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Arto Paasilinna, el humorista que surgió del frío

Arto Paasilinna, el humorista que surgió del frío

«El enemigo más poderoso de los finlandeses es la oscuridad, la apatía sin fin. La melancolía flota sobre el desgraciado pueblo y durante miles de años lo ha mantenido bajo su yugo con tal fuerza que el alma de este ha terminado por volverse tenebrosa y grave. Tal es el peso de esta congoja que muchos finlandeses ven la muerte como única salida a su angustia. Una mente taciturna es un enemigo aún más encarnizado que la Unión Soviética».

Estas fueron las primeras frases que leí —de pie, frente a la estantería de una biblioteca pública —de un escritor hasta entonces desconocido para mí, el finlandés Arto Paasilinna (1942-2018).

El párrafo se corresponde con el comienzo de Delicioso suicidio en grupo (Anagrama, 2007), el delirante viaje que emprenden 33 suicidas finlandeses hasta Cabo Norte, en Portugal, desde cuyos acantilados «podían tirarse de cabeza al mar en el autobús y acabar con sus días».

El asunto no es baladí: Finlandia es el país de la Unión Europea con mayor índice de calidad de vida, pero en el que, anualmente, los suicidios («el deporte nacional finlandés») supera al de muertes violentas.

"Sus historias hacen bueno el pensamiento de Jardiel Poncela cuando decía que el humor no es un aspecto de la literatura, sino una singularidad del espíritu"

Pero lejos de tratar un asunto tan trágico de manera sombría, Paasilinna rompe tópicos y lo hace con una sorprendente comicidad. «Con la muerte se puede bromear, pero con la vida no», decía Paasilinna. El humor es el sello de identidad de la literatura del finlandés. Escribe sobre los temas más serios con humor, «en los que el lector se encuentra a sí mismo»: la muerte, el fin del mundo, la depresión, la desigualdad, la globalización, el alcoholismo (muchos de sus personajes «beben como esponjas»), o la prostitución.

Sus historias hacen bueno el pensamiento de Jardiel Poncela cuando decía que el humor no es un aspecto de la literatura, sino una singularidad del espíritu. Paasilinna es una suerte de duende burlón que deambula por los bosques finlandeses, entre auroras boreales, inventando historias que transcienden de los escenarios que imagina: son una metáfora del mundo, fábulas cargadas de crítica social, pero exentas de directrices morales, que eso queda al criterio del lector.

Delicioso suicidio en grupo marca otra de las singularidades en la obra del escritor finlandés: el viaje al que se lanzan todos sus personajes, que —las más de las veces— es una huida. Paasilinna nació durante la fuga de sus padres de la Noruega invadida por los rusos. En sus novelas son frecuentes las alusiones al antiguo Pacto de Varsovia o al «Ejército Rojo» soviético. Y enfrente, un ejército finlandés de sainete, que tampoco se libra de la guasa de Paasilinna: un comandante fracasado y borrachín en excedencia ejerce de criado de un gánster escondido en El bosque de los zorros (Anagrama, 2005); un coronel está al mando de los 33 suicidas en su periplo por Europa; la pícara ancianita protagonista de la novela de explicito título, La dulce envenenadora (Anagrama, 2008 ), es la viuda de un coronel, de quien extrae las estrategias para defenderse de su sobrino y sus amigos, que quieren robarle la pensión.

"La prosa de Arto Paasilinna es vertiginosa, de una sencillez pasmosa, sin alardes literarios"

Arto Paasilinna (cuyas novelas se han traducido muchos años después de su publicación en Finlandia) se dio conocer internacionalmente en 1975 con El año de la liebre (Ediciones de la Torre, 1988; Anagrama, 2011). Un periodista atropella una noche a una liebre (un lebrato, en realidad), la recoge, abandona esposa («era un marido engañado y desengañado»), trabajo y posesiones, y emprende un recorrido por la Finlandia rural con el animal herido dentro de un bolsillo. Dos mundos que conocía muy bien Paasilinna: fue guardabosques y periodista hasta 1988, en que se cansó del «entretenimiento superficial».

Mientras arremete en esta novela contra el Estado, el presidente de la República, la Iglesia luterana, la Policía y el Ejército, Paasilinna hace una defensa a ultranza del medio ambiente. El escenario de sus novelas es siempre la naturaleza, convirtiéndose esta —en ocasiones— en un personaje más de la trama. «La destrucción de la naturaleza debería ser considerada un crimen», le dijo a Winston Manrique (El País, 2007).

Perdidos en el paraíso (Anagrama, 2012) es la odisea robinsoniana que viven 48 personas: comadronas y médicos finlandeses, enfermeras suecas, leñadores finlandeses y la tripulación inglesa de un avión fletado por la ONU con destino a la India, que se cae en una isla del Trópico. Novela narrada en primera persona por un periodista, «un finlandés normal, cuya personalidad se caracterizaría por unos rasgos faltos de pretensión». Es la excepción. El resto de novelas aquí mencionadas, que son todas las traducidas al castellano (la quinta parte de su producción literaria), son narradas por un narrador omnisciente —digamos— muy peculiar: se mete en la cabeza de los personajes que quiere y cuando le apetece los jalea o reprende, e incluso los insulta.

La prosa de Arto Paasilinna es vertiginosa, de una sencillez pasmosa, sin alardes literarios. Donde sí hay un despliegue de imaginación desbordante es en las tramas que rozan la frontera de lo surrealista —cuando no la traspasan— que presenta, y en los esperpénticos personajes, en el sentido más valleinclanesco del término: seres estrafalarios, irreverentes, rebeldes, hiperbólicos e insumisos. Un peculiar universo en el que el lector se zambulle sin apenas darse cuenta.

"La literatura de Arto Paasilinna muestra, de una manera radicalmente diferente, el desasosiego de los países escandinavos"

Un pastor luterano de ideas poco ortodoxas, a decir de su obispo, que abandona a su esposa y su comunidad acompañado de un oso de nombre Lucifer, al que enseña a rezar, hacerse la cama y lavarse los dientes, protagoniza El mejor amigo del oso (Anagrama, 2009). En El molinero aullador (Anagrama, 2004) presenta a un tipo estrafalario que imita a animales y personas y al que todos quieren encerrar en el manicomio. Por no transcurrir plenamente en la naturaleza y tratar la enfermedad mental, es un libro que en algunos momentos resulta más claustrofóbico. Un vendedor de baterías al borde de la ruina que inventa una pila tan pequeña que cabe en un bolsillo y que se carga en un suspiro protagoniza la ultima traducción al castellano, Adán y Eva (Nórdica Libros, 2023; recomendado por Zenda en julio de ese año). El invento vale tanto para un teléfono como para un coche o un avión: los miembros de la OPEP ponen precio a su cabeza. Se convierte en el hombre más rico del mundo. Tiene una socia, cuyas cogorzas y subsiguientes resacas son «de las que hacen época».

La literatura de Arto Paasilinna muestra, de una manera radicalmente diferente, el desasosiego de los países escandinavos —y por extensión de las sociedades occidentales— al que nos tienen acostumbrados los autores nórdicos de novela negra.

No consumí el plazo de máximo de devolución de Delicioso suicidio en grupo: lo entregué al cabo de tres días. Me llevé otro. Y luego dos más. Me deslizaba por aquellos textos como un trineo sobre la nieve. Fue durante un verano en el que no perdí la sonrisa: «La alegría da contenido a la vida», Paasilinna dixit.

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