El dramaturgo Alberto Conejero, que acaba de recobor el Premio La Barraca de artes escénicas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), ha dicho que el teatro está «en su precario equilibrio siempre, pero resistiendo», y lo ve «como el eterno enfermo», con «una mala salud de hierro».
Conejero ha dedicado este reconocimiento a su trayectoria en el mundo de las artes escénicas a todos los intérpretes, al tiempo que ha ensalzado el nombre del Premio, La Barraca, pues hace referencia al grupo de teatro universitario de carácter ambulante dirigido por Federico García Lorca, del que siempre se ha confesado «un devoto».
«Me emociona. Un premio llamado La Barraca que recae en las manos de un lorquiano declarado», ha insistido Conejero, quien ha recibido el galardón de manos de la rectora de la UIMP, María Luz Morán, en un acto celebrado en el Palacio de la Magdalena, en Santander.
Conejero, que previamente al acto de entrega del premio ha concedido una rueda de prensa, ha sostenido que el hecho de que el teatro sea «pequeñito» y no disponga de los medios económicos ni repercusión de la industria audiovisual, es lo que le «resguarda» porque, así, el mercado quizás no le considera «peligroso».
Para el premiado el teatro es «una escuela de imaginación moral» y uno de los pocos espacios en los que las personas se siguen reuniendo físicamente para «poner los cuerpos unos con otros y mover el corazón a la vez, es decir, para conmovernos».
«Me sigue pareciendo un milagro que valientes, hombres y mujeres, hacen cada día», ha opinado, y ha señalado que la poesía y el teatro le permitieron «soñar vidas que en principio no estaban pensadas» para él.
Sin embargo, reconoce que el teatro es «muy frágil» y que necesita que las instituciones lleven a cabo políticas culturales que faciliten el trabajo de los profesionales de las artes escénicas y que permitan el acceso a la cultura a los ciudadanos.
«Con los sueldos que tenemos (…) invertir 15 o 20 euros en una entrada para un espectáculo es un acto de amor inmenso al arte que a veces no apreciamos», ha dicho el dramaturgo, quien ha defendido que «la cultura es una inversión, nunca es un gasto».
Tras agradecer su elección a la UIMP, Alberto Conejero (Jaén, 1978) ha considerado a esta institución académica «una casa de la cultura que siempre ha tenido un especial cuidado con la poesía y el teatro», sus dos «escuelas de vida».
Así, siente que, de «un modo pequeñito», pasa a formar parte de una cadena «muy poderosa» de hombres y mujeres que durante décadas han soñado en este espacio con una España mejor y una ciudadanía más libre, sumándose así a una lista de premiados en la que están, entre otros, Helena Pimenta, Blanca Portillo o Albert Boadella.
La encargada de leer la laudatio ha sido la actriz Consuelo Trujillo, intérprete en la obra «La geometría del trigo» bajo la dirección de Alberto Conejero, a quien ha definido como «un autor vivo y lleno de talento de sensibilidad».
En la rueda de prensa previa al acto en que ha recibido el premio, Conejero ha aplaudido que las mujeres estén dejando la «fosa séptica» en la que tenían que «callar y tragar» con lo que les sucedía porque se ha pasado al «tiempo de hablar», aunque también ha pedido respetar la presunción de inocencia y ha rechazado los «juicios virtuales» de las redes sociales.
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