El making of de un libro no es una grabación de los momentos de escritura. Me piden (y lo agradezco mucho) un making of de mi libro Transcripción, y mi primer impulso ha sido “contratar” a alguien, como haría si se tratase del making of de una producción cinematográfica. Pero no, nadie estuvo allí, y ya es imposible que alguien vaya y nos lo cuente. Este libro, dotado de varios subtítulos para que el lector no tenga la menor duda de lo que podría encontrar en su interior —el primero es el transparente ¿Qué está pasando con el feminismo?—, debe reflejar de algún modo el momento histórico en que ha sido escrito: el denominado “año feminista”. Y, sobre todo, debe indagar en el dilema que hemos enfrentado muchas personas al descubrir que, de pronto, aquello en lo que creíamos, posiblemente sin cuestionárnoslo demasiado, ha tomado tintes de dogma: o no, o solo lo parece; o sí, y es horroroso. Dilema entre el feminismo dogmático y el feminismo predogmático es el segundo subtítulo del libro.
Hace tiempo que vengo explorando la posibilidad de pergeñar un libro escribiéndolo directamente en Facebook, como una bitácora que recoja los incidentes relevantes de aquello que esté sucediendo. Ahora que lo pienso, sí, el making of de este libro se encuentra en la red social, hubo personas presentes durante su escritura y allí quedan muchas de sus reacciones. El feminismo es lo más importante que ha sucedido en nuestra cultura en los últimos tiempos. Posiblemente hubiese podido mirar para otro lado, pero siendo escritor… Sin querer, la mera actualidad del año feminista, con todos sus picos de interés informativo, estructuró mi indagación sobre su acelerón social. Las violentas polémicas que jalonaron el debate desde la actualidad marcaron el ritmo de mis reflexiones: las nuevas denuncias del Me too, el escándalo en torno a “la manada”, el asesinato de un niño a manos de la pareja de su padre, la violación y el asesinato de una chica a manos de un preso que disfrutaba de un permiso penitenciario… Mis posicionamientos se fueron modificando en la medida que iba descubrimiento lecturas —literatura, filosofía, sociología— que me abrían el camino que estaba intentando recorrer. Pensadores como Giglioli, Agamben o Benjamin me resultaron de mucha ayuda.
El libro no interpela al lector en los términos propios de la “perspectiva de género”. La perspectiva es otra y por ello produce desazón —lo sé—. Pero no se preocupen, de verdad. Si quieren leer libros escritos desde la perspectiva de género, hay miles. Ahora, en las librerías, pueden encontrar mesas de novedades específicamente dedicadas a los libros en los que se reflexiona desde “la perspectiva”. Si hacen en Amazon una búsqueda de “libros feministas”, encontrarán una oferta variadísima: libros en los que no se atiende a otra perspectiva que la “de género”. En Transcripción no, porque tenía que responderme a la pregunta de qué está pasando con el feminismo y, para ello, debía observar la cuestión desde múltiples perspectivas, no solo desde la de género (que, además, no importa no tenerla mucho en cuenta en este caso, porque está sobradamente explicada y, creo, la conocemos ya por activa y por pasiva: ¿alguien no sabe todavía mirar el mundo con “perspectiva de género”?, ¿hay alguien ahí que aún no sepa sexar el mundo?). Del mismo modo, es ampliamente conocida, también, la perspectiva de los “enemigos” de la perspectiva de género, y sus reacciones: Vox. La irrupción en las instituciones de este partido político, que hace gran parte de su discurso desde la perspectiva radicalmente enfrentada a la perspectiva de género, ha sido otro de los picos informativos de la actualidad española del “año feminista”.
Mis conclusiones no podían ser políticas, sino, más bien, filosóficas, desprovistas de maniqueísmos, al margen de enfrentamientos de género, “desexadas». Es así como llego a hacer una reflexión sobre el victimismo como estrategia política y a relacionar debidamente el del feminismo identitario con el de nuestra larga tradición victimista: el atlante o la cariátide que sujetan el mundo, el mesías que carga con su cruz. Luego he observado que el ramillete de dogmas del feminismo identitario conforma un dispositivo religioso que nos separa de la realidad. Finalmente he podido lanzar una hipótesis sobre lo que está sucediendo. Esta: que el feminismo es una religión y trata de convertir al capitalismo (y todo lo existente) en feminismo. Otra cosa es que lo consiga.
Lo que sucede es una pugna entre religiones, el cristianismo, el capitalismo y el feminismo.
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Autor: Nicolás Melini. Título: Transcripción: ¿Qué está pasando con el feminismo?: Dilema entre el feminismo dogmático y el feminismo predogmático (y otras cuestiones culturales). Editorial: ATTK Editores. Venta: Amazon
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