Y el periodismo?
—Pues no. El problema del periodismo es que… (piensa) El periodismo, que antes lo hemos dejado ahí, que tiene esa gran carencia económica, luego tiene otro disparate: hoy, uno de los grandes handicaps del periodismo para el espectador en la televisión, para el oyente en la radio y para el lector o bien en las redes sociales, en los digitales o en lo que queda de papel, es que, y estoy generalizando y toda generalización acarrea injusticias, hoy no tenemos directores. Hoy no tenemos jefes. Hoy no tenemos pastores. Un director es un pastor. Tiene que conducir su rebaño. Su rebaño son sus periodistas. ¿Pero cómo puede dirigir una radio un tío que no se ha puesto jamás delante de un micrófono? ¿Cómo puede dirigir un periódico el tío que jamás ha hecho un reportaje? En eso hay que volver al pasado. Un hombre que ha presumido y presume de un medio libre, posiblemente, el tipo que más daño le ha hecho a esta profesión en este país, se llama Juan Luis Cebrián. En la redacción de Pueblo, había una magnífica relación con un Hermida de treinta años, Tico Medina, Vicente Talón, Raúl del Pozo, Amilibia… Todos habíamos empezado de cero. El señor Cebrián llegó como redactor jefe. Porque era hijo del padre. Y pues así le ha ido, claro.
—¿Alguna vez ha pensado en volver?
—Yo te digo: yo he pensado en volver varias veces. Es más, lo he soñado. Pero yo tengo mi vida solucionada: mis dos hijos mayores, que han sido víctimas de su padre… porque, por ejemplo: el mayor estudió periodismo y se metieron con él porque era hijo de García y él no quería ser hijo de García en ese capítulo, luego me adora. Entonces, para ayudar, aunque sea en un islote, explicar o contar lo que es un periodista… Es decir, yo he sido cuarenta años periodista deportivo por accidente. Nadie sabe de qué equipo era. A mí me han quemado en el Bernabéu previo pago de un millón de pesetas por el entonces presidente, Ramón Mendoza; me han declarado persona non grata en el Camp Nou, y fui con más guardias civiles que el personaje más perseguido en aquel momento, que era El Lute; me han tenido que meter en una lechera en Burgos porque había cometido el pecado de decir que el campo lo habían regado, había un tío que se puso tan nervioso y, estando yo al borde del campo, me tiró un transistor que pesaba diez kilos a la cabeza. Pero nadie sabe de qué equipo era. Pero es que ahora… hay redactores jefes de periódicos deportivos o subdirectores que salen con una bufanda, que van a todas las peñas, que dicen “vamos a ganar”, “vamos a perder”. El último escándalo es que, cuando conceden las televisiones, cuyo primer postulado para la concesión, cuando tenías que presentar para poder recibir la concesión, era la independencia, o sea, la pluralidad. ¡Y le dan una televisión al Real Madrid! Yo pido a cualquiera que lea la entrevista que conecte con Real Madrid TV. Están jugando, por ejemplo, los alevines. Niños de ocho, nueve o diez años. Los niños del Madrid tienen padre, igual que los niños del Arroyoblanco o del Alcobendas. Y van ganando 12-0 los infantiles del Madrid. Y cantan los goles, “vamos ganando…”, ¡los propios comentaristas! ¡Pero es que políticamente es lo mismo! Tú escuchas hoy a compañeros, vamos, que no son compañeros, porque esos no son periodistas, son propagandistas… Hoy no hay periodistas, salvo contadísimas excepciones. Hoy hay propagandistas. Y la diferencia entre un propagandista y un periodista es como de la noche al día.
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