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Lenguaje y fantasía moral: las novelas de Andrzej Sapkowski

Lenguaje y fantasía moral: las novelas de Andrzej Sapkowski

La aparición de una serie de televisión en Netflix basada en algunos de los libros de su serie de Geralt de Rivia ha vuelto a poner de actualidad al escritor polaco Andrzej Sapkowski (Łódź, Polonia, 1948). No es que hubiera estado olvidado: Sapkowski es con toda probabilidad el escritor polaco más vendido en España desde hace casi dos décadas, por delante de Stanisław Lem y de la reciente premio Nobel Olga Tokarczuk. Otros adminículos propios de los tiempos (una exitosa serie de videojuegos, por ejemplo) han contribuido a mantenerlo en permanente estado de gracia editorial. Lo extraño con Sapkowski es que, pese a su continua popularidad, apenas ha habido recepción crítica de sus obras en nuestro país, más allá de medios alternativos y específicos dedicados a la literatura fantástica.

"Sapkowski estaba arreglando el desorden reinante en la habitación de su hijo cuando vio el anuncio de un concurso de cuentos. Ni corto ni perezoso, pergeñó un relato sobre un brujo y lo envió al concurso"

Y es una verdadera lástima, porque lo que se encuentra detrás de las llamativas portadas de sus libros es parte de la mejor literatura europea desde los años noventa. El hecho de que se trate de literatura fantástica enraizada con fuerza en la tradición del género ha hecho que, con toda seguridad, la crítica haya pasado por alto a este escritor de prosa gamberra, profunda, reflexiva, emocionante, lingüísticamente jugosa y esencialmente original.

La historia de cómo surgió la actividad literaria de Sapkowski y de cómo se hizo famoso se ha convertido casi en una leyenda, repetida muy a menudo en prensa y redes. Al parecer, en 1986, todavía un completo desconocido, estaba arreglando el desorden reinante en la habitación de su hijo cuando vio el anuncio de un concurso de cuentos en la revista Fantastyka (la única revista de fantasía legal en la Polonia tardocomunista, todavía hoy publicada, como Nowa Fantastyka). Ni corto ni perezoso, Sapkowski pergeñó un relato sobre un brujo y lo envió al concurso. La historia, llamada “El brujo”, ganó un tercer premio, lo que le permitió darse a conocer. Hay que reseñar aquí que la palabra wiedźmin, «brujo» en polaco, es un neologismo que no se usaba antes de Sapkowski. El hecho de que sólo se pudiera hablar de “bruja”, en femenino, soliviantó un poco a nuestro autor, quien compuso una historia donde describía lo que había de ser un brujo masculino.

Se trataba de una historia original en su lenguaje, mezclando referencias a los clásicos de la literatura polaca (en especial a las novelas históricas de Henryk Sienkiewicz, el autor de Quo Vadis?) y del lenguaje oral y popular de Polonia. En el relato ya estaban algunos de los más conocidos rasgos de su autor. No era un western crepuscular, aunque lo pareciera a ratos, como también tenía algo de novela negra, con un protagonista que puede ser tachado de “héroe chandleriano”. Ni siquiera, y esto podía apreciarse ya en aquella primera entrega, se trataba de una “espada y brujería” al uso. Geralt de Rivia, el brujo, no tenía mucho que ver con los hechiceros y guerreros de Robert E. Howard y sus sucesores, aunque compartiera con Conan el Bárbaro un mismo desprecio por los dioses y una incredulidad manifiesta.

"A las cifras de ventas, altísimas para una sociedad empobrecida como era la polaca de los años noventa, se sumaron traducciones a diversos idiomas"

