El nombre de Elizabeth Duval hace aparecer los términos «trans» o «lesbiana» en una búsqueda en Google, «etiquetas» que aspira a «que no sean necesarias». Ahora publica «Excepción», un poemario inspirado en el octubre catalán del que dice que su única utilidad sería «que ardiese en una manifestación».
Letraversal presenta el primer libro en solitario de esta autora nacida en 2000 en Alcalá de Henares (Madrid), que ya había participado en varias antologías poéticas, escrito una obra de teatro y ofrecido charlas, todo esto manteniendo un intachable expediente en La Sorbona, donde estudia Filosofía, viviendo a medio camino entre París y Madrid.
Este 2020 publicará dos libros: «Excepción» (Letraversal), un poemario al hilo de «La tierra baldía» de TS Elliot y «Reina» (Caballo de Troya), una autoficción sobre su llegada como estudiante a París, adelanta en una entrevista con EFE.
La escritora arranca «Excepción» sentenciando: «Octubre es el mes de los principios, castigando». Un guiño a Elliot que le sirve para meditar sobre nuestro siglo en general y las revueltas en Cataluña en particular.
El fuego en las calles es una imagen recurrente —»la potencialidad del discurso de una historia de Instagram de un coche ardiendo resulta maravillosa y peligrosa al mismo tiempo»— quizás porque ya en París vivió de cerca las marchas de los «chalecos amarillos», llegando a ofrecer conferencias en nuestro país sobre el tema.
Durante los disturbios en Cataluña, dice la autora, las redes sociales protagonizaron un papel fundamental al no pasar por un «filtro editorial», mientras que los medios de comunicación construyeron un relato «en el que la opción de encontrar explicaciones no era posible, solo permitía hacer una condena».
Pero «Excepción» no es solo un texto piromaníaco. La preocupación por el medioambiente tiene cabida y le lleva a preguntarse por el impacto de la industria cultural en la crisis climática —»muchos libros acaban quemados o enterrados por un exceso de producción», cuestiona— pero también si sería posible para el ser humano «vivir sin arte».
En su contingencia está la respuesta para Duval, que afirma: «La única utilidad de este libro sería que ardiese en una manifestación», rechazando la «inocencia» de quienes pretenden «cambiar realidad mediante la literatura».
La autora de «Excepción», que sale a la venta este miércoles y ya está agotado en la web de Letraversal, señala el «error» de la izquierda en su «narrativa apocalíptica» con respecto al medioambiente y se desvincula del sentimiento de culpa que se intenta imponer apuntando «hacia las industrias y empresas» más que a una «responsabilidad individual».
Posmarxista e incendiaria, lleva desde los 14 años concediendo entrevistas y en el último año ha acaparado portadas y páginas de los principales medios españoles por su activismo transfeminista.
En su cuenta de Twitter ironiza y se defiende de los ataques que recibe desde los sectores más conservadores: «Me responde una cantidad bárbara de gente invitándome a Venezuela o Cuba», dice con una media sonrisa.
No puede evitar hacer hincapié en «la herencia franquista sobre la que se asienta la derecha española a día de hoy» y afirma que «nos equivocamos en centrar la erradicación del gen franquista» mediante «el castigo a las expresiones del franquismo».
Y opina sobre el proyecto del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos que pretende prohibir el enaltecimiento de la dictadura franquista: «Si hacemos delito de la apología del franquismo lo que se consigue es popularizar ideas que vienen de ahí. Solo conseguiríamos convertirlo en algo subversivo y por lo tanto más atractivo para ciertos sectores».
En octubre de 2019 participó en el programa de citas «First Dates» de Cuatro y en varias ocasiones ha mostrado un gran interés por la telerrealidad: «Estoy deseando —dice— ver ‘La Isla de las Tentaciones’, parece muy bien hecho para la tele española».
Duval ve en programas como «Sálvame» una ficción y un universo autónomo merecedor de «análisis audiovisual», aunque advierte del peligro de «intentar comprender el mundo» a través de ellos.
Sobre la representación del colectivo trans en dichos programas afirma que no ha habido «referentes positivos» sino «personajes» estrechamente ligados a la telerrealidad, que como en el caso de La Veneno resultan siempre más «simples, guionizados y estructurados que la persona real».
Acerca de las etiquetas que suelen acompañarla dice que no las rechaza pero aspira a que «no hagan falta», además de cuestionar el término «Literatura Queer», que define como «un mundo endogámico» que intenta evitar para contar «cosas más universales» huyendo de nichos de mercado.
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