¿Qué es el Arte? ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo descifrar el enigma de esa palabra a una madre? Este parece ser el punto de partida con el que el autor, Juanjo Sáez, afronta esta aventura. En este libro nos habla, por ejemplo, de Calder —su artista favorito— y sus móviles; de los cielos estrellados de Miró; de la evolución hacia el cubismo de Picasso; de Chillida y cómo esculpe el vacío en sus piezas de hierro y cemento… Sin olvidarse de los artistas contemporáneos y su “todo es arte” y entre los que menciona a Marcel Duchamp como exponente máximo.
Sin embargo, esta novela gráfica es mucho más que divagaciones sobre arte. Como el subtítulo indica, conversaciones imaginarias con mi madre, en ella el autor recrea las explicaciones con que hacer entender a su madre por qué un día tomó la decisión de convertirse en artista y dedicarse a dibujar y contar historias mediante dibujos. Juanjo Sáez siente la necesidad en un momento dado de su vida —por una razón que se explica al final de esta nueva edición, pero no en la versión original de hace diez años— de que su madre entienda quién es él y qué es lo que le gusta. Y el libro se convierte, finalmente, en un regalo para ella.
Juanjo Sáez tiene talento, no cabe duda, y una voz propia enfatizada por algunos recursos estilísticos: personajes sin rostros, texto en su propia caligrafía, tachones, notas y flechas para aclarar detalles de los dibujos, etcétera. El autor no parece necesitar más para transmitir con sus dibujos los sentimientos y emociones que las escenas requieren. Podría parecer el recurso de un artista vago o torpe con los lápices, pero en realidad es un acto deliberado como se explica en el prólogo: “Su dibujo además puede conmover porque, gracias a la ausencia de detalles y rasgos anatómicos precisos, permite al lector completarlo con su mente y llenarlo de significados.”
Hay mucho texto en esta novela gráfica, y de nuevo, de forma deliberada, el autor utiliza el aspecto del texto como recurso artístico para acercarse más al lector, para que sienta la calidez de su voz con la ayuda de su caligrafía infantil llena de tachones y alguna falta de ortografía. Parece que Juanjo Sáez busca testigos de aquello que quiere decir a su propia madre y tiene que hacer acopio de todas sus fuerzas para pronunciar las palabras que, debido a ese gran esfuerzo, quizás no vuelva a pronunciar. Y por eso necesita de la complicidad del lector. Pero como advierte en la dedicatoria del libro, esas palabras no serán pronunciadas. Es decir, no se oyen —o leen—, pero impregnan toda la obra.
Además, el color juega un papel coherente con el resto de recursos estilísticos. El autor se limita a una paleta de colores muy básica, entre una amplia gama de grises, rosas pálidos y fucsias. Evita las estridencias en el color para mantener el tono sosegado, íntimo y cercano del libro. Solo la estructura parece romper un poco con esa armonía. Juanjo Sáez intercala páginas completas de sólo texto, con un dibujo o con ambas cosas a la vez para hablar y reflexionar sobre arte con otras páginas con formato de cómic tradicional —con viñetas— cuando conversa más íntimamente con su madre.
Cabe destacar especialmente las tres secciones de El Arte de navegar que contienen en sí mismas el tono de esta obra, de esta botella que continúa paseando el cariñoso mensaje de un hijo a su madre por mares infinitos.
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Autor: Juanjo Sáez. Título: El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre. Editorial: Astiberri. Páginas: 306. Venta: Amazon y FNAC
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