Estos días se ha publicado la novela El robo del sumario, de José Luis Olaizola (Imágica Ediciones). Es una novela sencilla, de menos de 200 páginas, muy representativa de la figura y la obra de Olaizola.
Estamos en Madrid, en 1957. El robo del sumario cuenta la historia de un joven abogado que se ve envuelto en un accidente en el que muere una anciana atropellada por un coche. A Eduardo Gairsy, que así se llama el joven abogado, le acusan injustamente porque no es él el que atropella a la anciana, aunque su coche sea igual al que lo ha hecho, un Renault 4-4, sino todo lo contrario, se detiene a ver lo que ha sucedido y ayudar.
Entre unas cosas y otras acaba en la cárcel de Carabanchel, y a mi modo de ver aquí empieza la verdadera novela de El robo del sumario. No voy a contar mucho más para no estropearles la historia a los lectores de Zenda, pero diré que, con mayor o menor protagonismo, como si se tratara de “cameos” de lujo, aparecen el doctor Juan Antonio Vallejo-Nágera, el político y escritor Jorge Semprún y el periodista y escritor Fernando Sánchez Dragó. Olaizola conoce perfectamente las teclas que debe pulsar en su escritorio para seducir al lector y conseguir que lea con agrado su “novelita”, como diría él.
Pero antes he dicho que El robo del sumario representa bien a José Luis Olaizola. Lo hace en el fondo y en la forma, también en los personajes. Para empezar, el joven protagonista se parece mucho al autor, que durante quince años fue abogado y que si bien no vivió lo que se cuenta en la novela (ha declarado que algo similar le pasó a un amigo suyo), toda su experiencia y su memoria están presentes en las andanzas de Eduardo Gairsy.
En efecto, el libro expresa muy bien a Olaizola, por su sencillez, su claridad de líneas, su depuración. El estilo parece muy coloquial, pero en realidad responde a toda una vida ejerciendo el oficio de escritor (y de lector, por qué no, porque Olaizola, que ha escrito más de 80 libros, ha leído muchísimos otros).
El autor ha afirmado que éste va a ser su último libro. Tiene ya 92 años y se encuentra cansado de escribir libros, aunque afirma que seguirá escribiendo artículos. Muchas veces antes ha dicho al ver que un libro suyo tenía un razonable éxito que iba a ser el último, pero en esta ocasión dice que “de verdad” éste va a ser el último, y me da la sensación de que puede ser así, dadas las circunstancias.
Con El robo del sumario Olaizola vuelve a los inicios de su carrera, como cerrando un círculo. Hace muchos años, cuando era un joven abogado con muy escasa experiencia literaria, se presentó en 1957 al Premio Ateneo de Valladolid de Novela Corta con un libro titulado Matrícula verde. En aquel premio quedó semifinalista y el presidente del jurado, José Luis Martín Descalzo, sacerdote, escritor y periodista, le aconsejó que siguiera escribiendo.
La anécdota que origina El robo del sumario está tomada de esa novela corta, Matrícula verde; en realidad la primera parte de la novela actual está inspirada en aquella novela corta de entonces. Todo ello arranca del Renault 4-4 que tuvo Olaizola muy joven, con “matrícula verde”, la matrícula provisional de la época. A quien conozca al escritor le resultará familiar el joven abogado de El robo del sumario, que siendo un personaje de ficción se parece no poco a su padre novelesco.
Por otra parte, José Luis Olaizola es como escribe: claro, directo, elegante, muy capaz de hacer sencillo lo más complejo; su calidad humana, sus convicciones y sus ideas están perfectamente plasmadas en su obra, una amplísima obra de más de 80 libros que ya es un magnífico legado para todos los lectores.
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