Mi novela Aquellos tiempos robados la escribí en la cocina de mi casa durante casi cuatro años. Con lentitud y a fuego lento se fue guisando, al tiempo que en las cacerolas bullía la comida. En momentos de crisis, añadir o quitar especias, partir o enharinar me proporcionaba la calma necesaria para volver al teclado. A punto estuve, en varias ocasiones, de meter al horno el ordenador y buscarle pareja a una calabaza. Los mundos mínimos me entusiasman. En ellos encuentro lo que necesito para escribir mis historias. Luego, pensar y ordenar, estructura y estilo, poner y quitar; y vuelta a empezar mientras el poder de la palabra todo lo transforma. Poco a poco. Con una incuestionable magia.
Quise, entonces, que fueran cinco mujeres las que contaran qué hicieron para conservar algo de belleza y orden en el caos que las rodeaba, lo que las puso en movimiento y lo que las paralizó. Lo que, en medio de cuplés, revueltas, guerras, rosas y libros las mantuvo unidas. Con amor. Con humor. Con fuerza. Sin tregua.
La abuela Joana y la Tata Mercè, las hermanas de cabeza atolondrada de Remei, su hija Estrella y la pequeña Aurora nos susurran al oído mientras leemos sus palabras que “todo depende del cristal con que permitamos que nos mire la vida”.
He aprendido y he disfrutado mucho escribiendo Aquellos tiempos robados. He sido muy feliz mientras se construía. También he padecido infinito. Finalmente, le doy la razón a su protagonista, Remei:
“Haz lo que tienes que hacer y deja que las piezas encajen”.
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Autor: Ángeles Corella. Título: Aquellos tiempos robados. Editorial: Huso. Venta: Todostuslibros y Amazon
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