Al filo de la treintena Silvia Soler y Marc Morera tomaron una decisión crucial: abandonar su ciudad natal, Barcelona, para buscarse la vida juntos en una metrópolis del Lejano Oriente: Shangái. Su historia podría ser la de muchos jóvenes españoles que emprenden un exilio voluntario empujados por su espíritu aventurero y ambición profesional si no fuera porque Marc Morera ha plasmado su experiencia asiática en Dos dumplings, una novela gráfica que acaba de publicar Amok Ediciones, sello especializado en aprovechar la energía literaria que generan los vientos del este. Como muchos habrán adivinado, el título es una referencia al popular alimento chino, dumplings, pequeñas masas rellenas de distintos ingredientes, pero también a la sensación que tuvieron los protagonistas al llegar a Shangái de haber sido vertidos a una olla hirviente.
«En el 2013 sufríamos los coletazos de la crisis de 2008 y ni Silvia ni yo estábamos satisfechos con unos trabajos que solo nos permitían subsistir», cuenta Marc. «Conocíamos Japón y la India, nos atraían los países asiáticos, y elegimos Shangái porque en esa época concedía visados de trabajo y de estudiantes. Trece horas de vuelo con escala en Estambul y nos plantamos allí, ahora los hay directos y más cortos».
La pareja aterrizó en la Perla de Oriente con poco dinero pero grandes expectativas. Deseaban integrarse en su nuevo hábitat e hicieron los protocolarios votos: aprender el idioma (chino mandarín), adoptar el modo de vida local y evitar refugiarse en las burbujas de los laoways, como allí llaman a los extranjeros. No iban a ser fáciles de cumplir. Alquilaron un apartamento en un quinto piso sin ascensor y Marc, que es diseñador gráfico, encontró enseguida trabajo en una empresa francesa con sueldo de becario. A Silvia le costó un poco más.
«Shangái es escenario de fuertes contrastes entre los rascacielos futuristas y los barrios de chabolas, y también entre la digitalización extrema y la persistencia de culturas ancestrales. Incluso para pedir un taxi hay que tirar del móvil. La contaminación es tan elevada que hay que instalar en las viviendas depuradores de aire, y también dispensadores de agua, porque la del grifo contiene metales y no se puede usar ni para cocinar». También les resultaba algo peculiar la costumbre de secar la carne colgándola como si fuera ropa mojada, la de escupir en el suelo y el opresivo control político/policial que impide reuniones callejeras de más de diez personas. O el hábito de comer carne de perro, aunque se limita a las zonas meridionales.
En el lado positivo Marc destaca las múltiples opciones profesionales que ofrece el emporio chino en el campo de la tecnología y «la posibilidad de un crecimiento personal acelerado, pues lo que en España cuesta tres o cuatro años allí lo consigues en uno. Las empresas chinas han pasado de copiar a las de Occidente a liderar el mercado y cuentan con muchos extranjeros en sus equipos».
Silvia y Marc encontraron mejores puestos con mejores salarios, su situación económica mejoró y dedicaron su tiempo de ocio a viajar por el inmenso país. Así pasaron cuatro años, y al fin se impuso el deseo de regresar. «Hubo dos momentos clave», recuerda Morera: «cuando me percaté de que necesitaría al menos diez años para aprender el idioma y luego cuando nos empezó a agobiar una sensación de provisionalidad». Con dos niñas de dos y cuatro años y la perra Lía, la pareja reside actualmente en Sant Cugat, donde Marc ha encontrado el equilibrio entre diseñar y dibujar. La idea de volver a trasplantarse a otras tierras pasa de vez en cuando por su mente.
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Marc Morera es de momento el único autor español que figura en el catálogo de Amok Ediciones. Los editores consideraron que su historia es una buena guía para los intrépidos que sueñan con lanzarse a la aventura asiática. Los creadores de Amok predican con el ejemplo. Son tres empedernidos trotamundos que practican lo que puede considerarse el polo opuesto del turismo programado y facilón hoy tan en boga: instalarse por tiempo indefinido en una ciudad de un país desconocido para buscarse allí la vida e integrarse en una sociedad distinta. La pareja formada por Paula Llamas y Javier Redondo, ella abogada y él ingeniero, dio la vuelta al mundo en 2004 y recalaron en Bruselas, donde una parada de dos semanas se prolongó siete años. En 2011 se lanzaron en paracaídas en Singapur, que fue su hogar durante once años. Enrique Larrea, también abogado, ha trabajado como voluntario en oenegés en Haití, República Dominicana, Bolivia, Perú, Israel o Jordania… Vivió en Malasia desde 2012 a 2017.
