El poeta y académico valenciano Francisco Brines ha reivindicado el afecto como el mejor regalo que podemos dar a los demás, y sobre todo el respeto a lo desconocido, la gran lección que le dio su padre, y que ahora él traslada a los niños para «que sean lo que deben ser y hagan juntos el camino», que en su caso fue el de la poesía.
Brines ha recibido de la mano del president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, la Alta Distinción que concede el Gobierno valenciano a sus ciudadanos más ilustres, en su casa familiar, «Elca», en la localidad de Oliva, protagonista de muchos de sus poemas, y el paisaje en el que vivió su infancia, rodeado de huertos, donde los días claros puede ver el mar, y en la que ahora, a los 87 años de edad, vive su retiro.
En un discurso muy emotivo, el poeta olivense ha agradecido el premio a su familia, sobre todo a su padre, un comerciante de naranjas que le dio muy pronto «una gran lección»: el respeto a su afición por la literatura. «Un mundo que no era visible a los ojos de las personas, pero que en mí vio que era importante y nunca se opuso», ha rememorado.
Ese fue el gran «aprendizaje» de su vida, asegura, el «respeto a lo desconocido» que le permitió desarrollar su trayectoria como escritor y un mundo que sus padres «en principio no tenían que amar y creo que acabaron amando, porque yo lo amaba y lo necesitaba».
El poeta no pudo asistir el pasado 9 de octubre al acto institucional por su estado de salud, y hoy ha agradecido que la delegación de la Generalitat, encabezada por Puig, junto con la consellera de Transparencia, Rosa Pérez, el presidente de Les Corts Valencianes, Enric Morera, y el alcalde de Oliva, David González, entre otras autoridades, se hayan desplazado a su residencia a hacerle entrega del galardón.
Brines ha definido la poesía como un «don maravilloso», y ha asegurado que en la actualidad ve «poesía buena, muy buena, corriente y también poesía interesante», pero considera que «no deja de ser extraordinaria la necesidad de escribir poesía, excelente o mediocre», para transformar la vida en palabras.
El president de la Generalitat, Ximo Puig, ha destacado que Brines es uno de los buenos poetas que «nos permiten ver más claramente lo que pasa desapercibido» y que con su leve exageración «nos ha ayudado a ver mas allá de las sombras».
Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932), uno de los últimos supervivientes del «Grupo poético de los años 50», es miembro desde 2006 de la Real Academia Española, y ha sido reconocido, entre otros, con el Premio Nacional de Literatura, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Nacional de la Crítica.
El poeta y académico es autor de obras como Las brasas (1959), su primer poemario con el que ganó el Premio Adonais, Palabras a la oscuridad (1966), Premio Nacional de Crítica, Poemas excluidos (1995) y La última costa (1995).
Brines ha impulsado recientemente la creación de una fundación, con el apoyo de instituciones como la Generalitat y el Ayuntamiento de Oliva, que lleva su nombre y otorgará dos premios literarios, uno en castellano y otro en valenciano/catalán, al tiempo que preservará su legado, tanto los cerca de 30 000 volúmenes de su biblioteca como su colección de arte.
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