La granadina Herminia Luque ha ganado el III Premio Edhasa de narrativas históricas 2020, dotado con 10.000 euros, con su obra La reina del exilio, una biografía novelada de Isabel II. El jurado del Premio Edhasa estaba formado por Santiago Posteguillo, como presidente, los periodistas Jacinto Antón, Sergio Vila-Sanjuán y Mari Pau Domínguez, y el editor Daniel Fernández.
En esta edición se habían presentado un total de 276 novelas, escritas en español por autores de diversas nacionalidades, entre las cuales «dada la gran calidad de los originales leídos», el jurado ha elegido como finalista y recomendado su publicación de la novela Bellum Cantabricum, firmada bajo el seudónimo de Manzus Porril, que era en realidad José Manuel Aparicio.
El jurado ha valorado en la novela de Luque, que se había presentado al premio sin ocultar su nombre tras un seudónimo, que «a través de una mirada insólita y crepuscular, brinda una aproximación a la figura histórica de Isabel II en su exilio parisino y a unos años convulsos del siglo XIX». Además, gracias a «unas voces y personajes femeninos especialmente logrados y una estructura narrativa original y compleja, la novela ofrece una intriga en la que se incluye una mirada crítica a los tan contrapuestos ambientes de la sociedad de la época».
Herminia Luque (Granada, 1964) es escritora y profesora de Geografía e Historia y actualmente reside en Rincón de la Victoria (Málaga). Como escritora ha participado en antologías de relatos de México (Relato español actual, 2002) y de Dinamarca (Espacios, 2003) y tiene publicadas diversas novelas, como Bitácora de Poseidón (2010), El códice purpúreo (2011), Al sur de la nada (2013), un libro compuesto por tres novelas cortas, y sobre todo Amar tanta belleza, ganadora del Premio Málaga de Novela 2015, que publicó la Fundación Lara.
En el único acto cultural que se ha mantenido este viernes en Barcelona tras las últimas cancelaciones por el coronavirus, la ganadora del premio ha dicho que llegó a Isabel II por su formación de historiadora: «Siempre me han atraído los personajes femeninos de nuestra historia». Luque descubrió que «en la biografía de Isabel II había muchas luces y muchas sombras», pero sin embargo considera que «fue una figura muy maltratada que desde el punto de vista literario ha sido abordada desde el esperpento». Isabel II, que llega en unas circunstancias especiales al trono, en el paso del régimen absolutista de su padre (Fernando VII) a un régimen liberal, tuvo que afrontar esa transición «con unos medios precarios y desde una corte de los milagros que no estaba preparada para consolidar ese sistema liberal».
En su novela trasluce, según la autora, «el fracaso de ese régimen liberal tardío y también el triunfo de cierta misoginia, pues mientras a sus hijos se les permitía que tuvieran amantes, ella fue vituperada, dañada en su imagen personal por no acomodarse a la figura de esposa leal, burguesa, que por otra parte no podía cumplir por las circunstancias de su matrimonio». Luque achaca el fracaso a la madre de Isabel II, la regenta, «culpable de ese matrimonio nefasto con su primo Francisco de Asís», que configuran en conjunto «los elementos idóneos para crear una inestabilidad política que la sacaría del trono y la llevaría al exilio en París».
Advierte la ganadora que «no es una novela política, porque se centra en una reina cuando ya no es reina», y además la narradora es Otilia, una dama de compañía que en un flashback vuelve a su infancia en el internado. «Esas dos líneas narrativas se van trenzando: las dificultades de una joven sin formación que tiene que aprender a sobrevivir en un mundo cruel y que le lleva al entorno parisino de Isabel II».
Luque incluye documentación histórica real, como ese álbum de láminas satíricas Los Borbones en pelota, hecho al parecer por los hermanos Bécquer. Describe la escritora andaluza «ese momento en el que la mujer está cambiando en su inserción del mundo, con ejemplos como Emilia Pardo Bazán«. El París de la novela es «su casa», pues «no participa del mundo social parisino, no está integrada en la flor y nata de esa sociedad y vive volcada en su microcorte, en la que apenas mantiene relación con la emperatriz destronada Eugenia de Montijo». Ese ensimismamiento se percibe incluso en su forma de vivir de «reina castiza» que sigue comiendo sus dos platos preferidos, el cocido madrileño y el arroz con bacalao».
José Manuel Aparicio ha comentado que Bellum Cantabricum evoca la lucha del Imperio Romano contra el último territorio que le quedaba en la península, los reinos de los astures y los cántabros. «Después de leer Yo, Claudio quería escribir una novela de romanos pero «tratar un tema poco divulgado y fue así como desembarqué con la conquista romana del norte de la península».
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