En medio de cierta devaluación del fenómeno Star Wars que afecta también a otras marcas Disney como Marvel, la nueva serie Ahsoka devuelve parte del lustre perdido por Obi Wan Kenobi o la última temporada de The Mandalorian. La ficción pilotada por Davi Filoni, que desde luego vuelve a demostrar ser el talento más próximo al legado de George Lucas, es la entrada más clásica de todas las presentadas en esta nueva etapa corporativa bajo el sello Disney.
La serie sobre Ahsoka, una de las últimas Jedi en tiempos de una República todavía débil e inestable, se maneja extraordinariamente en ese canon que el personaje, paradójicamente, ayudó a enredar y redefinir con el cambio de propiedad de la saga. La manera de introducir una rica variedad de personajes femeninos nunca parece espurio o sometido a criterios contemporáneos sino un claro intento de Filoni de resultar lógico en sus propios términos. El aroma a western y película de samuráis baña toda la producción y la aleja de apropiaciones culturales que no sean la pura fantasía.
Es una lástima que, pese a un reparto tan interesante como el que conforman Rosario Dawson, Mary Elizabeth Winstead o Natasha Liu Bordizzo (además del fallecido Ray Stevenson, a quien va dedicado el primer episodio), de la emocionante banda sonora de Kevin Kiner (que no se harta haciendo guiños al inigualable John Williams, pero se molesta en lograr que funcionen), de la riqueza y romanticismo del mundo creado para la ocasión, la serie sufra de nuevo de esa inexpresiva planificación visual típica de los productos Star Wars elaborados con la técnica The Volume y Stagecraft, que elabora todos los escenarios mediante CGI sin necesidad de rodar en exteriores, algo que de alguna manera afecta al dinamismo, ritmo y las actuaciones de la totalidad.
Dave Filoni, pese a todo ello, logra preservar el encanto de las viejas producciones de Lucas utilizando criaturas físicas y dándoles el espacio esperado (memorable el gato de Lothal y el androide Chopper), distribuyendo bien la acción en una trama genérica que sin embargo canaliza bien la multitud de datos y referencias típicas de la franquicia. La prueba es que, pese a no haber conocido el personaje en Rebels o Clone Wars, cualquier espectador puede subirse al carro de Ahsoka a los quince minutos de comenzar debido a la claridad expositiva de Filoni.
Ahsoka acaba siendo, por ello y pese a sus sosas audiencias, el producto más decente visto en bastante tiempo de una saga que configuró los gustos de varias generaciones y que ahora navega un tanto perdida en tiempos de “contenido” de suscripción.
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