Bagdad, con sus 4.500 muertos al año, sigue siendo una de las ciudades más peligrosas del planeta. Una ciudad llena de armas, de bombas y de dolor. Una ciudad, también, llena de gente, de personajes y personas.
Allí, en el año 2005, Saadawi retrata los caracteres de un barrio humilde, con sus corrientes de simpatía, avaricia, rencores y generosidad, como todas las comunidades. Y con sus militares y sus proyectiles, como solo en Bagdad. Todos los días hay cadáveres nuevos y ruinas recientes, todos los días se abren agujeros que no van a cerrarse nunca.
En medio de esa ciudad, un hombre con pocas esperanzas y casi ningún amigo recolecta trozos de cadáveres para intentar completar un cuerpo y devolverles, así, a todos los dueños de los pedazos originales algo de dignidad. Será cuando encuentre el último trozo, una nariz, cuando algo empiece a cambiar en esa calle.
Y ese algo es… ¿verdad, realismo mágico o una parábola? No importa. Importa que en cualquier ciudad del mundo, hasta en una de la más castigadas por la historia, surge lo mejor y lo peor del ser humano: la generosidad y el odio. Cuando el cuerpo reconstruido se levante y camine, no será como un Lázaro, sino como una máquina que va a poner de manifiesto que todos somos víctimas, sí, y también culpables. La cosa es si nos podemos mirar de frente en el espejo.
Lo que tiene mérito es, además, haber escrito esta novela en esa ciudad en la que falta hasta lo básico, haber conseguido el Premio Internacional de Narrativa Árabe en 2014 y que, por fin, cinco años después, la podemos leer en otro idioma y otro país que también tiene su cuota de dolores y agujeros, héroes y malvados.
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Autor: Ahmed Saadawi. Título: Frankenstein en Bagdad. Traducción: Anna Gil Bardají. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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