El nacimiento de una nueva editorial siempre es una buena noticia. Una excelente noticia si además está auspiciada por mujeres jóvenes determinadas a difundir voces femeninas, tanto de dentro como de fuera de nuestro país. Tanto voces vigentes como sumidas en el olvido. Es el objetivo de Bamba Editorial, creada por la periodista valenciana Raquel Bada, a partir de la revista digital del mismo nombre. A finales de octubre apareció el primer título, la primera novela de la escritora santanderina Elena Quiroga, Tristura. Es el inicio de la Operación Quiroga, que seguirá con la publicación de Escribo tu nombre y Viento del norte, Premio Nadal, además de otros textos escritos por mujeres. A mediados de noviembre, Bamba lanzará Zelda: Luces y sombras de Zelda Fitzgerald, de Nancy Milford y, en febrero de 2023, Red Comet: Vida y fugacidades de Sylvia Plath, de Heather Clark.
«Lo más complicado a la hora de crear una nueva editorial es asumir la responsabilidad que implica», dice Bada. «Cuando te presentas como nueva editorial, con vocación de publicar a autoras fundamentales y admiradas como Elena Quiroga, Sylvia Plath o Hilda Doolittle, sientes de alguna forma que están confiando en el proyecto a ciegas. Es importante también mantener y recordarse a una misma, reiteradamente, el impulso inicial —de vocación romántica, quizás— que conlleva montar una empresa y las dificultades que entraña».
El nombre elegido merece una explicación. Procede de una expresión poco conocida, «caballito de bamba», que se utiliza para hablar de algo de modo despectivo, como cosa de poca relevancia, insignificante. «Nosotras le damos la vuelta. A la hora de formalizar la editorial dudé en cambiar el nombre, pero ha sido una constante en la revista digital, y creo que ahora lo más difícil es apostar por mantener algo».
Hoy día es prácticamente imposible encontrar algún libro de Quiroga, excepto en librerías de lance o en bibliotecas particulares. Las ediciones que existen son de los años sesenta o setenta, de los ochenta las más recientes. El centenario de la escritora, celebrado el pasado año, despertó el interés por su obra, y en el caso de Bada también influyen motivos familiares, pues sus abuelos son santanderinos, aunque vivieron muchos años en Valencia, donde tenían una imprenta en el barrio de Russafa, Gráficas Valencia, dedicada a imprimir carteles de cine y de circo.
«Desde que tomé la decisión de que Bamba evolucionara hacia la edición de libros, y en concreto apostar por la publicación de biografías o autobiografías ficcionadas, anduve al acecho, rastreando», cuenta la editora. «Conocía las bibliotecas de mis abuelos de memoria, con sus clásicos, entre ellos la primera edición de Nada, de Carmen Laforet, y también Viento del Norte, el Premio Nadal de Elena Quiroga. Laforet, como otras autoras de posguerra —Carmen Martín Gaite, Ana María Matute o Rosa Chacel—, está hoy muy presente. Sin embargo, la obra de Quiroga se ha olvidado y merece resurgir, que llegue a ojos nuevos. Fue una escritora muy discreta, poco propensa a los medios de comunicación, y eso tal vez jugó en su contra».
Rescatarla no ha sido fácil. Bada y sus colaboradoras han tenido que afinar el oído y contrastar diferentes ediciones existentes para dar con su auténtica voz. A través de la agencia Balcells se pusieron en contacto con el representante de los herederos del legado Quiroga —un sobrino, pues ella no tuvo hijos— y han obtenido el beneplácito para llevar a cabo la Operación Quiroga. «Creo que han confiado en Bamba en parte porque ya tenemos la base de una revista que acredita seriedad», comenta Bada.
A pesar de ser la segunda mujer y primera mujer novelista en entrar en la RAE, Quiroga no concedió muchas entrevistas, por lo que su perfil personal es poco conocido. «Elegimos Tristura para arrancar porque en este libro comenzó una saga personal, que continúa en Escribo tu nombre», dice Bada. «Aunque no podemos afirmar rotundamente que esté planteado como un relato autobiográfico, a través de su protagonista traza un recorrido por su psique, el entorno, sus confusiones y planteamientos. Logró sortear la censura. Estilísticamente fue innovadora. Hay frases que atraviesan. Los sentimientos plasmados en esta obra son atemporales. Por eso apostamos por ella».
Las contadas mujeres que escribían y publicaban en la España de los años cincuenta aportaban una visión inusual y necesaria en un panorama dominado por la óptica masculina. «En el caso concreto de Elena Quiroga, nos impactó cómo relataba los paisajes íntimos de sus personajes, dentro de una literatura costumbrista. Ahondaba en ellos, como vemos en Tadea, protagonista de Tristura».
Huérfana de madre y acostumbrada a una infancia tranquila, feliz y libre de restricciones, Tadea se muda a la casa de sus tíos, donde su universo se ve reducido a un mundo hostil, plagado de advertencias, prohibiciones y silencios. La soledad y el peso de la orfandad —de la que no se puede hablar—, la empujan a buscar una escapatoria: paseos por el jardín, miradas hacia el pozo que devuelve sus palabras, el alivio de estar sola… Pero estas escapadas tropiezan casi siempre con castigos. Tadea se ahoga en un ambiente en el que todo permanece cerrado, lleno de tristura. En una época dominada por el realismo social, la autora se aleja de esta tendencia para elaborar una prosa lírica y honesta que profundiza en las intimidades humanas y en los personajes heridos.
Hija del conde de San Martín de Quiroga, Elena Quiroga nació en Santander en 1921, y pasó los primeros años de su infancia en la villa natal de su padre, Viloira. Su vida transcurrió entre la capital cántabra y Galicia, además de Madrid y otras ciudades donde residió por motivo de sus estudios, pero fueron el paisaje y el paisanaje gallego los que plasmó en su obra costumbrista. Casada con el historiador Dalmiro de la Válgoma, se trasladó a vivir a Madrid, en 1950, y ese mismo año obtuvo el Premio Nadal con su segunda novela, Viento del norte.
Tachada de anacrónica es sus principios, logró ser reconocida por la crítica por representar en los cincuenta una insólita apertura a las técnicas innovadoras europeas y norteamericanas. Su estilo narrativo dio un giro cualitativo que la adentró en una forma de contar osada, diversa y experimental. En La sangre (1952) adopta la perspectiva cinematográfica de un observador inmóvil, un árbol, que cuenta la historia desde una óptica limitada y humanizada. En Algo pasa en la calle (1954) presenta un audaz ejercicio de perspectivismo múltiple, de monólogo interior y de desdoblamiento de conciencia sin precedentes en la literatura española. La enferma (1955) entrecruza niveles narrativos cronológicamente simultáneos, y en La careta combina diferentes planos temporales de una misma acción. En 1958, con La última corrida, aborda una historia de temática tradicionalista contada mediante la combinación de un concienzudo objetivismo cinematográfico y un logrado ejercicio de subjetivismo interior del personaje principal.
Su narrativa fue más allá del discurso de una época. Innovadora sin pretenderlo, experimentó con el monólogo interior, centrándose en qué es lo que nos mueve, narrando con maestría nuestros paisajes más íntimos. Tras el reciente centenario de su nacimiento, Bamba Editorial hace que su voz llegue a oídos nuevos y que vuelvan a escucharla quienes ya la conocen.
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Autora: Elena Quiroga. Título: Tristura. Editorial: Bamba. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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