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Alberto Chimal, maestro de lo insólito

Alberto Chimal, maestro de lo insólito

Alguien me dijo hace poco tiempo que tras la muerte de Ignacio Padilla en la narrativa mexicana actual no se cultivaba la literatura fantástica. Craso error. Alberto Chimal demuestra, con creces, que México no sólo posee una larga tradición en el género, sino que, me atrevería a decir, cuenta con uno de los mejores narradores del mundo de este tipo de invención literaria. Dos botones de muestra pueden servir para que cualquier lector confirme mis palabras: la antología El ángel de lo extraño (UNAM), integrada por 14 cuentos fantásticos del siglo XIX que Chimal propuso a Socorro Venegas, directora editorial de la UNAM, y Las estancias secretas (Atalanta), un conjunto de diecisiete cuentos del autor nacido en Toluca en 1970. En cuanto al primer volumen —el cual incluye ilustraciones de Andrea Caboara y traducciones de Emiliano Becerril Silva, Alberto Chimal, Joaquín Diez-Canedo F. y Alejandra Ramírez Olvera—, el antologador ha seleccionado cuentos como El mortal inmortal, de Mary Shelley; El compañero de viaje, de Hans Christian Andersen; El ángel de lo extraño: Una extravagancia, de Edgar Allan Poe; o El niño que huyó con las hadas, de Joseph Sheridan Le Fanu, al tiempo que ha decidido poner un acento especial en autoras de cuento fantástico decimonónicas que no han encontrado cabida en muchas antologías, como Amelia Edwards (El coche fantasma), Emilia Pardo Bazán (La resucitada), Charlotte Riddell (La última vez que vieron al señor Ennismore) o Laura Méndez de Cuenca (Catalepsia). Y es que desgraciadamente, como ha declarado el propio Chimal, durante mucho tiempo las diferentes culturas literarias occidentales han pasado un poco por alto incluso a sus grandes estrellas literarias mujeres, como a Emilia Pardo Bazán, una de las escritoras más importantes de la España del siglo XIX, quien no sólo influyó en la literatura fantástica, sino que introdujo una gran cantidad de novedades literarias en la península Ibérica. Algo similar, agrega el escritor, ocurrió con la mexicana Laura Méndez de Cuenca, “quien tuvo una gran carrera como docente y una importante obra literaria pero, como sucede en cierto momento de la cultura mexicana, se le pasó por alto. Sin embargo, la obra de estas mujeres no necesita de nuestra condescendencia, sino que se les dé un poco de espacio para que puedan decirnos lo que nos tienen que decir”. En cuanto a Las estancias secretas, se trata de una selección que permite apreciar en perspectiva el talento de un escritor que en una veintena de libros, de Gente del mundo (1998) a La saga del Viajero del Tiempo, pasando por Grey (2006), La ciudad imaginada (2009), Los atacantes (2015) o Manos de lumbre (2018), ha edificado una de las grandes obras de literatura fantástica del siglo XXI, consagrándolo como heredero directo de Jorge Luis Borges, no sólo por la originalidad de sus propuestas y la versatilidad del autor (quien en diferentes tonos narrativos y formales, del cuento corto y la minificción al relato, privilegia, como apunta Cecilia Eudave, prologuista del volumen, los géneros no miméticos y los entrecruza, ya sea lo fantástico, la ciencia ficción, el terror, lo extraño, lo maravilloso cotidiano o la recuperación de leyendas mexicanas, como la de La Llorona), sino porque nos propone viajes por rutas poco convencionales para confrontar la imaginación propia y confabularnos con él para vivir una experiencia que puede llevarnos a ajustar y empalmar realidades. Y es que, como sostiene el propio Chimal, lo fantástico «brota desde los márgenes de lo irreal y de lo extraño para darle un sentido a la condición humana y a las monstruosidades que duermen en el fondo de nuestro pensamiento», pues en lo fantástico «buscamos, por un lado, formas de distraernos y de escapar a esas circunstancias que parecen más allá de nuestro control; pero también son formas de entender nuestro presente y darle sentido al futuro”. Literatura de absoluta excelencia.

LA CULTURA, ESA POBRE MENDIGANTE

"El Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha recortado un treinta por ciento el presupuesto de 2025 destinado a la cultura"

El Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha recortado un treinta por ciento el presupuesto de 2025 destinado a la cultura, un hecho que ha empujado incluso a sus incondicionales, como la escritora Elena Poniatowska, a calificar la medida de «grave». Entre los organismos más afectados por dicho recorte presupuestal se encuentran la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, con una disminución del 71 por ciento respecto de 2024, mientras el Instituto Nacional de Antropología e Historia tendrá un descenso del 45 por ciento e instituciones que hace muy poco eran clave en el discurso oficial como la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas bajarán su presupuesto un 7,4 por ciento. Tras las reacciones de alarma generalizadas por el tijeretazo económico que dejará en cueros totales al ya de por sí desvalido mundo cultural mexicano, la doctora Sheinbaum quiso recular un poquito, y anunció que tratarán de echar mano al dinero que ahorrará su administración con la desaparición de organismos autónomos como la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación o el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, entre otros. Es, como se dice coloquialmente, desvestir a un santo para tapar a otro. Y así, en este plan, la cultura parece una limosnera que va de parroquia en parroquia estirando la mano a ver qué le cae por cuenta de la caridad. Porque nadie, en las alturas, la toma en serio. La pobre.

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