Necesitaría mucho espacio para glosar todo lo que hace y ha hecho Arturo González-Campos en su vida profesional, que, sin duda, ha sido prolífica y florida, aunque no siempre ha tenido el brillo que merecía. Baste reseñar que, a base de currárselo como pocos, se ha convertido en uno de los grandes cómicos de nuestros días (no, no diré eso de que es un jornalero del humor). Lo ha hecho, además, con una concepción sobre hacer reír tan sana que sería conveniente que muchos lo apuntaran en un papel y lo enmarcaran para recordarlo siempre. Posee un sentido del humor que podríamos considerar que, a veces, es tan fino como un hilo de seda y, otras, tan grueso como un chorizo de Cantimpalos, pero siempre elegante. Destila a raudales buen rollo, humildad y, sobre todo, humanidad, lo que le convierte en un hombre, sin temor a equivocarnos y en el buen sentido de la palabra —como diría Machado—, bueno.
Vean el capítulo y coincidirán conmigo en que todos querríamos llevarnos un Arturo González Campos a casa.
Vídeo: Siempre al Oeste 06×01 – Arturo González Campos
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