Una aventura literaria como posibilidad única de abarcar la vida. O una forma de vida como único modo de encarar la literatura. Son las dos caras de una mujer cuyo juego malabar consiste en combinar las dos opciones con tal maestría que casi parece que escribe como respira. Desde las portadas de sus libros al contenido, desde los personajes de sus novelas a las entrevistas concedidas. Amélie Nothomb construye en cada línea el mejor personaje de sí misma.
Una forma de vida es el título de una novela en la que narra la historia infame de un soldado estadounidense desplazado a Irak. La admiración que siente por la escritora le decide a enviarle una carta con dirección a su editorial. Una primera misiva. “Le escribo porque estoy sufriendo como un perro. Necesito un poco de comprensión y sé que usted me comprenderá”. Con esta última afirmación, con tal muestra de fe, “sé que usted me comprenderá”, el soldado desencadena las impresiones, entregas y reticencias de la autora belga a la hora de responder a aquellos que se dirigen a ella como si la conocieran. “¿Cómo podía saber que yo le comprendería? Suponiendo que hubiera leído mis libros, ¿acaso eran el ejemplo más evidente de la comprensión y la compasión humanas?”. Una pregunta que la autora lanza al aire como si sólo admitiese una respuesta: no. Pero ¿y si…?
El soldado sufre lo que se ha llegado a considerar una epidemia en los ejércitos no sólo de Estados Unidos sino también de México. La obesidad. Esto es real. Es el resultado de la ingesta compulsiva como respuesta a la ansiedad. En zona de combate resulta muy habitual. Mapple es un hombre atormentado, convencido de que jamás le dejarán abandonar Irak.
Las aventuras y desventuras del soldado Mapple no son más que una escalera de caracol. Un camino para llegar al verdadero contenido. Amélie Nothomb flota sobre la historia del muchacho obeso utilizándola como elevador necesario para llegar mucho más alto, al centro del nudo de su cuestión. De la única que le importa; la relación entre el resto de seres humanos que habitan el planeta… y Amélie Nothomb. O dicho de otro modo. Qué opina ella de todos los demás y cómo los demás la ven a ella. Un par de interrogaciones eminentemente egocéntricas a las que la autora le da vueltas y vueltas como elemento esencial en su obra. En general. No sólo de esta.
Nothomb explica en Una forma de vida su pasión por el género epistolar. Otra perspectiva útil para seguir hablando de ella. Recibir cartas y observarlas, clasificarlas, prepararlas. Una suerte de fetichismo que se desarrolla plenamente cuando las cartas pierden la naturaleza de objeto y ganan la condición literaria, esto es leer cartas y responder cartas. Un ejercicio de práctica y aprendizaje que se transforma en parte esencial de la vida cuando la conexión entre los dos participantes es efectiva, quiero decir, llegar a esperar cartas. Con ansia. La autora cuenta que contesta a la mayoría de personas que le escriben. Confiesa que ha sentido cercanía por algunas de ellas y que le afectó más de una pérdida. Una compulsión que encaja con el perfil que inventa para moldearse con sus propias teclas. Habla de centenares, de miles de cartas. Así pues, esta novela funciona como ejemplo de comprensión y compasión humanas… de ella misma. El sujeto principal de su historia. Y lo hace como nadie. El peligro al ridículo es atroz si no se trata de ella. Con ella no. Ella es interesante. Saber parecerlo, la hace.
‘Aquella mañana, recibí una carta distinta de las demás’. Así empieza una novela que publicó, asegura, para que sus muchos corresponsales se apiadaran y dejaran de escribirle. No me lo creo. En la novela despliega su teoría sobre lo que ha de ser la misiva perfecta. Nunca más de dos folios por ambas caras, ha de ensalzar la interlocución con el otro y por último, no ha de contener peticiones. Aquí Nothomb aprovecha para avergonzar a los que le piden. Lo que sea. Sobre todo si dan por sentado que van a obtener cualquier cosa de ella. Desde que corrija los deberes de una clase que ha trabajado una de sus novelas hasta financiación para alguien que quiere escribir su primera novela. “La gente cree que soy el abono ideal para sus plantaciones secretas”, escribe. Parece que también les odia.
Es imposible averiguar cuánto de real hay en esta ficción que se inventa de sí misma, pero si hemos de creerla, aceptaremos que esta mujer que escribe una novela al año (no muy extensa) experimentó el vacío creativo solo siendo niña, cuando le estuvo enviando una carta semanal a su abuelo durante seis años. “Coméntale lo que él te haya escrito” le recomendó su madre.
Y así sigue, magnífica, comentando lo que sucede más allá de ella misma tomándose como centro de toda perspectiva.
Diseccionando un mundo que sólo es el suyo con un talento que escuece, como sal en una herida. Amélie Nothomb, un ego espléndido hecho obra. Una gran creación de sí misma.
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Autor: Amélie Nothomb. Título: Una forma de vida. Editorial: . Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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