Andrzej Sapkowski parece, a primera vista, el autor menos indicado para crear un personaje del estilo de Geralt. Economista en un país del socialismo real, trabajaba en una empresa estatal dedicada al comercio exterior en la ciudad polaca de Łódź (la capital industrial de Polonia). Como afirma en alguna entrevista, Sapkowski nunca pensó en dedicarse a escribir, lo que queda sobradamente probado por el hecho de que su primer relato se publicara cuando tenía alrededor de cuarenta años, aunque ya había realizado algunas traducciones de ciencia ficción norteamericana y publicado bajo seudónimo en revistas femeninas. Su trabajo en el comercio exterior durante la época de la Polonia comunista le abrió la posibilidad de viajar al extranjero a menudo. Esto le ofreció ventajas extraordinarias en un país sometido a la escasez perpetua de las economías comunistas y a la distorsión cultural producida por la dictadura. Aunque Polonia desde 1956 era uno de los países más abiertos del bloque del Este, lo cierto es que buena parte de la literatura contemporánea llegaba con cuentagotas, censurada o cortada. Gracias a su oficio, pudo conocer la literatura contemporánea sin cortapisas. Por otro lado, su actitud con respecto a la sociedad que le tocó vivir era claramente escéptica. El comunismo no significaba gran cosa para alguien que se ganaba la vida vendiendo telas y pieles en el mercado internacional. Pero Sapkowski conocía demasiado bien cómo funcionaba el capitalismo para tener ilusiones cuando llegara el cambio en 1989.

Aunque, como hemos dicho, Sapkowski no ganó el primer premio del citado concurso, su personaje se convirtió rápidamente en un mito de la literatura fantástica polaca. El éxito animó al autor a seguir escribiendo y comenzó a desarrollar la saga de Geralt de Rivia, primero en varios relatos publicados en Fantastyka (que darían lugar a los dos primeros volúmenes de la serie) y luego en cinco novelas, la última de las cuales apareció en 1999 (con una precuela escrita en 2013). La crítica literaria sólo comenzó a ocuparse del autor con la aparición de las primeras novelas. A las cifras de ventas, altísimas para una sociedad empobrecida como era la polaca de los años noventa, se sumaron traducciones a diversos idiomas. El reconocimiento de la crítica literaria oficial (por ejemplo, el Pasaporte de la muy influyente revista Polityka, algo así como un premio de la crítica), le llegó relativamente pronto, y hoy día sus libros son lectura oficial en muchos colegios polacos.

"Sapkowski ofrecía un mundo donde exiliarse y olvidar el gris de la vida cotidiana, lleno de aventura y heroísmo, pero también de estupideces y crueldades"

Las novelas de Sapkowski tienen una enorme complejidad de lectura. Por un lado, está la lectura superficial de unas historias de una fantasía muy realista. Pero por otro, sus argumentos han ido acompañando la transición de la sociedad polaca desde el socialismo terminal hasta el capitalismo desbocado de los años noventa. Las preocupaciones de muchos antiguos habitantes del socialismo real se veían reflejadas en la trama, crítica contra los totalitarismos y desencantada con las supuestas bondades del libre mercado. La reflexión moral acompaña cada paso de la obra. Sapkowski muestra en ella toda la riqueza de posiciones posibles, se dan argumentos políticos, morales, sociales, ecológicos incluso para explicar las acciones de la novela; hay conspiraciones muy realistas y debates políticos bastante claros. En las novelas se desmenuza el fenómeno de la guerra, con todas sus miserias y sus presuntas grandezas.

Y al mismo tiempo, y ésa es otra de las causas del éxito de la serie, Sapkowski ofrecía un mundo donde exiliarse y olvidar el gris de la vida cotidiana, un mundo lleno de aventura y heroísmo, pero también de estupideces y crueldades. “Como la vida misma”, debieron de pensar los lectores polacos, postmodernizados de pronto por obra y gracia del fin del sistema. La figura de Geralt de Rivia, el cazador de monstruos a sueldo, desplegaba una sensibilidad postmoderna sazonada con la más desaforada historia de aventuras, y todo ello escrito con un estilo poético y a la vez recio y elaborado. Gracias a esto, la saga de Geralt se convirtió primero en una serie de culto de la literatura fantástica centroeuropea (en especial en Polonia, la Federación Rusa y en Chequia) y consiguió luego llegar a ser un verdadero best seller en su país de origen, alcanzando reconocimientos literarios mucho más allá del círculo de los aficionados. En 2002 llegó a España —fue el primer país occidental en el que se tradujo toda la saga— y conquistó un éxito comercial inmediato.

