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Ámsterdam, siglos XVII y XVIII

Ámsterdam, siglos XVII y XVIII

Tengo que reconocer que soy un lector que disfruto con las historias largas, sobremanera aquellas que están formadas por secuelas y precuelas, escritas a lo largo de años. He leído series de libros de todo tipo; unos en los que he tenido la suerte de descubrirlos en el primer volumen publicado, a los que, de manera expectante, he esperado pacientemente a que se publicase su continuación para conocer el desenlace. Como ejemplo, puedo citar las trilogías escritas sobre la Edad Media y el siglo XX por Ken Follett o la de la vida del emperador Trajano escrita por Santiago Posteguillo. Otras series llegaron a mí al descubrir el segundo o posterior volumen publicado, caso de la serie de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov, en la que cuenta el nacimiento de una fundación interestelar y el desarrollo de un mundo robótico. Esto mismo me ha ocurrido, estos días, con las obras escritas por la británica Jessie Burton. Empecé leyendo la recién publicada La casa de la fortuna, novela que me gustó tanto que me sentí en la necesidad de leer el libro publicado hace diez años, titulado La casa de las miniaturas, para conocer más sobre el origen de la historia, el contexto de esta y los protagonistas. En ambos volúmenes, la autora hace gala de una narración apasionante recreando de manera atractiva el Ámsterdam de los siglos XVII y XVIII. Jessie Burton dota a las novelas de personajes en donde su mejor característica es la personalidad arrolladora de las mujeres que las protagonizan. Mujeres que viven en una sociedad de ricos comerciantes y que transmiten sentimientos, dudas y agobios por vivir en una familia opresora debido a la moral imperante en una sociedad fiscalizada por la hipocresía que es fomentada por las costumbres y la religión presentes. En este ambiente se desarrollan misterios llenos de secretos ocultos que condicionan la vida de los protagonistas.

En el primer volumen, La casa de las miniaturas, los detalles inundan toda la novela, consiguiendo que el lector se enganche desde las primeras páginas. En la misma hay drama, amor, sexo, avaricia y falsedad, que son narrados a ritmo vivo y que hacen que la novela sea atractiva. La vida de la protagonista de la novela da un sorprendente giro cuando contacta con una artesana a la que contrata para que realice trabajos para ella.

Dice la autora en la contra de La casa de las miniaturas:

“Un día de otoño de 1686, una joven de dieciocho años llama a la puerta de una casa señorial en el barrio más acomodado de Ámsterdam. Nella Oortman se ha trasladado del campo a la ciudad para convivir con su marido, Johannes Brandt, un hombre maduro y distinguido comerciante que habita en la mansión en compañía de su hermana soltera y rodeado de fieles servidores. Como regalo de boda, Johannes obsequia a su flamante esposa un objeto muy de moda entre la gente pudiente de la época: una réplica de su propia casa en miniatura, que Nella deberá poblar con las figuras creadas por una desconocida miniaturista que ha encontrado por azar. Sin embargo, poco a poco, el amable pasatiempo se irá transformando en la clave de una serie de inquietantes revelaciones que conducirán a Nella a desenmascarar los secretos más oscuros de los actuales moradores de la casa, incluido su marido, arrojando luz sobre los peligros que amenazan la supervivencia de su nueva familia”.

En el segundo volumen, titulado La casa de la fortuna, Nella comparte protagonismo con su sobrina Thea, mujer fuerte con mucha personalidad, ideas claras y carácter, que no está dispuesta a permitir que su familia le imponga su destino, ya que sus planes y sueños no coinciden con los diseñados por su padre. Esto hará que la joven luche por controlar su futuro, al margen de su familia, provocando un duro conflicto interno.

Dice la contraportada de La casa de la fortuna:

“Continuación de La casa de las miniaturas que se centra en Ámsterdam, en 1705, donde Thea Brandt, una joven de dieciocho años que se siente atraída por la vida artística, está felizmente enamorada de Walter Riebeeck, un pintor de escenarios teatrales con el que sueña contraer matrimonio algún día. Sin embargo, la situación en casa es desesperada, y Otto, el padre, y la tía Nella se ven obligados a vender sus cuadros y tapices para reponer sus precarias finanzas. Cuando Thea recibe una invitación al baile más exclusivo de Ámsterdam, su familia no cabe en sí de gozo ante la perspectiva de que pueda hallar un buen partido durante la velada. Una ocasión que se presenta de la mano del clavicembalista Jacob van Loos, un apuesto heredero que les permitiría escapar de la pobreza y les aseguraría el lugar entre la buena sociedad que se les ha negado hasta ahora. Pero Thea, marcada por ser hija de una relación ilegítima y por su piel llamativamente oscura, tiene otros planes en la cabeza y deberá enfrentarse a un dilema irresoluble: salvar a su familia o seguir el camino que dicta su corazón”.

Como resumen se puede afirmar, con rotundidad, que el conjunto de las dos novelas nos transporta a un mundo en donde las descripciones son elegantes, los personajes absorbentes y el lector siente que se encuentra atrapado por una maravillosa historia que le obliga a continuar leyendo. Son dos novelas que se pueden leer con independencia la una de la otra, pero que ganan leyéndolas según su orden de publicación, por lo que considero que son muy recomendables.

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Autora: Jessie Burton. Título: La casa de las miniaturas. Traductor: Carlos Mayor. Editorial: Salamandra. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Autora: Jessie Burton. Título: La casa de la fortuna. Traductor: Jofre Homedes Beutnagel. Editorial: Salamandra. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

© Ben Turner

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