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Annie Ernaux compara la violencia de su escritura con la de los “chalecos amarillos”

Annie Ernaux compara la violencia de su escritura con la de los “chalecos amarillos”

La autora francesa Annie Ernaux ha comparado su escritura con la violencia de los “chalecos amarillos” y ha recordado cómo ella, de forma espontánea, adoptó una forma de escribir “violenta” para responder a la “memoria de las humillaciones”.

Ernaux ha agradecido este viernes a la literatura la herencia de apertura y libertad que ha recibido frente a un legado de “dominación y vergüenza” en el discurso que ha pronunciado tras recibir el Premio Formentor que le fue otorgado por su prosa “implacable”. Un galardón que, dotado con 50.000 euros, tiene como objeto reconocer la labor narrativa de escritores que prolongan la alta tradición literaria europea. El Premio Formentor, sostenido con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas, fue concedido por primera vez en 1961 impulsado por un grupo de editores europeos cuya primera edición ganaron conjuntamente Samuel Beckett y Jorge Luis Borges.

Tras confesar haber experimentado un sentimiento de “usurpación” y de “ilegitimidad” cuando recibió la noticia del galardón, Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940), ha rememorado en su discurso, titulado La legitimidad de la literatura, cómo esa sensación de vergüenza la acompañó desde niña. Ernaux ha reconocido que el hecho de que el Premio Formentor hubiera reconocido a lo largo de su historia a pocas mujeres, solo tres antes de ella, le producía una reacción ambigua: por una parte, lamentaba la desigualdad anterior con respecto a las mujeres, aunque a la vez se sentía “secretamente valorada como excepción”.

Ha recordado cómo desde los doce años sintió “vergüenza” y cómo su estancia en un colegio católico privado fue “un instrumento silencioso de discriminación, que operaba a largo plazo”. Y cómo, en un momento determinado, adoptó espontáneamente “una escritura violenta, como única manera de responder a la memoria de las humillaciones, de la vergüenza y de la vergüenza, cuyo equivalente en el mundo real es la violencia efectiva, tal como se ha expresado recientemente en Francia con los ‘chalecos amarillos'”.

Annie Ernaux, autora de obras como La mujer helada, La vergüenza, El uso de la foto o Los años, ha hablado también en su discurso de su rechazo a la ficción. Un rechazo que ha atribuido al hecho de que la novela es el género dominante y de posición indiscutible en el mundo literario, algo que le parecía “la proyección en literatura de la dominación de las clases llamadas superiores”. Por eso cree que ha buscado “a tientas” convertir el sentimiento de una indignidad original “en fuerza de desenmascaramiento y de subversión de las jerarquías, sociales, masculinas, culturales”.

“No me interesa crear un universo, algo que ha aparecido como el fin propio de la literatura, aunque lo desmientan Cervantes, Proust o Joyce“, ha recalcado la autora francesa, que se esfuerza, al contrario, por sustituir “la ligereza de los términos de la comunicación que transmiten alegremente la dominación social y sexual por el peso de palabras lastradas de la vida real de la gente”. Algo que, para Annie Ernaux, significa “otorgar implícitamente a la escritura un poder de intervención en el mundo”.

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