Babelia dedica su portada del pasado fin de semana a Alexander von Humboldt. Geólogo, ecólogo, aventurero y uno de los grandes pensadores del siglo dieciocho.
La ciudad de Jena, con sus 4.000 habitantes y sus rebaños de ovejas cruzando las calles empedradas, vio perturbado su sosiego académico y pastoril en los últimos días de diciembre de 1794. Un grupo estridente encabezado por Schiller, Goethe y un jovencísimo científico que empezaba a andar en boca de todo el mundo, Alexander von Humboldt, habían adoptado la costumbre de reunirse a diario en la casa del primero, en la plaza del mercado, para discutir de ciencia con calor y estrépito, pasión y risotada hasta bien entrada la noche. Conocer al científico ejerció un poderoso estímulo sobre un Goethe cuarentón, algo barrigudo y melancólico, hasta el extremo de que Humboldt pudo bien ser la inspiración de su Fausto.
Humboldt, que llegaría a ser el naturalista más renombrado de su tiempo, es hoy una figura arrinconada en la historia de la ciencia. Es paradójico, porque resulta muy difícil visitar alguna parte del mundo donde su apellido no haya bautizado algún lugar o algún fenómeno natural: la corriente de Humboldt junto a la costa de Chile y Perú, sierra Humboldt en México, pico Humboldt en Venezuela, el río Humboldt en Brasil, la bahía Humboldt en Colombia, el glaciar Humboldt en Groenlandia, montañas en China, Sudáfrica, Nueva Zelanda y la Antártida, cataratas en Tasmania y Nueva Zelanda, cientos de plantas y animales y hasta una de las manchas de la Luna, el mar de Humboldt. Pero eso son solo nombres, ¿verdad? Y el caso es que el de Humboldt no aparecería hoy en ninguna lista de los 10 o 20 grandes investigadores que han transformado el mundo.La autora ha compuesto una narración admirable, tan preñada de entendimiento como de información novedosa Esa es la injusticia que intenta reparar Andrea Wulf, escritora y profesora en el Royal College of Art londinense, con su obra monumental La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt, que llega a las librerías el jueves. El libro asombra por dos razones. La primera es su exhaustiva investigación sobre el autor, que no solo la ha llevado a rebuscar por bibliotecas y archivos de medio mundo, sino también a seguir los pasos del naturalista alemán, a revivir en primera persona sus andanzas, escaladas y aventuras de descubrimiento. Y la segunda es que, tal vez como consecuencia de lo anterior, la autora ha compuesto una narración admirable, tan preñada de entendimiento como de información novedosa, tan plena de emoción vital como de conocimiento profundo. La intención de Wulf era revivir a Humboldt, y lo mejor que se puede decir de su libro es que lo ha conseguido.
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