Las lágrimas de Isis no es una novela más. Tras ella se esconde un viaje fascinante a través de la historia que nos conduce hasta un personaje que, he de confesar, me atrapó por completo mucho antes de escribir la primera línea. Retroceder tres mil quinientos años en el tiempo siempre implica un riesgo a la hora de crear una obra, sobre todo si su principal protagonista es la mítica Hatshepsut, la mujer que gobernó Egipto en una época en la que los dioses y los hombres caminaban de la mano.
El nombre de esta reina ha sido injustamente tratado, y su memoria perseguida durante milenios, quizá por temor a que pudiera renacer un personaje cuya descomunal talla fuese capaz de eclipsar a cuantos ambicionaban el poder. Sin duda que Hatshepsut lo ostentó con firmeza, y al cruzarme en su recuerdo me dejé embaucar por la magia del mundo que fue capaz de dibujar. Investigar acerca de este reinado no resultó sencillo, ya que existen grandes incógnitas históricas difíciles de aclarar. Los milenios parecen haber tejido el sutil manto del olvido alrededor de una figura lejana y misteriosa que, no obstante, terminó por surgir ante mis ojos rebosante de fuerza. Mis pesquisas me llevaron a recorrer todos los enclaves arqueológicos en los que esta reina pudiera haber dejado su sello. Una labor, en ocasiones detectivesca, que me ayudó a descubrir la fuerte personalidad y determinación de una gran mujer, el país que gobernó, así como las intrigas y ambiciones políticas de cuantos se relacionaron con ella. En mi caso dicho proceso, aunque fascinante, resultó el más complicado. Fueron necesarios algunos permisos especiales para poder acceder a determinados lugares cerrados al público, que no resultaron sencillos de obtener, aunque al final las autoridades egipcias me dieran todo tipo de facilidades para que pudiera realizar mi trabajo. Durante cerca de seis meses estudié cada detalle sobre Hatshepsut y su tiempo hasta donde me fue posible, pues en mi opinión el rigor histórico es fundamental a la hora de tratar este género literario, y conforme avancé en mis indagaciones me sentí más atraído hacia la figura de esta enigmática reina, con la que terminé por crear un vínculo que me hizo participar de su misteriosa historia.
Con cada una de mis obras emprendo un viaje, una aventura a la que invito a unirse a mis lectores, deseoso de hacerlos partícipes de mi sueño, una fantasía que cobra vida a medida que van pasando las páginas y la lectura impone su propia cadencia. Más allá del marco histórico en el que se desarrolla la acción, en mis novelas no existe un plan de trabajo rígido, y mucho menos un orden matemático que me obligue a fabular de forma premeditada. Escribir me absorbe por completo, y de ordinario los personajes surgen de mi ensoñación, de improviso, para conducirme por los caminos que ellos mismos me dibujan. Yo los recorro junto a ellos allá donde me conduzcan, como si formara parte de su historia, y de este modo relato al lector cuanto veo, así como lo que mis protagonistas tengan a bien confiarme.
Siempre que inicio una nueva obra conozco el principio y también el final al que deseo llegar. Sin embargo, como ya dije antes, en el transcurso de la trama ésta va cobrando vida cada día, en ocasiones a través de personajes que no dejan de sorprenderme, pero que terminan por seducirme hasta acaparar un protagonismo en el que no había pensado con anterioridad.
Las lágrimas de Isis es una novela histórica pero, no obstante, son los personajes que desfilan por ella los que me impulsaron a crearla. Estos nos muestran su corazón, sus emociones, para a la postre hablarnos del alma humana. De este modo, la traición, la amistad, la venganza y el amor, el más grande de los sentimientos, forman parte consustancial de la obra, al tiempo que nos hacen comprender que el ser humano continúa siendo el mismo desde hace milenios, y que la vida es capaz de conducirnos hasta encrucijadas impensables, pues no en vano nuestra naturaleza es demasiado frágil. Más allá del esplendor del Egipto de los grandes faraones, fue Hatshepsut quien me hizo prisionero de su mundo; un mundo pintado de magia del que surgen actores que parecen pertenecer a una tierra de gigantes. Mujeres y hombres excepcionales capaces de lo mejor y de lo peor, pero siempre dispuestos a sorprendernos con su portentosa talla política, sus grandes conocimientos y sabiduría, y su misticismo de otro tiempo. Ellos forman parte de esta historia en la que una mujer extraordinaria desafió a los poderes establecidos desde hacía milenios, a las más sagradas tradiciones, para ocupar el puesto que le correspondía por derecho propio y sentarse como faraón en el trono de Egipto, donde gobernó sobre los hombres. Un periodo de paz y bienestar como no se conocía, en el que Hatshepsut vivió una historia de amor que se convertiría en eterna.
He de confesar que durante los cinco meses que tardé en escribir esta obra no fui capaz de liberarme de los grilletes que me aferraban a una historia que me absorbió por completo. Fui cautivo de ella a través de las más de ochocientas páginas que ocupa la trama, y durante ese tiempo solo presté atención a mi pluma. Como curiosidad les confiaré que escribo a mano, y que guardo todos los manuscritos de mis obras, así como las cargas de tinta que necesité para elaborar cada una de ellas. Me declaro incapaz de transcribir una sola línea en el ordenador, pues toda mi creatividad se esfuma cuando me encuentro frente a una pantalla; sin embargo, puedo perder la noción del tiempo mientras garabateo mi trama sobre el papel; muchas horas de trabajo diario en compañía de mis queridos personajes, a quienes llego a amar de una forma especial. Despedirme de ellos siempre supone un momento triste, aunque piense que al terminar la obra se habrán convertido en inmortales, y mis lectores tendrán la oportunidad de conocerlos y juzgar la naturaleza de sus almas.
Espero que quienes deseen leer Las lágrimas de Isis, mi última novela, se emocionen igual que yo al escribirla. Pocas veces me ha costado tanto poner el punto final.
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Autor: Antonio Cabanas. Título: Las lágrimas de Isis. Editorial: Ediciones B. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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