Hace unos meses, en un correo del tuiter, un amable lector me negaba autoridad para emitir “doctrina”. ¡Doctrina! En términos tan educados como contundentes me reprochaba emitirla “con excesiva ligereza”, nada menos, así como hacerlo con “absoluta ausencia de criterio” sobre los más variados “temas, libros y autores”.
Los libros. Y punto.
Soy un viejo sin futuro (aunque con algún pasado) que encerrado en las mazmorras ruritanas se limita a hacer balance. De lo vivido, mayormente, que ha sido hociquear entre librotes porque tampoco tenemos otra cosa. Así que no deposite en mí, lector amigo, expectativas: cualquier otra causa carece de interés porque siempre se sustancia en amar, luchar, perder, ganar, equivocarse y hacer por la vida, en suma, como cualquier cristiano. Yo sólo soy mis lecturas, si es que soy: en todo caso no tengo otra patria que las (polvorientas) baldas de mi biblioteca, compleja geografía física, química y sentimental. Nada guardo fuera de ellas. Nada fuera de mis fieles y leales amigos los libros. Quizá el Amor, si es que tal cosa existe, que existe, con permiso de Juan Eslava, puesto que del Amor estamos ahora hablando y no hay manera de hablar de lo que no existe. Además, que le pregunten, sino, a la pobrecita de la Psique si existe o no ese adorable hijo de Afrodita. Todo lo demás, ceniza y humo, polvo y sombra.
Nada.
Gracias, en cualquier caso, al tal —o la tal— Fantasía Excelsa por su fantástica (y fanática) misiva que me recuerda lo más importante, lo único que cuenta, lo que da sentido a todo: que al otro lado hay alguien. ¡Qué importante es eso! Sólo por ese “otro lado” cuenta éste. Sin “otro lado” no habría ping-pong, sólo ping. Tampoco habría tenis, futbol ni ajedrez: no habría nada, no habría juego, en suma. ¿Y qué es el juego, señores, sino simulacro, igual que los libros? Simulación. Simbolismo. Preparación. Un entreno. Una representación sin consecuencias: sin dolor, enfermedad ni muerte.
Bueno, dolor hay, pero es creencia, percepción, mera emoción porque, repito, salvo accidente, en los libros y en el juego no hay consecuencias de las que hieren, abren surco, trazan ruta y dejan cicatriz: de esas no hay. Aunque parezca mentira, en juego se pone sólo la siempre etérea “reputación” y, desde luego, tiempo, ese magnífico capital que se pasa uno la vida despilfarrando. Da gusto jugar. Acaba uno cansado y sudado, feliz o contrariado, pero incólume. Al fin y al cabo, no hay verdadero perdedor, no hay heridos, víctimas, y tampoco ganador: no es más que ficción. Una imitación de la vida, como la fabulosa “rivalidad” entre deportistas que en realidad se necesitan y se complementan: no son nada el uno sin el otro y su épica “rivalidad”, hermosa poesía, atracción de feria, teatro, un juego más. Un relato igual que los de los libros, donde uno aprende, viaja, sueña, vive, desea, ama, busca, odia, aspira, pierde, gana, encuentra (o no) sin arriesgar verdaderamente. Como en el juego, en los libros la incertidumbre sólo es ficción, el dolor también y jugando de libro en libro va uno adquiriendo certezas, pocas, que terminan configurando un interesante corpus lleno de prometedoras posibilidades… hasta que al levantar la cabeza, el jugador se encuentra solo frente a la Perra Descarnada que le indica amablemente la salida. “Por aquí, señor, haga el favor”. Y uno, el jugador, que al cabo de una vida por fin lleva los bolsillos llenos, se queja. “No, mujer, no. Ahora no. Un poco más, que estoy en racha”. Ella menea con gracia el huesudo cráneo pelado, sonríe cínica y muestra todos los dientes de la calavera mientras dos ángeles gorilones lo agarran a uno, al jugador, por los sobacos y ya no lo sueltan hasta sacarlo del local de una patada. “A la calle, hombre. Y que Dios reparta suerte”.
Y Dios reparte. Ostias como panes reparte.
Suerte (buena), poca.
En fin, al toro. Y muramos si toca. Por Dios y por España. Y que no sea nada, porque a veces cuesta horrores.
-
Españolas en el Nuevo Mundo, de Daniel Arveras
/abril 17, 2025/Daniel Arveras reúne en este trabajo las pequeñas y grandes historias de algunas de las miles de mujeres españolas que viajaron y se instalaron en América a partir de 1492. Una realidad escasamente tratada y conocida, pese a su importancia. En ágiles y amenos capítulos, el autor escribe sobre virreinas, gobernadoras, adelantadas, soldados, escritoras y religiosas que dejaron una mayor huella en las crónicas y documentos, pero también nos acerca fragmentos de las vidas de otras mujeres mucho más anónimas que vivieron diferentes realidades en América. En Zenda reproducimos el primer capítulo de Españolas en el Nuevo Mundo: Historias de mujeres…
-
Antonio Machado ingresará simbólicamente en la RAE con casi un siglo de retraso
/abril 17, 2025/También intervendrá en el encuentro Alfonso Guerra, comisario de la exposición Los Machado: Retrato de familia, dedicada a Manuel y Antonio Machado, que recalará en Madrid desde ese mismo día, tras su paso por Sevilla y Burgos. Y Joan Manuel Serrat ofrecerá un recital con poemas de Antonio Machado para cerrar el acto. “Hemos organizado un acto simbólico, de fuerte significación, considerando que don Antonio Machado ha sido uno de los grandes poetas de nuestra historia, de los más profundos y más conocidos también, es una nueva ocasión de homenajearlo”, ha señalado a Efe el director de la RAE, Santiago…
-
Elogio del amor, el canto a la vida de Rafael Narbona
/abril 17, 2025/Narbona se ha enfrentado con el dolor, la muerte de su padre, cuando era joven, por un infarto, el suicidio de su hermano, y ahora la enfermedad de su mujer. En la presentación del libro el pasado martes nos habló del dolor, pero también del amor y lo hizo a través de su pasión por sus perros, por la Naturaleza que contempla cuando sale a pasear con su mujer, Piedad, por su pasión docente, cuando era un profesor comprometido con los chicos, donde lo académico pasaba a un segundo plano y triunfaba el humanismo. Esa forma de ser que se…
-
Literatura al habla
/abril 17, 2025/Para Javier Huerta Calvo Aparte de todo, si esto denota algo, me temo, es la importancia y presencia que tiene en mí la literatura, desde hace muchos años, tantos que ésta ya se confunde y funde con toda mi vida. Quizá mi propia vida no sea otra cosa que literatura. El contacto para llamar a Umbral para entrevistarlo —cosa que me costó muchísimo— fue mi querido profesor, y gran escritor, Antonio Prieto. Me acuerdo que a Umbral, con voz temblorosa, le tuve que llamar varias semanas porque siempre me decía: “Llama la siguiente semana”. Me lo dijo muchas veces, no…
Internet está lleno de hijos de puta, professor.
Un escrito muy bonito de leer