Abdulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2021, ha dedicado varias de sus novelas al exilio y no le sorprende que los europeos sientan más simpatía por los refugiados ucranianos porque son vecinos, pero cree que hay un cierto racismo en la reticencia de algunos países a los refugiados del sur.
Por su «conmovedora descripción de los efectos del colonialismo y la historia de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes» Gurnah (Zanzíbar, 1948) recibió el Premio Nobel de Literatura, una historia que lleva también a su novela A orillas del mar que llega en español a las librerías de España y Latinoamérica publicada por Salamandra y, en catalán, editada por La Magrana.
En una rueda de prensa telemática con medios españoles y latinoamericanos, Gurnah —de origen africano, pero residente en Inglaterra desde hace más de medio siglo— ha explicado su interés por las personas que tienen que abandonar sus países por la guerra, la violencia y otras razones.
Fue su experiencia personal (llegó al Reino Unido en 1967 escapando de la represión en Tanzania) y a lo largo de toda su vida adulta ha tenido que lidiar con ello, indica, como le ha ocurrido a millones de personas en todo el mundo: «llevamos muchísimos años viéndolo y ahora hay problemas en Europa con los viajes del sur al norte» y, aunque cree que hay una mayor concienciación, sostiene que hay «una cierta reticencia en ciertas partes de Europa».
El Premio Nobel de Literatura dice que no es sorprendente que haya más simpatía hacia los ucranianos por parte de los países europeos, pues son vecinos y tienen familias en ellos, pero le parece triste que «este tipo de hospitalidad, esa preocupación humana no se extienda a sirios, afganos e iraquíes que aparecieron en la frontera entre Polonia y Bielorrusia».
La reticencia ante los refugiados de los países del sur cree que responde a «un cierto racismo», aunque puntualiza que no todos los Estados europeos han actuado así, como Alemania y España, pero en otros «se habla de ellos como si fueran delincuentes», como si vinieran «para arruinar nuestras cómodas vidas».
«Siento compasión por los ucranianos, qué más se puede sentir cuando uno ve algo que es un ataque cruel y malévolo sobre los hogares de muchas personas; es terrible ser testigos de ello, pero tienen una cierta suerte, hay muchos vecinos que han respondido con compasión. No todos los pueblos son recibidos así», destaca.
No obstante, cree que la situación actual ha servido para exponer esta actitud «parcial o sesgada» hacia personas que vienen de países diferentes.
El pasado mes de octubre, Gurnah fue el primer autor africano negro en ganar el Nobel de Literatura en 35 años, algo que muestra que las decisiones en general son «europeas», lo que, en su opinión, «es una expresión del provincianismo de la academia sueca», subraya.
Aparte de africanos, se pregunta cuántos indios, chinos o japoneses han obtenido el Nobel de Literatura y por qué suelen ser siempre personas de origen europeo: «es porque refleja la estrechez de los valores que se otorga a la literatura no europea», aunque puntualiza que no es una crítica a la academia.
Un premio que reconoce que le ha cambiado la vida y que es el sueño de cualquier autor.
En su libro habla también de esclavitud, pero sostiene que hay otras esclavitudes que son las servidumbres, que no son «una plantación»: «la esclavitud sigue existiendo en ciertas formas».
Para Gurnah, la naturaleza humana permite por un lado la belleza y por otra parte hacer «cosas muy feas» y aunque a veces, para su desesperación, parece que es más lo malo que lo bueno, cree que cuando se encuentra lo segundo «hay que aferrarse a ello y convencerse de que es preferible que sea así».
La literatura, afirma, no puede intervenir contra la tiranía de una forma física, lanzando un libro a un tanque, y una persona autoritaria no es muy posible que cambie al leer, pero los libros pueden informar a los ciudadanos para que no permitan que los tiranos abusen de ellos.
Muy premio nóbel pero no para de echar excrementos sobre todo lo europeo u occidental. Para él somos lo peor de lo peor, la escoria de la humanidad. Hombre, ¡ya esta bien de exprimir al máximo la época del colonialismo! ¡Estamos ya hartos de sentirnos culpables por todo! A ver, ¿cuantos afganos, sirios, etc., ha refugiado Rusia, China, Venezuela, Arabia Saudí, los países del golfo o Corea del Norte!? ¡Racistas! No me da la gana admitir ese calificatvo. Recibe el Nóbel y luego insulta. Y habla de esclavitud. Esclavitud, sumisión y acomplejamiento (por lo que otros hicieron) es la que arrastramos en Occidente durante los últimos 150 años (o 500 en algunos casos), a causa del colonialismo. Contando con que nunca los descendientes deberían arrostrar con las culpas de los antepasados; eso es una maldición bíblica que solamente debería quedar para ese ámbito: el bíblico. Pero, bueno, todo aquello que reporta réditos…