Los tres son lectores compulsivos y esa vocación común les llevó a crear Amok Ediciones, que desde 2022 ha publicado treinta títulos, entre cómic, ensayo y narrativa de variada temática: novela histórica, de detectives, de trasfondo social, suspense, ensayo y biografía. Todas ambientadas en China y en otros países del sudeste asiático.
«Amok nació con el objetivo de abrir una ventana a Asia, a través de grandes historias que alimentan la curiosidad y dejan poso», dice Javier Redondo. «Nuestros libros tratan temas universales como la familia, la sociedad, la identidad, los derechos humanos y un largo etcétera desde una perspectiva diferente. Hemos vivido muchos años allí, exponiéndonos a su cultura, sus costumbres y su literatura: queremos establecer un puente con el lector español y compartir nuestra fascinación por este lugar que fue nuestro hogar».
El término amok, de origen malayo, define el estado de locura transitoria en el que entraban los guerreros durante la batalla, del que se deriva la expresión inglesa to run amok, o perder el control, «el estado en que nos encontrábamos cuando decidimos montar la editorial, y el que deseamos a nuestros lectores, en el buen sentido, cuando lean uno de nuestros libros», bromea Redondo.
Los criterios que siguen para seleccionar originales son sencillos. «Que sea una gran historia, que haya triunfado en Asia o en el mercado anglosajón —tenemos ganadores del Eisner y nominados al Booker—, y que sea asequible para un lector español no familiarizado con la cultura asiática. Historias y personajes universales ubicados en escenarios exóticos que despiertan el apetito del lector por el sabor y el saber oriental».
Arrancaron a lo grande con una obra maestra del cómic ganadora del Premio de Literatura de Singapur 2016 y varias nominaciones a los prestigiosos premios Eisner en 2017: Charlie Chan Hock Chye, historia de un artista enmarcada en la historia del cómic y la historia de un país. Chan tiene poco más de setenta años y lleva creando cómics en su Singapur natal desde 1954, cuando solo era un niño de dieciséis. Ya en la tercera edad evoca su pasado con un deslumbrante despliegue de estilos artísticos y formas, como si se tratase de un documental de la evolución del panorama político y social de su país y del universo del cómic. Un apasionante relato de los últimos setenta años de la historia de Singapur y Malasia que aborda temas como los derechos humanos, la lucha por la libertad y la manipulación de los medios de comunicación.
Un plato fuerte del catálogo es la serie de seis volúmenes de Juez Bao, de Patrick Marty y Chongrui Nie, una aproximación al confucionismo a través de las apasionantes aventuras de Bao, un juez incorruptible, conocido como el Sherlock Holmes de la China Imperial, venerado en su país, que ha inspirado películas, series y videojuegos. La serie incluye suspense, complots en la corte, kung fu y un dibujo increíble, pues el autor parte de una viñeta en negro y dibuja como si fuese un negativo. Chongrui Nie, el dibujante, es también el autor de Una montaña lejana, donde relata cómo, a los dieciocho años y durante la Revolución Cultural de Mao, fue enviado a una región remota para ser reeducado y, atrapado por la belleza que le rodeaba, optó por vivir la experiencia como una bendición y no como un castigo.
La vida de algunos autores es más novelesca que la de sus protagonistas. Es el caso de Colin Cotterill (Londres, 1952) un alma nómada que ha desempeñado diferentes actividades en Israel, Australia, Estados Unidos, Japón, Tailandia… Pasó cuatro años en Laos trabajando para la Unesco y de esa etapa surgió su peculiar personaje Siri Paibun, protagonista de otra exitosa serie editada por Amok. Ambientada en Laos de los setenta tras el triunfo de la revolución comunista, sigue los casos de un inteligente forense septuagenario, con un sentido del humor subversivo, comunista vergonzante que cree en lo sobrenatural y se comunica con los difuntos. En el último título, Anarquía y perros viejos, escoltado por su rolliza enfermara y otros personajes más o menos estrambóticos, desarticula una conspiración monárquica y resuelve varios crímenes, siempre con un comentario irónico o una sabia reflexión: «El futuro es como un grano en la nariz. Por mucho que corras, nunca lo alcanzas».
¡Gracias por darnos voz, Bel! Reseña detallada y trabajada.