Desde la publicación el 17 de enero de 1907 de El secreto de la joven viuda y sus clásicas traducciones de las editoriales barcelonesas Atlante y Povi, los Archivos secretos de Sherlock Holmes no habían vuelto a ver la luz, hasta que la editorial Funambulista y el escritor y filólogo David Felipe Arranz los han recuperado y remozado, a fin de completar lo que denominan “los márgenes que complementan el canon holmesiano”.
Esta edición, que parte de la serie anónima de El detective Sherlock Holmes y sus más famosas aventuras, incluye las ilustraciones originales de Alfred Roloff y sale ahora a la imprenta con cuatro aventuras seleccionadas por su calidad de entre las doscientas treinta existentes: “La hija del usurero”, “La Kodak traidora”, “El enigma de la casa de juegos” y “El vestido de la reina”. Por sus páginas desfilan prostitutas de Whitechapel; el nuevo ayudante de Holmes, Harry Taxon; damas envueltas en misterio y peligrosos viajes a París; condes extravagantes, panteones escalofriantes, voces del otro mundo y ataúdes sospechosos.
Sabemos que la Editorial Lutz, que en Alemania era la propietaria por aquel entonces de los derechos de las ediciones del Sherlock Holmes original, reclamó por vía legal, y obligó a partir de la undécima entrega a los anónimos continuadores a cambiarle el nombre a su serie apócrifa por “De los archivos secretos del mundialmente famoso detective”, hasta llegar en junio de 1911 con “Un secreto peligroso”, la última entrega, a los doscientos treinta relatos. Después de un parón de catorce años, la saga continuó en 1925, esta vez con el nombre de su ayudante, Harry Taxon, en el título de la nueva serie, y en 1929, rebautizado ya el detective como Harry Dickson.
Como señala David Felipe Arranz en la introducción, se trata de una aportación de gran interés que complementa la colección ortodoxa escrita y supervisada por Arthur Conan Doyle para The Strand Magazine, de la misma forma que ocurre con el Quijote apócrifo de Avellaneda con respecto al original de Cervantes. “Se trata de literatura de gran calidad, enmarcada en los cánones de la novela popular detectivesca de poco antes del inicio de la I Guerra Mundial, coescrita por dos autores verdaderamente fascinantes, cuyo rastro se pierde en las circunstancias”.
Añade Arranz el fuerte entronque de estos relatos con las variaciones cinematográficas del mítico personaje en películas como Estudio de terror (1965) de James Hill, La vida privada de Sherlock Holmes (1970) de Billy Wilder, Asesinato por decreto (1979) de Bob Clark o las dos entregas dirigidas por Guy Ritchie.
Próximamente aparecerán publicados por Funambulista los volúmenes Nuevos archivos secretos de Sherlock Holmes y Últimos archivos secretos de Sherlock Holmes, con una selección de las mejores aventuras de esta saga que satisfará al lector del género negro y detectivesco más exigente.
El misterio que envuelve a Kurt Matull y Matthias Blank
No se sabe mucho de los dos más que seguros creadores que se encuentran detrás de estas aventuras apócrifas de Sherlock Holmes, pero sí lo suficiente para atribuirles su muy probable coautoría.
Matull fue libretista de teatro y guionista cinematográfico, y de él ni siquiera sabemos su fecha de defunción. Nacido en 1872 en Pomerania (Polonia), y tras escribir su primera obra de teatro, Mujeres de hoy, emigró a los Estados Unidos, donde trabajó como editor de política en el Evening Post de Nueva York. Matull recogió a posteriori sus recuerdos de Norteamérica en A todo vapor: La historia de un niño en Estados Unidos. En 1906 regresó a Alemania y fue contratado por el Teatro de Berlín, a la vez que comenzó a escribir novelitas de quiosco protagonizadas por Nick Carter y Lord Lister. Entre sus dramas destacan El pastor rojo, Annemarie, El gran desconocido, El pobre gatito y La boda falsa. Fue libretista de opereta para Giuseppe Becce. En la última etapa de su vida se dedicó por entero a la escritura de guiones del cine alemán de carácter exótico, sensacionalista, detectivesco y patriótico, en concreto para las películas del cineasta judío Siegfrid Dessauer y la productora Imperator-Film, protagonizadas por Pola Negri y Fern Andra. Cuando el corazón resplandece de odio (1918), Trabajo (1919), Los siervos (1919) y Tormentas de otoño (1919), son los últimos largometrajes que dirigió. Dessauer fue considerado “no ario” en 1938, expulsado de la Cámara de Cine del Reich y, tras siete años oculto por un matrimonio alemán, fue deportado en Berlín en 1945, sin que se sepa en qué campo de concentración terminó sus días. Y a día de hoy seguimos sin conocer la fecha ni las circunstancias de la muerte de Matull.
Por su parte, Matthias Blank, que utilizó el seudónimo de Theo von Blankensee para firmar sus trabajos, nació en Múnich en 1881 y falleció en Meissen en 1928. Creó al detective Luther Frank, del departamento de policía de Nueva York y héroe de Asesinato en el Northern Express, novelita que apareció por primera vez traducida al ruso en 1908 y de la que se imprimieron diez mil copias. En el mencionado expreso, que atravesaba varias ciudades canadienses, aparece el cadáver de una hermosa y joven mujer envuelto en una alfombra y con el cuello acuchillado. Frank, un sabueso cuya amplia experiencia es capaz de hacerle distinguir lo verdadero de lo falso, concluye con éxito un duelo detectivesco con el inspector de policía de Montreal al destapar un caso de infidelidad extraconyugal: la víctima mantenía un romance pasional con un hombre casado y la esposa ultrajada perpetró el asesinato. En otra de sus peripecias, publicada por Blank en 1909 y que contó con una tirada de trescientas copias, Frank se enfrenta a dos peligrosos ladrones en El asalto al banco de Mónaco.
Estas y otras traducciones formaban parte de la colección “Dramas de la vida”, editada por I. D. Sytin, que incluía a autores populares rusos —muy dados también a tomarse libertades con los personajes de los demás— y que incluso llegó a crear la serie de «La mujer detective», protagonizada por la investigadora estadounidense Harriet Bolton-Reid, experta en disfrazarse y pasar desapercibida. Otro escritor, O. E. Ehrenfreund, continuó con las investigaciones del personaje creado por Blank entre 1916 y 1918. De él se conservan unas Cartas autobiográficas a Franz Brümmer (1921), dirigidas al lexicógrafo alemán.
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