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Frontera somos todos, en Babelia

Todos somos frontera, Saskia Sassen

Saskia Sassen, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013, es la gran protagonista de Babelia. El suplemento cultural de El País nos habla en este artículo de su último libro, Expulsiones, una reflexión sobre los refugiados y las fronteras del mundo global.

Las viejas fronteras seguirán existiendo, pero el factor estratégico hoy es quién tiene el poder de crear fronteras.

Ha habido muchas épocas en las que los territorios estaban sometidos a múltiples sistemas de gobierno. Desde esta perspectiva, los 20 últimos años de globalización son seguramente el periodo más normal. El más excepcional es aquel en el que se fortaleció el Estado nacional. El refuerzo gradual de la autoridad del Estado nacional sobre su territorio se produjo sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, y su aparición contribuyó, al mismo tiempo, a la elaboración de las categorías que hemos venido usando en el análisis, las técnicas de investigación y la construcción de datos en las ciencias sociales, que nacieron en su mayoría en esa fase de formalización de los Estados soberanos. Pero esto fue posible, al menos en parte, gracias al ascenso de varios Estados nacionales hegemónicos que tenían impulsos imperiales, por no decir algo más duro. A la sombra de aquellos gigantes existían muchos Estados nacionales, pero su soberanía era más formal que real.

Hoy vemos cómo se abren las fronteras para dejar paso a tráficos de diversos tipos. Sin embargo, creo que lo importante hoy es quién tiene el poder de crear fronteras. Se han establecido nuevas geografías en territorios soberanos y en el espacio digital mundial. Estas son geografías que tienen sus propias fronteras, muy distintas de las del sistema interestatal. Nos enfrentamos a la difícil tarea colectiva de desarrollar nuevos esquemas teóricos y empíricos que nos permitan entender las múltiples relaciones entre terreno y envoltura institucional, en lugar de una relación única entre el Estado nacional y el poder soberano.

La vuelta de Europa a un debate y —en parte— una realidad de institución de fronteras, especialmente los muros físicos, en un momento en el que millones atraviesan esos muros en el espacio digital, es un pronunciamiento peculiar. Pero es un pronunciamiento. Y lo debemos tener muy en cuenta, porque no se refiere, por ejemplo, al sector financiero, que tiene su propia ­autopista de entrada en todos nuestros países, en los que después obtiene beneficios del sector económico o el hogar más pequeño. Ni tampoco se refiere, por ejemplo, a los traficantes de la industria del sexo. No, a lo que se refieren estos muros es a los frágiles cuerpos de los seres humanos. A ellos sí que pueden detenerlos esos tipos de muros. Los países pueden construir una barrera, al menos durante un tiempo, contra los seres humanos, pero no contra agentes más poderosos y destructivos.

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