Tendemos a pensar en una Grecia antropocéntrica, pero lo cierto es que los primeros filósofos y poetas tenían una idea muy clara sobre el alma de los animales. María Flores Rivas ha convertido su tesis doctoral en un ensayo que refleja esta noción y que, además, compila sus dos pasiones: la filología clásica y la veterinaria
En este making of María Flores Rivas desvela el origen de Anima animalis (Abada).
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Los animales siempre han estado muy presentes en mi vida de una forma u otra. De hecho, de pequeña tenía el deseo de dedicarme a alguna profesión en la que tuviera que tratar con animales. En cambio, acabé siendo filóloga clásica. ¿Qué pasó? Contra todo pronóstico, el griego antiguo, con sus cantos de Orfeo, se cruzó en mi camino. Eso sí, lejos de abandonar ese deseo de la infancia, no descuidé a mis animales en pos del mundo antiguo, sino que busqué (y a día de hoy continúo buscando) aprender más sobre ellos, a través de la exégesis y la traducción de los textos. Anima animalis es, hasta ahora, la prueba más palpable de ello.
Al mismo tiempo, nada más comenzar mi investigación me di cuenta de que la bibliografía sobre la idea del alma en la Antigüedad está lastrada en general por una perspectiva antropocéntrica. Sin embargo, al analizar los textos del período arcaico de primera mano, comprobé que la gran mayoría no distingue entre almas humanas y almas animales. Para empezar, cuando hablan del alma o abordan el concepto (diferente del que actualmente observamos) no se detienen en delimitar a quién o a qué pertenece, sino que dan por supuesto que todos los seres vivos están dotados de alma. En algunos casos incluso la extienden a los seres inanimados. Es más, algunos autores consideran que las propiedades del alma de un determinado animal (humano o no humano) no difieren de las de otro, como, por ejemplo, propone Pitágoras de Samos. Este filósofo presocrático (siglo VI a.C.) desarrolló una doctrina de la transmigración en la cual planteaba que un alma, a la muerte del ser vivo, puede pasar a otro. Además, hay testimonios que señalan que abogó por el bienestar de los animales, rechazando incluso su sacrificio y consumo.
Pitágoras es tan solo una muestra de cómo las ideas de un pasado tan lejano se avienen 2700 años después con aquellas que actualmente están contribuyendo a que cada vez más leyes defiendan los derechos y el bienestar de los animales. Este fenómeno, aunque a priori pueda parecer asombroso, tan solo pone de relieve la atemporalidad y la persistencia de una serie de sentimientos y principios éticos que la interacción con animales no humanos ha suscitado perennemente en nosotros, los animales humanos. Ello, a su vez, evidencia aún más la acusada necesidad que existe hoy en día de reflexionar sobre cuestiones de diversa índole, como los lugares que ocupan en nuestras vidas y las formas en las que interactuamos con ellos.
Espero que Anima animalis y su trama de conexiones entre presente y pasado, entre filología y realidad diaria, contribuyan precisamente a este fin, a despertar o a alimentar en el espíritu del lector pensamientos y reflexiones sobre esos seres con los que, como ya planteaban los antiguos, compartimos algo más que este mundo.
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Autora: María Flores Rivas. Título: Anima animalis: El alma de los animales en la Grecia arcaica. Editorial: Abada. Venta: Todos tus libros.
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