La reescritura de Wakefield de Nathaniel Hawthorne es tan sólo el punto de partida del que arranca la nueva novela Antonio vuelve a casa del escritor peruano Iván Thays, finalista del premio Herralde (2008). La novela sostiene la atención del lector –en este caso lectora– por 208 páginas contando una situación tan escalofriante como anodina. Un hombre llamado Antonio está haciendo un asado en su casa de urbanización de clase media. Su vecino Halsen se aparece en el asado y le pide que cuide su casa por unos días en lo que atiende asuntos de negocios. Le deja las llaves de su casa. De repente, la vida de Antonio cambia. No puede regresar a su casa. Siente que no debe. Se dedica a espiar todo lo que pasa en ella por meses. Luego, regresa.
Antonio vuelve a casa narra las reflexiones acerca de la vida cotidiana de un hombre cincuentón, y lo absurdo de esa vida como única opción para la “felicidad” en este capitalismo tardío. Cuenta cómo se derrumban las utopías del “Self” –es decir, del “individuo” que se crea a partir del trabajo, la vida estable de familia, y el consumo. Lo triste del caso, es que no existen otros modelos. Una vez Antonio rompe con su vida, se adentra en el agua de sus emociones y de su mente y termina haciendo trizas el carro del “falso Antonio” que lo desdobla, lo único que puede hacer es “volver a casa”, es decir, a ese espacio que es el único que ofrece el mundo de hoy para la mayoría de los seres de Occidente.
Lo interesante del caso es que esta “tragedia de resquebrajamiento del yo occidental como efectos del capitalismo tardío” ocurre en Perú. Precisamente en el Perú.
La novela, además, presenta un triángulo de mujeres. Orfilia (majestuosa y monstruosa), Valdemar (misteriosa e inasible) y Mercedes (fría y estable) apuntalan la acción que le da peso y suspenso a la narración. Iván Thays vuelve a meterse en ese mundo de las emociones y en la “mente” del hombre (¿será una reflexión acerca de las nuevas masculinidades?) que lo hizo adquirir renombre internacional con su novela Un lugar llamado Oreja de Perro (2008). Sin embargo, esas reflexiones, aunque profundas e imprecisas, no llegan nunca a ser “trascendentales”. No estamos hablando aquí del “Hombre” Universal, sino de un hombre que no es ni pretende ser “modelo del ser en el tiempo”, sino una instancia exploratoria de la existencia cotidiana en un momento en el Tiempo (pero con “e” chiquita, “minúscula”) . Son las reflexiones de un hombre en un momento en la Historia donde hay skype, computadoras, youtube y pornografía; que se relaciona con 3 modelos de femineidad –la esposa, la mujer misteriosa e inasible (Valdemar) y la “tierna niña indefensa”– que en este caso es una mastodonte inteligente pero tartamuda convertida en actriz porno, precisamente por su necesidad de amor y de sacrificio trascendental.
El lugar de la literatura en Antonio vuelve a casa también da mucho que pensar. Valdemar, la muchacha sexualmente liberada pero incapaz de tener relaciones, tiene la costumbre de leer y de, luego de terminar su tarea, ir a un parque a “liberar” el libro acabado para que encuentre otros dueños. Antonio, aunque en algún momento fue un gran lector, no puede ni leer ni dormir bien. Ha perdido la facultad de conciliar el sueño. Tampoco puede concentrarse en un libro. Sólo puede leer Wikipedia y también manuales sobre el cuido de peces y limpieza de peceras. Se ayuda a descansar con somníferos, con alcohol. Cuando al fin duerme, sueña con su padre, su abuelo, con un pintor gordo que destroza a vergazos a una putita flaca y triste y con su hijo Marcelo.
Me pregunto si con esta re-escritura de Wakefield nos estamos acercando a una literatura post-humanista; a una literatura post-utópica.
Leer Antonio vuelve a casa es refrescante y necesario. Con esta novela Iván Thays se rebela contra la exotización de la literatura latinoamericana y de las mentes que nos imaginan como un “afuera”, un “escape” o una “alternativa” al mundo “civilizado”. No hay escape. Vivimos en una pecera climatizada. Nos dan comida “desde arriba”, unas cuantas migajas que pueden causarnos la muerte o la locura. El resto es tiempo. Quizás, con suerte, podamos alguna vez lograr mirarnos desde afuera, ver la vida chata que nos venden como ruta hacia la “felicidad”. Pero, al final de nuestro viaje, no hay más que “regresar a casa”. Este es el único mundo posible en estos tiempos. ¿Será? ¿No es posible imaginarse otros?
Queda la pregunta y la esperanza. También la crónica de nuestros tiempos.
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Título: Antonio vuelve a casa. Autor: Iván Thays. Editorial: Alfaguara. Páginas: 208. Edición: papel.
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