El escritor italiano Paolo Giordano ha visitado la feria del libro de Buenos Aires para presentar su última novela. Clarín ha aprovechado la cita para entrevistarle.
Muchos críticos hablan de “madurez literaria” para referirse a la última novela de Paolo Giordano, Como de la familia (Salamandra, 2015). Teniendo en cuenta su edad, sin embargo, uno podría hablar simplemente de madurez prematura. Escribió su gran ópera prima, La soledad de los números primos , traducida a 40 idiomas y galardonada, entre muchos otros premios, con el Strega 2008 –el más importante de Italia– a los 25 años. Allí sorprendía ya con un relato minucioso, sagaz e inteligente de los problemas que van cercando a una pareja cuyos miembros experimentaron serios traumas durante su infancia, como si se hubiese visto envuelto, muchas veces, en situaciones similares. Luego se doctoró en física teórica con promedios que no permitían predecir el abandono de la carrera académica pocos años más tarde.
Pero también la muerte, que parece ser el verdadero tema de su última novela, Como de la familia –originalmente publicada como Il nero e l’argento (Einaudi, 2014)–, ha tenido que esperar a más de un escritor, incluso a los más melancólicos y taciturnos. El joven Giordano, en cambio, se le acerca con temple. Sin desesperación ni arrebatamiento, aunque con mucho pesar. “Si tuviera que explicar lo que representa este libro en mi evolución, diría que ha sido mi primer intento de ajustar cuentas con la idea del final, de nuestra muerte –explica, de hecho, en esta entrevista, pocos días antes de presentarse en la Feria del Libro de Buenos Aires. Demasiado pronto, dirán algunos; inútil, pensarán otros. Pero yo no lo veo así. Pensar en el final, prepararte íntimamente para ello, te permite aprovechar muchos más aspectos de la vida, de lo que uno es, y no sucumbir al miedo.” Entre una y otra novela, Giordano viajó como cronista en plena guerra, junto a un pelotón italiano, a una base militar en la zona caliente de Afganistán. De allí surgió su segundo libro, El cuerpo humano , donde registra con obsesión minuciosa la lengua que esos cuerpos, en estado de alerta máxima, utilizan en situaciones excepcionales para comunicar o defenderse de estímulos demasiados excitantes y contrapuestos.
–¿Se podría decir que en Como de la familia regresa al ámbito doméstico –donde lo que se pone de relieve son las relaciones familiares, íntimas–, tras narrar una aventura desde la “línea de fuego” de la realidad?
–En este libro está muy presente la realidad contemporánea y, a decir verdad, tiene también algo de guerra, aunque sea encubierta, una que se libra en las trincheras del día a día. De mi libro anterior, El cuerpo humano , se podría decir lo mismo pero a la inversa. A pesar de tener una ambientación bélica, la novela se ocupaba de las vivencias más íntimas de los personajes, de sus angustias. Siempre cambio de lugar y de ambiente de una historia a otra, pero cada vez estoy más convencido de que mis temas se repiten. En cualquier caso, es cierto que, después de haber estado mucho tiempo metido en una historia geográficamente tan lejana como la de Afganistán, sentía la necesidad de volver a algo más cercano y familiar.
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