Casi todo en literatura se ha dicho ya sobre el varón. Es ahora el tiempo literario de la heroína, aunque hay mujeres que deben esperar siglos para poder ser entendidas, como es el caso de la que se esconde tras La voz y la espada, la nueva novela de Vic Echegoyen publicada por la editorial Edhasa.
Su fuerza en apariencia es la espada, pero de alguien como Julia D’Auvigny hay que esperar mucho más. Posee, de hecho, todo aquello capaz de convertir a una mujer en un personaje inolvidable: el silencio, la soledad del marginado inteligente, la coraza o disfraz para minimizar el daño, la lucidez que le dan su sexo y su condición femenina frente a los hombres, una capacidad ilógica para soportar el dolor y, por último, una frialdad de reloj dentro de un congelador a la hora de ejecutar la venganza.
“He sido creada para el peligro, pero también para la ternura”. Alguien capaz de describirse de esta manera merece sin duda una novela. O varias. En el caso de Julia D’Aubigny, también conocida, sobre todo en los círculos melómanos, como Mademoiselle Maupin, son varias las obras que ha inspirado, entre ellas la primera novela de Teófilo Gautier. Los datos históricos estaban ahí, y también los antecedentes literarios, y con ellos Vic Echegoyen hace lo más difícil: usarlos para construir con un lenguaje bellísimo y culto, envuelto en una narración facetada, la historia de Julia, inoculando con nueva vida la vida olvidada de esta increíble mujer: escenas de esgrima cortantes como un tajo de acero; escenas de aprendizaje musical desesperantes como una partitura perfecta (esa taquigrafía de la emoción, que decía Tolstoi); escenas inteligentes como declaraciones susurrantes de un amor profundo por la literatura, y por supuesto, escenas de sexo densas, turbias y meticulosamente literarias, que destilan ese aroma fascinante a las prohibidas romans érotiques francesas.
Normalmente el ser humano vive una vida, a lo sumo medias vidas. Sin embargo, hay quienes han vivido varias vidas en el mismo plazo de tiempo, y es el caso de esta sorprendente mujer. En apenas 37 años, fue esgrimista, amante de hombres de la alta nobleza francesa, esposa, cantante ocasional en burdeles y tascas, amante de una novicia a la que raptó tras prender fuego al convento, duelista y cantante lírica con una brillante carrera que la llevó a cantar, con su hermosa voz grave, en la mismísima ópera de París. Esta vida tuvo además el final que merecía, pues Julia D’Auvigny un buen día desapareció sin dejar rastro. Vic Echegoyen defiende en su novela una de las teorías de este final pero, por supuesto, tendrán que leerla si desean averiguar cuál es.
Vic Echegoyen nació Madrid en 1969, aunque proviene de una familia hispano-húngara de escritores (entre ellos Sándor Márai e Imre Madách), cineastas, músicos y pintores. Estudió Periodismo y comenzó su vida laboral en la agencia EFE, pero luego decidió ser lingüista de profesión (es traductora e intérprete en organizaciones internacionales, y domina el alemán, húngaro, francés, inglés, ruso e italiano) y escritora y pintora por vocación. Vive a caballo entre Hungría, Viena y Bruselas y entre sus escritores preferidos están Pío Baroja, László Passuth o Patrick O’Brian.
Es coautora del Diccionario de regionalismos de la lengua española y le apasiona escribir relatos ambientados en la Edad Media, el Barroco y la Ilustración. El lirio de fuego (Ediciones B, 2016), su primera novela, resultó finalista del IV Premio de Novela Fernando Lara.
Booktrailer: La voz y la espada
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Autor: Vic Echegoyen. Título: La voz y la espada. Editorial: Edhasa. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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