Lo más relevante de la serie son, sin embargo, las grandes virtudes de Sapkowski como escritor, que se pueden resumir en tres:

" En ciertos aspectos, la literatura de Sapkowski recuerda tanto a la novela clásica decimonónica como a experimentos narrativos más modernos, del tipo de Dos Passos"

La primera es su increíble realismo y sentido común. Sus personajes, desde el campesino más secundario hasta la princesa coprotagonista, son de carne y hueso, reaccionan siempre como reaccionaríamos nosotros de estar en su pellejo, sus sufrimientos son reales y, creo que por primera vez desde Tirante el Blanco, los caballeros comen, hacen sus necesidades, a veces son tontos y a veces inteligentes, hacen el amor, pero no siempre bien, las mujeres tienen la regla y hay bancos —dirigidos por gnomos— donde el brujo ingresa su paga. La diferencia con otras series estriba en que tales elementos no están metidos con calzador, ni se trata de libros eminentemente paródicos, sino que todo lo expuesto es necesario para desarrollar la trama y, a veces, explicar los fallos y problemas de los protagonistas. Así, por ejemplo, una herida mal curada en la rodilla le supondrá a Geralt ser derrotado en más de una pelea durante los momentos cruciales de la historia.

La segunda virtud de Sapkowski es su increíble talento narrativo. Sus historias están contadas con gran abundancia de recursos. Hay un afortunado uso de aproximaciones indirectas a los acontecimientos, de tantos personajes que en su debido momento cumplen la función que deben cumplir. En ciertos aspectos, la literatura de Sapkowski recuerda tanto a la novela clásica decimonónica como a experimentos narrativos más modernos, del tipo de Dos Passos ,con la diferencia de que Sapkowski utiliza los mismos recursos en capítulos de distinta longitud, pero siempre manteniendo la unidad de lo narrado. De esta forma, elabora una aventura fascinante, capaz de enganchar al lector y mantenerlo siempre en vilo, pero consiguiendo a la vez que éste no se sienta subestimado.

"La serie Narrenturm son tres novelas que revisitan la tradición picaresca centroeuropea, intercalando reflexiones acerca de la violencia, el poder y la libertad"

La tercera virtud es el lenguaje empleado por Sapkowski. Su estilo es refinado, poético, pero sucinto, siempre capaz de sorprender. En ocasiones posee la cadencia de un poema épico; en otras, desprende un erotismo delicado y vital. Lo más destacable, en mi opinión, es la utilización (y creación) de un lenguaje popular desplegado en unos diálogos increíblemente brillantes. Porque la saga tiene de todo —épica, humor, descripciones, romanticismo, parodia, referencias…—, pero su aspecto más característico es precisamente esa creación de un mundo a la vez exótico y extremadamente vulgar, cotidiano. Se puede afirmar que es el escritor polaco vivo que mejor ha sabido captar el lenguaje popular de su país. Conforme avanza la serie, los diálogos van haciéndose mucho más complejos, con dialectos, arcaísmos y coloquialismos que son, además, específicos para cada personaje. Hay también referencias a la historia y el pasado polacos, como la esporádica aparición del lenguaje oficial típico de la época comunista. De hecho, el éxito de Sapkowski en Polonia se debe en buena parte a los diálogos: Sapkowski intercala elementos vulgares de la vida cotidiana entre el exotismo —no del todo imaginario— de paisajes y descripciones.

Como buen postmoderno, en la obra de Sapkowski hallamos también multitud de referencias literarias e históricas muy bien trabadas: aparece el arquetipo de la Bella y la Bestia —la Bella es una vampira ninfómana—, Blancanieves es llevada al bosque por un leñador que la viola, y los siete enanitos son unos salteadores de caminos que se acuestan con ella —aunque el tono no es paródico, sino tremendamente dramático—. Hay un uso, casi siempre irónico, de los mitos célticos, incluyendo el del rey Arturo. Encontramos también en abundancia aspectos de la mitología eslava, algo que resultará muy exótico para los lectores foráneos.

Además de la serie de Geralt de Rivia, Sapkowski ha publicado algunos relatos, un libro de ensayo dedicado a los seres míticos creados por la literatura fantástica, una novela sobre la guerra de Afganistán (Víbora) y una trilogía de novela histórica que comienza con Narrenturm. Esta serie puede ser otra buena forma de iniciarse en el autor: se trata de tres novelas que revisitan la tradición picaresca centroeuropea, intercalando reflexiones acerca de la violencia, el poder y la libertad. El lenguaje de la serie, entre cervantino y heredero del Simplicissimus, convierte lo que a primera vista parece una simple aventura en un gozoso placer narrativo.

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Autor: Andrzej Sapkowski. La Saga de Geralt de Rivia en ocho volúmenes está publicada en la Editorial Alamut.

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