En el cuento que da título a su último libro de relatos, Las voladoras, Mónica Ojeda escribe: “La voladora es el bosque que entra en nuestra casa”. ¿Qué son las voladoras? Son animales fantásticos de un solo ojo, mitad mujer mitad pájaro, de grandes alas y cabello negro que, provenientes de las frondas, visitan nuestras casas para seducirnos. La protagonista afirma: “Soñé con una de ellas antes de que entrara en nuestra casa por la ventana de mi habitación”. Más tarde, la voladora se enseñoreará del hogar familiar: al padre de la protagonista le tensa y le mancha los pantalones; la madre cierra con fuerza las piernas; las plantas de la casa sudan y les brotan las venas a los caballos… “La montaña es el verdadero hogar de las voladoras (…). Es un templo de sonidos terribles, de ruidos de pieles, uñas, picos, colas, cuernos, lenguas, aguijones…”.
La selva parece ser también el lugar de donde provienen las “umas”, misteriosas mujeres vestidas de blanco que bailan en el jardín deshabitado del relato “Cabeza voladora”. “Cargaban con el cabello suelto por debajo de la línea de la cintura” y “en sus cantos y rezos repetían palabras como fuego, espíritu, bosque, montaña”. La protagonista de este segundo cuento ha sufrido un terrible trauma: en medio de su jardín ha caído una bolsa con la cabeza de Guadalupe Gutiérrez, la hija del vecino doctor Gutiérrez, que la ha decapitado y se dedica a jugar con ella al fútbol en el jardín, hasta que un día el nefando balón se cuelga y va a parar al jardín vecino de la protagonista. Cuando el médico parricida es encarcelado y la casa queda vacía, durante la noche, comienzan a oírse extraños ruidos en la casa cerrada: es el cuerpo decapitado de Guadalupe, que busca inútilmente su cabeza voladora. Hasta que las umas, como hacía la voladora, llaman a la puerta de la protagonista para seducirla…
El jardín, que no es sino una naturaleza domesticada, una transición entre la casa y el bosque, también tiene un papel principal en el cuento “Caninos”, donde Hija guarda la dentadura postiza de Papi fallecido como si ésta fuera un despojo de su cadáver, un fantasma capaz de morder el aire. Hija entierra en el jardín la dentadura para que Mami no la encuentre, y deja de guardián a su perro Godzilla, un can que encontró en la calle y le mordió la pierna para luego lamerle la sangre.
En definitiva, el bosque y el jardín encarnan en estos cuentos de Monica Ojeda lo irracional, lo fantástico, lo dionisíaco, lo sórdido: el deseo, la muerte, el vicio, la ebriedad. Todo ello penetra en las narraciones de la escritora ecuatoriana de un modo sutil y elegante en toda su suciedad y depravación, para provocarnos sensaciones de placer incómodo, de gusto por lo desagradable.
Otro de los cuentos de la colección se titula “Slasher”. Para quienes lo desconozcan, tal anglicismo se refiere a un subgénero de la literatura de terror cuyos protagonistas son asesinos de adolescentes aquejados de perversiones sexuales que se mueven en ambientes de drogadicción. Pero el objetivo de Mónica Ojeda no es dramatizar ni aterrorizar, sino desarrollar un imaginario, una mitología personal e, incluso, satirizar semejante subgénero. No en vano las hermanas protagonistas de “Slasher” son unas adolescentes que participan en el II Festival Andino de Música Experimental con performances donde interpretan golpes de piedras, chillidos de animales, bofetadas, explosiones de agua, objetos quemándose, martillazos sobre cabezas de muñecas…
En suma, Las voladoras nos adentra con brillante técnica literaria en esos territorios desconocidos de la imaginación donde el bosque oculta todo aquello que deseamos y nos aterra.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: