A la escritora estadounidense Anne Tyler (1941), Premio Pulitzer y autora de una veintena de novelas, le «horrorizaron» los años de la «era Trump» y aunque para ella es un «gran alivio» que Joe Biden esté en la Casa Blanca, cree que le resultará imposible deshacer todo el daño que ocasionó su antecesor.
Anne Tyler acaba de publicar una nueva novela en castellano Una sala llena de corazones rotos (Lumen), que escribió y sacó en Estados Unidos durante los primeros meses de la pandemia.
Siempre elogiada por sus agudas descripciones de la vida familiar de la clase media de Estados Unidos, los personajes de Tyler son casi siempre gente corriente que se enfrentan con las tragedias y los trastornos de la vida cotidiana, algo que vuelve a hacer en «Una sala llena de corazones rotos».
«Me gusta tomar una situación corriente, anodina, y examinarla con atención de forma que surja de ella algo interesante», asegura la autora en una entrevista con Efe que responde desde Baltimore, donde vive desde hace muchos años y ciudad en la que suele ambientar sus historias.
En su última novela, Tyler cuenta cómo la plácida vida de Micah vuela por los aires ante dos imprevistos que perturban su paz y su rutina: Cassia —su pareja, a la que niega la consideración de «novia»— aparece en su casa y le dice tiene que vivir con él y, por si esto fuera poco, un adolescente llamado Brink se planta en su puerta asegurando ser su hijo.
La autora explica que aunque todos intentamos ejercer cierto control sobre nuestras vidas, «Micah va un poco más allá que la mayoría de nosotros. Por un lado eso se debe justamente a qué él es así, y por otro es una reacción ante su infancia desestructurada. Pero como todos nosotros, no siempre lo consigue».
La pandemia de coronavirus, asegura la escritora, nos ha hecho conscientes de que tenemos menos control sobre la vida de lo que creíamos, pero reconoce que a su protagonista, un hombre sumamente metódico y reservado, que vive solo, «eso de la distancia social le importaría bastante menos que a la mayoría».
«Me figuro que es difícil no sentirse solo en cualquier sociedad. Sin embargo, la soledad de Micah es en gran medida autoimpuesta. Se protege tanto que no se da cuenta de muchas de las cosas que suceden dentro de otras personas», indica la Anne Tyler.
Leves referencias a la reciente actualidad política aparecen en su nueva novela pero, a través de las noticias que escucha su protagonista, Tyler hace mención a temas como el de los niños inmigrantes separados de sus padres que «nunca, jamás, volverán a ser los mismos».
Y es que a la escritora norteamericana le horrorizaron los años de la era Trump: «Hicieron que me diera cuenta de que la Constitución de los Estados Unidos es mucho más frágil de lo que nos enseñaron en el colegio. Que esté Biden ahora en la Casa Blanca supone un gran alivio, aunque me imagino que le resultará imposible deshacer todo el daño que ocasionó Trump», explica.
Anne Tyler dice que tiene muy poco contacto con el mundo de la tecnología pero su protagonista trabaja arreglando ordenadores en casas particulares. Y cuando sale a trabajar coloca en su coche un cartel que dice «tecnoermitaño», un término sobre el que la escritora aventura que » puede que no sea más que la versión contemporánea de los ermitaños académicos y de los ermitaños religiosos del pasado».
Anne Tyler explica que siempre elije a personajes que no se parezcan nada a nadie que conozca porque es su forma de ampliar su universo: «como les digo a mis amigos, cuando lees sobre algo en uno de mis libros, puedes estar casi totalmente seguro de que no ha ocurrido en la vida real».
Y la mayoría de sus personajes en esta novela son buena gente: «Soy consciente de que existe gente malvada. Pero cuando escribo una novela, tengo que convivir con mis personajes durante meses o incluso años. Por eso me aseguro de elegir gente cuya compañía me resulte grata».
Tyler, que obtuvo el Premio Pulitzer en 1989 por Ejercicios respiratorios, es autora también de exitosas novelas como El turista accidental (National Book Critics Circle Award 1986, y llevada a la gran pantalla), Cuando éramos mayores o El matrimonio amateur, escribe a diario cuando trabaja en un libro.
«Cuando trabajo en una novela, escribo todos los días laborables por la mañana (tengo la idea supersticiosa de que es preciso descansar los fines de semana). Después, seis meses para «recargar pilas» sin escribir «nada en absoluto». Y de nuevo, de camino al próximo libro.
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