Cuando el poder se encuentra compartido entre tres figuras de la política y del ejército, en el momento que falta una de las partes se rompe el equilibrio y aparece una situación de inestabilidad. Eso fue lo que ocurrió en el año 49 a.C., cuando el triunvirato formado por Julio César, Pompeyo y Craso que gobernaba la república de Roma, se vio roto por la muerte de Craso y el afloramiento de ambiciones, odios y desconfianzas entre César y Pompeyo.
En Roma existía la ley de que ningún ejército romano podía pasar, sin permiso del Senado, el límite de la provincia, situado en el río Rubicón. El doce de enero del citado año, Julio César llega a la orilla del río, al mando de la legión en la que más confiaba de todas las que tenía distribuidas por la Galia, pero justo antes de cruzar se detiene, ya que parece que tiene dudas debido a la magnitud y transcendencia de la acción que va a emprender, y que significará la declaración de una guerra civil que podrá cambiar el destino de Roma; por estos motivos ordena no cruzar y acampar. Inmediatamente inicia un cruce de cartas con su anciano maestro, Manio Atellus, al objeto de disipar sus dudas y confirmar la certeza de sus decisiones.
En la primera carta, Julio César pone a su viejo maestro al corriente de sus temores sobre las intenciones que tiene de su compañero de triunvirato, Pompeyo, ya que sospecha que aspira a asumir la condición de dictador, destruyendo la República, y eliminándole a él, para así no tener que compartir el poder con nadie.
A medida que el carteo va avanzando y se cruzan las respectivas opiniones, la desilusión se abre camino entre los firmantes. Empiezan los reproches mutuos, perdiéndose el ambiente de camaradería inicial; las misivas ya no son conciliadoras. Según va avanzando la correspondencia, en los mutuos análisis que van realizando de la situación, se encuentran, poco a poco, que las cartas contienen actitudes taimadas llenas de desconfianza que afloran sentimientos, largos años ocultos, que llevan a la traición y a las amenazas.
Julio César tiene ganada fama de estratega, ya que cada paso que da está medido y meditado. Este intercambio de cartas es un paso más en su estrategia global para alcanzar el poder absoluto; utilizando la duda, como un elemento más de la planificación, para enmascarar sus ambiciones y buscar la coartada perfecta para sus actos. Al final, el discípulo que buscaba la aprobación incondicional se encontró decepcionado ya que solo recibió, por parte de su anciano maestro, censuras y trabas a sus planteamientos.
La situación llega a ser tan tensa que Julio César decide que quiere entrevistarse personalmente con Mario, al objeto de poder decirse a la cara sus reproches, por lo que ordena a su viejo maestro que se presente en su campamento para tener un cambio de impresiones. De lo que tratan en esa conversación personal, en principio, no se sabe nada, solo que Julio César sale de su tienda para dar la orden de que la legión cruce el Rubicón y se ponga en camino hacia Roma, dando comienzo así a la guerra civil contra los partidarios de Pompeyo y al nacimiento de una frase inmortal, como fue la pronunciada por César al cruzar el Rubicón: Alea jacta est (La suerte está echada), en donde Julio César encontró la suerte que le permitió ser una de las grandes figuras de la historia.
Los autores, Francisco Uría y José Luis Hernández Garvi, dotan a las veintinueve epístolas de un diálogo ágil, mordaz, inteligente y lleno de alta política, dejando a la vista los razonamientos inmorales y los comportamientos corruptos de los protagonistas. Retratan las emociones que afloran en los personajes en un momento histórico, del que no se sabe nada de lo ocurrido, y que ambos autores se atreven a recrear a través de este hipotético epistolario que pudieron haber mantenido posiblemente el discípulo con su anciano maestro ciego.
—————————————
Autores: Francisco Uría y José Luis Hernández Garvi. Título: A orillas del Rubicón. Editorial: Almuzara. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Una novela epistolar aporta mayor veracidad al hecho contado, por ser más intimista.
Un compendio magnífico y meridiano de la obra de los autores, donde concisamente nada queda por señalar.
Cruzar el Rubicon, muchas veces leído y escuchado, que toma el hecho histórico y lo lleva a la frase para hablarnos de emprender algo arriesgado y que no tiene retorno.
Novela que se perfila muy interesante y de lectura inmediata.
Enhorabuena Ramón y autores.