Ni cualquier tiempo pasado fue mejor, ni lo que viene por delante tiene que ser mejor. No me malinterpretéis, no se trata de dar ninguna lección dogmática sobre nada. El artículo de hoy habla de otra cosa: de las cosas que van a pasar nos gusten o no. Y mira que hay muchas veces que hemos querido que no pasaran cosas y nos hemos dedicado a criticarlas, sacarles burla, reírnos de los tontos que se suben a esas modas, y luego… resulta que se quedan.
Pero esto ha ido pasando sistemáticamente con todos los tsunamis que se nos han venido encima. Como cuando llegó la WWW y Bill Gates intentaba explicar la Web 1.0 y la publicación de contenido en la red para que las personas pudieran estar en contacto con empresas y administración pública. Y el entrevistador no lo entendía. De hecho, hace un chiste pensando… “¿para qué quiero escuchar un partido de baseball en Internet si tengo una radio? ¿Y para qué quiero que se grabe si puedo usar una cinta?”. Para los más jóvenes, una cinta es una cosa que los más viejos del lugar usaban para jugar con los bolígrafos BIC mientras ahorraban batería. Algo que ya es para los muy, muy nostálgicos, y que en 1995 aún parecía una buena idea eso de grabar cosas y almacenarlas en tu casa. ¿Has tirado ya las tuyas o las conservas por nostalgia?
Por supuesto, la Web 1.0 pasó. Y luego llegó la Data-Driven Web 1.0, con Google comenzando a ser una pequeña empresa formada por unos estudiantes universitarios que luego, ya ves tú, tendrían también a los futurólogos de turno prediciendo que eso que estaban haciendo no tenía mucho valor. Aquí os dejo la captura del artículo que se publicó en The New York Times en el año 2002.
Supongo que los chicos de Google, después de ser una de las compañías más ricas del mundo, aún deben de estar tomando alguna medicina para que les baje el dolor de tripa de las risas que debieron echarse tiempo atrás cuando se hicieron una trillion-dollar company.
Y es que las cosas pasan queramos o no. Yo no entendía muy bien eso de la Web 2.0 y la socialización del Internet que venía. No entendía cómo alguien iba a publicar en Twitter lo que nos pedía ese servicio: “What are you doing now?”. Y recuerdo que en aquel entonces yo, centrado en mi mundo del hacking y la ciberseguridad, decía sentirme mayor para esto de contar cuándo te haces una ensalada, te vas a la cama, o a comer. Que haya más de 82.000 tweets de “Me voy a la cama” indexados en Google indica que está claro que yo no entendí hacia dónde iba el mundo digital en aquel entonces.
Por supuesto, no fui el único, ya que podemos encontrar muchas referencias de sesudos especialistas y consultores que no solo diagnosticaron que la Web 2.0 no iba a funcionar, sino que tampoco lo iba a hacer iPhone en el mundo de los smartphones. Supongo que este artículo se lo recordarán muchas veces al escritor.
¿Tienes un iPhone? ¿Quieres un iPhone? ¿Estás leyendo esto desde tu iPhone o tu iPad? Ya ves. Qué difícil es hacer algo nuevo. Puede ser que ese algo nuevo funcione o fracase, pero siempre, siempre, siempre, vas a encontrar a muchos que digan que esto va a fracasar.
Hoy en día, los nuevos avances son ya casi viejos. Las criptomonedas. Los NFTs. Los Fan Tokens. Los mundos virtuales VR/AR. El Metaverso en su máxima expresión como forma de crear metasociedades en las que la gente se conecte. Y claro, muchos están diciendo eso de “esto no es para mí”. “Yo no lo necesito”. “Qué tontería”.
Y la verdad es que no sabemos. En los últimos años he visto decir esto de “¿estar todo el día haciendo streaming?” o “¿conectarme a una reunión en eso que se llama Discord solo para que me vean mientras yo estudio?”. Y sin embargo, son millones de personas en el mundo haciéndolo.
Hoy en día, con la experiencia que me da el haberme equivocado tanto en el pasado, me enfrento a los cambios con otra actitud. En primer lugar, decidí tiempo atrás que no iba a bajarme del mundo negando el cambio. Ni de coña. Lo que venga lo pienso disfrutar. Adiós a todos los que os queréis quedar en el pasado. El gran Quino lo explicó a las mil maravillas en esta tira de Mafalda. Y yo voy a responder siempre eso, que estos son mis tiempos. Adiós si te quieres quedar en la nostalgia de lo bonito que era ir a ver la cartelera del cine porque no podías verla por Internet.
Y en segundo lugar, yo quiero ser participe de estos cambios. Es verdad que esto se mueve muy deprisa. Es cierto. Yo escribí eso en una reflexión tiempo atrás, porque a veces abruma tanto avance. Pero no pienso ni por un instante perderme ninguno. Claro que me gustan las cosas con las que me hice hombre. Claro que me siento cómodo en las cosas con las que aprendí, pero creo que es una pena pasar por esta vida quejándose por la evolución tecnológica. Yo sé que muchos aún lloráis sobre vuestros Casios, sobre lo bonitos que eran los ordenadores de 8bits, sobre lo que era escribir en Olivetti, sobre cómo ligabais por SMS cuando apareció… y ¡el Messenger!, que fue el Tinder de los de cincuenta de hoy en día en su momento. ¡Qué bonito Yahoo! Y los servidores Sun Microsystems, pero… hoy, en tus tiempos —que si estás vivo son tus tiempos— ya hay otras cosas.
Como dijo alguien muy sabio, ‘No tengo nostalgia del pasado sino del presente’. Me ha gustado mucho el articulo.
Justo hoy, el futuro depende de un hilo. Ese hilo se llama Putin. Quizás volvamos a las cavernas… sin móviles.
Ouch, directo en la vejez y la nostalgia 🙁
No paro de darle vueltas a tu artículo que me causa un profundo desasosiego. Quizas vivir en el pasado sea la única forma de sobrevivir a un futuro distópico fruto de esta sociedad líquida y disoluta. Quizás sea el momento de pararse, reflexionar y tomarse las cosas de otra forma. Leer a David Le Breton, en lugar de las últimas especificacionas del i-pad, puede ser un comienzo: «Caminar es una evasión de la modernidad, una forma de burlarse de ella, de dejarla plantada, un atajo en el ritmo desenfrenado de nuestra vida y un modo de distanciarse, de aguzar los sentidos». Caminemos…