Corría el año de 1958 cuando Henrique González Casanova, entonces director general de publicaciones de la UNAM, le compró a Juan José Arreola los textos de un libro futuro que se titularía Punta de plata, por ser la técnica que empleaba el artista Héctor Xavier en los hermosos dibujos de animales que había realizado para ilustrar la obra, inspirada en un bestiario donde habitaban felinos, aves, osos, elefantes, rinocerontes y camellos, entre otras especies. El adelanto recibido por ese trabajo se agotó de manera proporcional a la aproximación de la fecha de entrega, y el escritor se sentía incapaz de superar un bloqueo creativo que padecía en esos momentos. Cuando llegó diciembre, José Emilio Pacheco, que entonces tenía 19 años y formaba parte del taller que impartía Arreola, al ver la situación de su maestro, no vislumbró más alternativa que darle un ultimátum, y el 8 de diciembre, ya con el agua al cuello, se presentó en la casa del maestro a las nueve de la mañana e hizo que se arrojara en su catre mientras él se sentaba a la mesa, sacaba papel, pluma y tintero y le decía: “No hay más remedio. Me dicta o me dicta”. José Emilio pasó los siguientes seis días transcribiendo las frases que Arreola pronunciaba al aire “como si estuviera leyendo un texto invisible”, y así el manuscrito se entregó en tiempo y forma y se publicó a comienzos de 1959. La narración que hace Pacheco de estos hechos figura en el postfacio de la nueva edición de Punta de plata, que acaba de aparecer en México publicada por el sello Joaquín Mortiz y que, como aquella primera versión, incluye las ilustraciones del artista Héctor Xavier. Con este título, el sello editorial conmemora el centenario natal de Arreola (1918-2001) y además reedita, reunidas en una caja conmemorativa, cinco de sus obras más emblemáticas: Varia invención, Palindroma, Bestiario, La feria y Confabulario. Un merecido homenaje póstumo para el genial confabulador de Zapotlán, Jalisco.
EL 68 MEXICANO, NUEVAS INTERPRETACIONES
Dice la historiadora Ángeles Magdaleno que 1968, aquel gran año de transformaciones sociales en todo el mundo, suele estar asociado en México a la memoria del movimiento estudiantil que fue violentamente reprimido el 2 de octubre de ese año, hace ahora exactamente medio siglo, suceso que no deja de ser un pasaje fundamental de la historia contemporánea mexicana pero, como bien apunta la investigadora, es momento de plantearse nuevas interpretaciones, razón por la cual se ha encargado de la edición del libro 1968: El año que transformó al mundo (Planeta), donde a partir de tres vertientes (vida política, vida social y vida cultural) se enumeran 68 eventos relevantes que ocurrieron durante ese año en todo el mundo, desde el asesinato de Robert F. Kennedy y la Primavera de Praga, a los Juegos Olímpicos y la protesta del Black Power o el manifiesto feminista. Ángeles Magdaleno, quien ha sido responsable de documentar para la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) la actuación de los servicios de seguridad, civiles y militares en los actos de represión de aquel año en México —lo que al parecer motivó un extraño robo en su domicilio mediante el que se llevaron todos los archivos sobre los que había trabajado durante los años 90 para documentar la participación de funcionarios, policías, militares e informantes en la matanza de estudiantes del 2 de octubre y que incluso sirvieron para la reconstrucción histórica de la participación del entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría y del Estado Mayor Presidencial en aquellos hechos sangrientos— sostiene que la memoria histórica sobre el 68 ha estado de alguna forma lastrada por un criterio de la verdad que no está lejos del poder. “Una serie de personas ha impuesto su voz como la única válida, pero nada más precisaría algo: cuando una persona tomó parte de un acontecimiento, difícilmente sus testimonios van a ser de una sinceridad total; existen varios factores para que no sea así, desde la vanidad hasta el miedo, y esas voces son las que hemos oído; sin embargo, cuando se han confrontado con los documentos, sus relatos se han venido abajo”. De ahí la importancia de ofrecer un acercamiento al 68 con otros ojos y desde otras trincheras, con una mirada distinta que se ha planteado una visión más global, con relatos pequeños, bien documentados y en los que a partir de la investigación realizada por Magdaleno para desarrollar cada uno de los temas del volumen, han participado diversos especialistas como Eduardo Limón, Alonso Ruvalcaba, Arturo Salmerón, Romina Pons o Arturo Aguilar. Ya lo dijo Borges: “Somos nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
MÁS CULTURA Y MENOS POLÍTICA
Me cuentan que la nueva hornada de políticos mexicanos que conforman la Cámara de Diputados quieren velar por la cultura como no se ha hecho hasta ahora. Así que los grupos políticos han protagonizado un rifirrafe por presidir la comisión que se encargará de sacar adelante los proyectos legislativos en materia cultural, y Sergio Mayer, del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha sido el elegido, aunque ha llegado de carambola, luego de que dicho cargo ya había sido asignado al Partido Encuentro Social (PES), en donde se apuntó el diputado Ricardo de la Peña, quien había generado rechazo en redes sociales por su asignación, y el día de su nombramiento un grupo de miembros de la farándula entró al Palacio Legislativo para manifestarse en contra, al tiempo que editores como Deborah Holtz promovían una recolección de firmas en la plataforma Change.org y otros analistas, exfuncionarios e intelectuales se apuntaban a la protesta. Al final, Mayer fue nombrado, aunque también esto ha generado un runrún en la comunidad cultural mexicana, pues el diputado encabeza una hornada de políticos de nuevo cuño en México, y a sus 52 años posee un currículum en el que figura su participación en el grupo de pop Garibaldi, una época como actor de telenovelas y teatro con un papel en el que encarnaba a un stripper y labores de empresario musical. Resulta paradójico que Mayer se haya declarado a favor de la austeridad republicana que propugna el nuevo presidente mexicano, porque ya ha dicho que la dieta que percibirá como legislador no le alcanza para mantener el “tipo de vida” de su familia y que buscará ingresos adicionales durante los recesos del Congreso de la Unión. ¿O sea que no se dedicará de tiempo completo a su labor en pro de la cultura? Ya veremos. Lo cierto es que Mayer ha resaltado que su tarea dentro de la comisión será para apoyar desde la parte legislativa y de presupuesto el proyecto cultural de Alejandra Frausto, próxima secretaria de Cultura. Su idea, dijo, es llevar la cultura a todos los puntos de la República mexicana. “Tenemos que trabajar para que cualquier joven, niño, adolescente, persona, adulto, sin importar posición económica, sin importar edad, tenga acceso a la cultura. Ese es el objetivo”. También ha declarado que la cultura será un instrumento para arrancar a los jóvenes de los círculos de violencia. Y para rematar, se ha descolgado con la siguiente afirmación: “Para ser presidente de la comisión de Cultura tampoco necesitas ser Sócrates”. Sin embargo, un tuit que escribió para promover su nombramiento dice más de él. Aunque dicho tuit aparece ahora en su timeline sin errores, una imagen compartida por gente como Lydia Cacho, Rafael Pérez Gay y Javier Lozano muestra que el legislador escribió mal tres palabras. Citemos: “Regresan las comiciones de Cultura y Cinematografía y Salud a #MorenaDiputados. La voz del gremio Cultural se inpone. Con gusto aceptaría la invitación a precidirlas”. Quizá más que política hará falta lectura, mucha lectura en la política mexicana para sacar adelante las buenas intenciones en materia cultural.
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