La dictadura es uno de los temas claves de la literatura de América Latina. Su importancia arranca en el siglo XIX, cuando el escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento publicó la novela Facundo, donde enfrenta la barbarie y la civilización. Desde entonces, a lo largo del siglo XX, han sido numerosos los escritores latinoamericanos que han analizado el ejercicio despótico del poder en diferentes países del continente. El paraguayo Augusto Roa Bastos escribió Yo el Supremo cuando estaba en el exilio argentino. El cubano Alejo Carpentier creó el prototipo del dictador en El recurso del método, inspirándose en varios personajes históricos. El colombiano Gabriel García Márquez indagó en la soledad de un tirano longevo, en El otoño del patriarca. Son títulos que están en la historia de la literatura sobre dictadores y tiranos, que se publicaron ya en la década de los años setenta del siglo XX. Pero antes que todos ellos, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias trató este tema desde la mirada del realismo mágico en El Señor Presidente. Cuando escribió esta novela, gobernaba en el país el dictador Jorge Ubico, quien prohibió su publicación, por lo que el libro no pudo ver la luz hasta 1946, cuando ya era presidente de Guatemala Juan José Arévalo. La novela de Mario Vargas Llosa Tiempos recios está ambientada precisamente a partir de estos años.
No es ésta la primera obra en la que el Nobel peruano plantea este tema. Mario Vargas Llosa ha sabido dar forma narrativa al tema de la dictadura en algunas de sus mejores creaciones. Lo hizo en Conversación en La Catedral, donde la dictadura del general Odría en Perú hace plantearse a Zavalita la célebre pregunta con la que se inicia la novela: “¿En qué momento se había jodido el Perú?”. En La fiesta del Chivo trató la dictadura del general Trujillo en la República Dominicana. Y tanto Trujillo como otro de los personajes que intervienen en ella, el cruel dirigente del Servicio de Inteligencia Militar, Abbes García, adquieren un papel relevante en la novela que ahora ha publicado, titulada Tiempos recios.
Esta obra cuenta algunos episodios claves de la historia reciente de Guatemala, pero quiere ser una interpretación más amplia, que abarca la evolución política que se ha dado en los países de la zona y apunta las causas que han producido el retraso en la consolidación de opciones democráticas en América Latina. Los dos personajes centrales de la novela en el plano político son Jacobo Árbenz y Carlos Castillo. Árbenz estudió en la Academia Militar, donde se graduó como sargento. Su carrera fue fulgurante: pronto ascendió a capitán; fue nombrado ministro de Defensa del presidente Arévalo y llegó a ejercer la presidencia del país. Pero su sueño reformista acabó bruscamente cuando el coronel Carlos Castillo dirigió contra él el llamado Ejército de Liberación, en el amanecer del 18 de junio de 1954, e instauró de nuevo la dictadura.
Las cuestiones políticas que se plantean en torno a estos sucesos son aspectos claves de esta novela. Pero, además de su contenido temático, en ella destacan procedimientos narrativos que la convierten en una obra fundamental en la trayectoria literaria de este escritor. Vargas Llosa estructura el relato de una forma hábil, trenzando en él varias historias, como es habitual en su narrativa. En cada capítulo modula la narración, empleando la suspensión de la historia, retomando situaciones que habían quedado anteriormente interrumpidas, cruzando las peripecias de los personajes de manera admirable.
El autor ha dotado a los protagonistas del libro de una personalidad sólida. Entre ellos cobran relevancia también Marta Borrero, Abbes García, Bernays, Zemurray. Sam Zemurray había nacido en el Mar Negro, pero tuvo que huir a Estados Unidos, donde se hizo aventurero y empresario. Fundó la poderosa compañía United Fruit y contrató a Bernays, un refinado judío, sobrino de Freud, como director de relaciones públicas de la empresa. Éste defendía la tesis de que en el siglo XX la propaganda sería “la herramienta primordial del poder y de la manipulación de la opinión pública” (pág. 26). Y así fue como contribuyó a preparar el golpe militar del coronel Castillo. Abbes García es uno de los personajes más siniestros de la novela. Jefe de la policía política, es odiado y temido a la vez, pero su intervención será decisiva años más tarde en la trama que ponga fin al gobierno dictatorial de Castillo. Martita Borrero, la amante del dictador, tiene una personalidad enigmática. Es seductora, conspiradora, espía. Pasados los años, el narrador se entrevista con ella en su casa de Washington y, a pesar del tiempo que ha pasado, sigue manteniendo una actitud esquiva.
Tiempos recios es una novela de personajes, que mezcla hábilmente invención e historia, aventura y melodrama. Es una documentada novela histórica, sobre un tiempo de dictaduras, cuando en República Dominicana gobernaba el general Trujillo; Somoza, en Nicaragua; Odría, en Perú; Papa Doc, en Haití; Batista, en Cuba. América Latina era un tablero en el que las grandes potencias de la Guerra Fría se disputaban su influencia y las ideologías radicales buscaban imponerse en el continente. Guatemala fue un terreno decisivo en esa batalla. Esta es la tesis que defiende la novela. En ella se concluye que los acontecimientos que aquí se cuentan retrasaron decenas de años la democratización del continente y costaron millares de muertos. Que desde entonces, “jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico” (pág. 351).
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Autor: Mario Vargas Llosa. Título: Tiempos recios. Editorial: Alfaguara. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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