El escritor inglés de origen chipriota Alex Michaelides, que acaba de publicar su tercera novela, La furia, una historia de suspense ubicada en una isla griega, confiesa que recientemente se ha dado cuenta de que para él escribir no es una terapia, sino una adicción.
“Tengo una obra de teatro a medias, estoy escribiendo un relato corto y también la planificación de mi próxima novela. Estoy trabajando constantemente en ello, incluso cuando me voy de vacaciones, porque me da muchísimo placer”, ha detallado Michaelides, quien, pese a reconocer que “estaría bien poder dejarlo un tiempo”, sostiene que escribe sus libros, no porque “tenga que hacerlo” sino porque tiene “historias concretas que contar”.

EFE/Quique Garcia
La última de estas historias ha sido La furia (Alfaguara), protagonizada por una antigua estrella de cine y sus amigos, cuyo viaje a una isla privada, donde se quedan atrapados debido a las condiciones climatológicas, acaba con el misterioso asesinato de uno de ellos.
Con la intención de escribir un relato ambientado en su tierra natal y que estuviese inspirado en la novela Diez negritos, de Agatha Christie, que también se desarrolla en una isla, Michaelides se propuso construir la trama desde “una perspectiva más basada en los personajes”.
“A Agatha Christie le interesaba más la trama y esto hacía que sus personajes fuesen algo más superficiales. Yo quise coger una trama parecida a la suya y aportar unos personajes muy realistas y profundos”, explica el autor, que estaba interesado, sobre todo, en resolver “qué hace que una persona sea capaz de matar a otra”, una cuestión que responde remontándose a la infancia y viendo “cómo conforma la personalidad”.
Después de una primera versión escrita en tercera persona, Michaelides decidió contar la historia en primera persona a través de la mirada de Elliot, un personaje aparentemente secundario con una voz inspirada en el “prototipo de narrador sarcástico e ingenioso que se va entremezclando con la trama”, y que encontró en las películas Eva al desnudo, de Joseph L. Mankiewicz, y Laura, de Otto Preminger.
“Cuando el narrador es en primera persona me meto enseguida en la historia y es más fácil conectar”, explica el escritor en referencia a este tipo de personajes, que, más que “caer bien”, intenta que sean “interesantes”, algo que también busca en las estructuras de sus relatos, en este caso a través de los saltos atrás en el tiempo.
Para escribir La furia, Michaelides siguió un proceso creativo diferente al de sus novelas anteriores, evitando planear el desarrollo del relato, una metodología que considera que “roba un poco la alegría del proceso”.
“Me parecía divertido, a nivel creativo era muy emocionante no saber a dónde me dirigía, pero te exige tener fe en que todo va a funcionar bien”, explica el escritor, que reconoce que finalmente tuvo que “encontrar el equilibrio” entre ambas maneras de trabajar.
De la escritura de esta novela también destaca el momento en el que dio con el giro argumental: “Se me ocurrió mientras escribía, y fue un alivio”, recuerda el autor, que asegura que vive la búsqueda de estos giros con “preocupación”.
“Como que mis primeras novelas han tenido giros tan grandes, ahora la gente espera que haya muchos giros en mis libros. Y ya me gusta, sería maravilloso que cada libro tuviese uno sin que se vuelvan trucos baratos, pero no sé cuantos más tengo en mi cabeza, me da miedo quedarme sin ideas”, admite.
“Nunca estoy contento con ningún libro“, explica el escritor al reflexionar sobre sus últimas obras, que confiesa que, si no hubiesen tenido que mandarse a la imprenta, habría “seguido revisando”, algo que no pasó con La paciente silenciosa, (Alfaguara, 2019), su primera novela, que escribió sin editorial y “sin la presión de una fecha de entrega”, una “oportunidad” que lamenta no haber vuelto a tener desde entonces.
Actualmente, Michaelides está trabajando en su próxima novela, inspirada en su infancia, en la que avanza que también habrá asesinatos, y en la adaptación de La furia al cine, que protagonizará la actriz Uma Thurman, amiga suya desde hace diez años y a quien ha dedicado el libro.
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