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Ouka Leele: «La fotografía fue la salida porque mi pareja me prohibía pintar»

Ouka Leele: «La fotografía fue la salida porque mi pareja me prohibía pintar»

«La fotografía fue una salida, porque la pareja con la que estaba me prohibía pintar. Y yo dejaba que me lo prohibiera. Era la ley del terror: como pintes, te vas a enterar». Así recuerda a Efeminista Ouka Leele sus comienzos en el mundo del arte y su paso de la pintura al mundo de la fotografía.

Ouka Leele, nombre artístico de Bárbara Allende Gil de Biedma, (Madrid 1957) fue una de las protagonistas de la movida madrileña, donde brilló con sus imágenes pintadas, por las que ganaría, en 2005, el Premio Nacional de Fotografía.

—¿Desde cuándo escribe Ouka Leele?

—Viene de muy atrás. La primera poesía que recuerdo fue con 17 años. Pero escribía en cuadernos, no lo publicaba. Me acuerdo que en las fotografías que pintaba cada vez ponía títulos más largos. Empecé a darme cuenta de que tenía ganas de enseñar lo que escribía. Vi que gustaba mucho y que tenía que publicarlo. Desde entonces (…) he editado muchos libros, sobre todo de poesía.

—Fotógrafa, pintora, poeta… ¿Una artista un poco anárquica?

—Sí, es que veo que en la fotografía me he escondido mucho, aunque también he contado cosas, pero creo que es más difícil desvelar lo que hay detrás. Luego, en la pintura, un crítico de arte, Fernando Huici, en una exposición dijo: «Esta ya no es Ouka Leele, esta es Bárbara, que se está desnudando». Creo que he ido dando un paso detrás de otro y que es más difícil esconderse dentro de la palabra. Me resulta más desnuda.

—¿En qué momento se descubre como artista?

—Desde muy pequeña he estado tocando el arte, pintando. La fotografía no la buscaba. De pequeña no me interesaba nada. De hecho, la primera cámara que tuve me la regalaron en la primera comunión, creo, y nunca la usé. Me siento cómoda en todas las disciplinas artísticas en las que yo pueda dar algo. Creo que no es importante el medio, sino la finalidad.

—Uno de los relatos de Axis Mundi lleva por título «Fatal destino el de la mujer que fatal vive por el arte».

—No creo que sea tanto por ser mujer sino en general por ser artista, cuando sobresale como artista. He vivido una vez detrás de otra el que el novio de turno tuviera muchísimos celos no de otros hombres, que a lo mejor también, sino de mi obra, de mí, de mi éxito. Que no se alegraban por un premio… En mi caso ha sido imposible. Entonces he descubierto la soledad como mi gran amiga, mi gran amante. Sí, es absurdo, yo preferiría estar con un hombre inteligente y al que admire por sus éxitos.

—¿Celos o inseguridad?

—Supongo que quizá no es la palabra celos, debe de ser inseguridad. Desde prohibirme que pintara, porque yo empecé pintando. La fotografía yo creo que fue una salida, porque la pareja con la que estaba me prohibía pintar. Y yo dejaba que me lo prohibiera. Era la ley del terror, «como pintes te vas a enterar».

—¿Qué edad tenía?

—Tenía 19 años. Y eso me empujó a la fotografía, porque no le molestaba tanto. Y pinté la fotografía para poder pintar. Es así de increíble. Increíble.

—¿Se reconoce el papel de la mujer en el arte?

—La mujer en el arte sabemos todos que ha estado escondida (…). Pero lo que yo he vivido, por ejemplo, a finales de los 70 y los 80… Yo no notaba nada raro, o notaba, al revés, que era bastante bueno ser mujer. No había promociones del 8 de marzo, no había nada de esto, se daba por sentado que la mujer estaba ahí. Y yo he sobresalido más que nadie en esa época. Aparece el 8 de marzo, esta discriminación positiva que dicen, pero yo no la veo tan positiva porque a partir de ahí, donde yo estaba en un paisaje normal, me empiezo a ver reducida a un paisaje pequeño, que es el de la mujer.

—¿Y en la fotografía?

—En la fotografía la mujer lo tiene más complicado todavía. Tenemos que dar muchísimo para conseguir el mismo nivel, para conseguir que nos paguen lo mismo, que nos traten igual. Damos mucho, trabajamos mucho, somos como heroínas. Creo que el arte no tiene género, que todos por dentro somos masculino y femenino.

—¿Qué le dirías a una chica joven que quiera dedicarse al mundo del arte?

—Que tenga pasión por lo que hace, por el arte. Que la primera que se lo tiene que creer es ella, que si ella no se lo cree no va a convencer a nadie. Yo tengo tres lemas: uno es no aburrir nunca. Más vale ser escueto que aburrir a alguien. El segundo, el que no llora no mama. (…) Y el otro lema sería: no pierdas el tiempo con novios tontos porque pierdes muchísimo y podrías haber estado haciendo otras cosas.

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