El periodista y poeta conversa con Zenda con motivo de la novena edición del Festival Eñe, que él dirige.
Antonio Lucas (Madrid, 1975) decreta, a través de sus artículos, sus entrevistas y sus versos, que la poesía y el periodismo no tienen por qué ser mundos contrarios —si bien, sí diferenciados—. “En la región de lo incierto, / donde amarillo es el aire”, sus textos se manifiestan como faros líricos que proyectan la dosis justa de belleza y vinagre: tan pronto consuelan al lector mientras rompe fotos antiguas, como lo animan —es un decir, a ver— a tomar el Palacio de Invierno. En este desastre, en plena “ceremonia de la confusión” (Bunbury), Lucas ofrece un salvoconducto literario dirigiendo la novena edición del Festival Eñe, que se celebrará del 23 de octubre al 5 de noviembre en Madrid, con más de cincuenta actividades –por vez primera, gratuitas- en las que participan, entre muchos otros, Arturo Pérez-Reverte, Raúl del Pozo, Marta Sanz, Marina Garcés, Javier Marías o Antonio Escohotado.
Zenda conversa con el periodista y poeta a propósito de su “fiesta de la literatura”.
P: Qué hermoso encadenamiento de palabras este de «fiesta de la literatura».
R: Tú y yo sabemos que es un lugar común, pero en los tópicos cabe algo de verdad. Quise cambiar ese lema en esta novena edición, no recuerdo con exactitud qué propuse, pero no me aceptaron la propuesta. En cualquier caso, lo que ahí dice es lo que vamos a hacer: celebrar libros, autores y autoras, lectoras y lectores. Vamos de fiesta grande.
P: Entre tanto balcón abanderado, ¿cuál es la enseña o, si lo prefiere, el estandarte del Eñe que dirige?
R: Un Festival que intenta este año romper sus propias costuras atrayendo a gente que no había pasado aún por Eñe.
P: Entrada libre, actividades fuera del CBA…, ¿es este el Eñe más popular?
R: Es el más de todos, sí. Eñe se extiende por Madrid para que seamos más, para que la literatura (todo gira aquí alrededor de ella) se convierta en el faro de la ciudad. Al menos por una semana.
P: ¿Cómo notará el asistente al Eñe 17 el, por llamarlo de algún modo, barniz de Antonio Lucas?
R: Ese barniz no es lo que importa. A lo que aspiramos es a que el año siguiente, después de esta edición, seamos más y queramos más.
P: La poesía gana metros con respecto a otras ediciones.
R: La poesía gana sitio, aunque en Eñe siempre ha estado. En esta ocasión planteamos un repertorio de poéticas muy distintas entre sí que se cruzan y se aúpan, que colisionan y se abrazan.
P: De hecho, el primer Premio Festival Eñe recae en el enorme José Manuel Caballero Bonald.
R: Es de los aspectos más emocionantes para mí de este festival. Caballero Bonald es uno de mis maestros, el último bucardo (junto a Francisco Brines) que queda en pie de la Generación del 50. Que haya aceptado inaugurar el premio a una trayectoria es un motivo de entusiasmo. Y, sí, quería que Eñe estrenase galardón con un poeta.
P: También hay más espacio para el periodismo y para el humor.
R: El periodismo es uno de los «géneros» que caben también (aunque no siempre) en la literatura. Cuánto es posible disfrutar de una crónica como de un cuento que además tiende a ser verdad y a alertarnos de algo. O de una entrevista fuerte y hecha a fondo. O de una columna de las que detienen por un rato la mañana. O de un reportaje necesario… Y respecto al humor, es buen momento para vincularlo a un festival de literatura. Ha estado en otras ocasiones, pero en esta edición será diferente. Ya veréis.
P: Además, encontramos presencia musical: ahí figura el nombre de Vetusta Morla. ¿Hasta qué punto convergen la literatura y la música?
R: A mí los discos de Vetusta Morla me interesan mucho. En sus letras hay una singular ambición literaria, una desacomplejada manera de componer que me seduce; una ráfaga de literatura, de poesía a su aire. Eso los vincula, sin duda, a Eñe.
P: Uno de los encuentros que más prometen es el de Escohotado con Jarauta.
R: Es una de las duplas singulares de esta edición. Dos pensadores muy distintos pero con algo esencial en común: son capaces de pensar de otro modo, de arriesgar. Ondean una rebeldía que no acepta moldes. Y no esquivan el debate. Pero les vincula algo más: Jarauta fue uno los siete cátedros que pusieron un cero a Escohotado en las pruebas de idoneidad que convirtieron en titulares a miles de profesores universitarios adjuntos. Veremos si después de 40 años Escohotado ha perdonado eso. Será una conversación extraordinaria, seguro.
P: Arden las redes, como diría Soto Ivars, porque acusan al Eñe –como al Congreso de Columnistas de León- de ser una convención del patriarcado. ¿Cómo apagar ese fuego?
R: No hay fuegos que apagar, sino propuestas que pueden gustar más o menos. Las mujeres invitadas a Eñe son algunas de las creadoras más potentes del panorama. Que hay más, sin duda. Que Eñe está hecho para todas y para todos, solo habrá que asomarse para confirmarlo.
P: ¿Debe haber una cuota impuesta de mujeres para este tipo de eventos?
R: Las cuotas no me seducen para casi nada. Algunas de las gentes que más admiro en cualquier ámbito de la cultura o de la vida se han manejado a timón libre, sin afán de grupo.
P: Mucho éxito, Antonio.
R: Gracias. El éxito será veros disfrutar desde el otro lado del telón.
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