Contar cómo llevar al colegio a sus hijos, cómo tiene que recordar a su abuela cien veces lo mismo o cómo decide comerse un kiwi después de ver una foto de Halle Berry en bikini es lo que hace la escritora Aloma Rodríguez en Puro glamour, donde demuestra que la rutina diaria es un poderoso argumento literario.
«Me he reído de mí misma llegando a un punto que roza la parodia, incluso el patetismo», asegura. Por eso Rodríguez asegura que el lector se va a reír, a veces a carcajadas, porque en estas páginas no existe el narcisismo sino la voz de una autora-madre que a veces es grotesca, a veces irónica, a veces sarcástica y sobre todo, tierna y con los pies pisando en tierra firme.
«Con maternidad hay algo que me molesta, y es el adanismo, porque parece que todas las madres fuéramos las primeras madres, y hay que entender que somos parte de una cadena. Echo en falta cierto humor y tomar distancia«, lamenta Rodríguez quien, con su «Barreiros», tiene tres criaturas que imprimen más risas a estas páginas que rezuman rock ‘n’ roll del bueno.
Lo hace con las vivencias diarias que narra en Puro glamour, como cuando una tarde al pasar por la casa donde vive su abuela ésta les tira a sus hijos una bolsa de magdalenas desde el balcón. Algo que para el «mediano» es asombroso al creer que los dulces caen con esa velocidad por una cuestión de fuerza de la anciana.
«Pero mi hijo no conoce la gravedad», dice entre risas esta artífice de convertir la cotidianidad en una literatura fresca y necesaria para reconocer que la vida, sea como sea, tiene muchas historias que narrar.
Hija de padre periodista y escritor, a Rodríguez no le quedaba más «remedio» que amar la literatura, y ésta es otra de las claves que hacen que el libro se convierta en un texto de mayores dimensiones con referencias a Simone Weil o Alice Munro, escritoras y madres que, como ella, aprendieron a compaginar oficio y vida privada.
En Puro glamour los espacios se convierten también en protagonistas, tanto es así que su autora es capaz de convertir en «paraíso terrenal» la localidad zaragozana de «Garrapinillos» al darle el sobrenombre francés «sur la mer», lo que colma de encanto esta pequeña historia llena de heroicidades tan habituales que pasan desapercibidas, como ser puntuales cuando hay que levantar, dar el desayuno y vestir a tres niños.
Así que, según confiesa Rodríguez al recordar las palabras de un amigo, Puro Glamour es como «comer pipas», porque una vez que empiezas ya no puedes parar.
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