Las primera páginas de Destiempo pueden parecer chocantes. Esa sensación tuve yo también cuando escribí esa primera escena. Sin embargo, me parecía que ahí dentro había algo más que una historia, sentía que me enfrentaba a la vivencia del tiempo y a unos personajes que se verían obligados a verse a sí mismos. Por otro lado, en una época en la que ya apenas quedan ritos, esa visión de una comunidad metida en un mismo espacio celebrando una misa que ya no es misa, un patrón que ya no es un patrón efectivo, me llevaba a interesarme por cómo nos unimos ahora, qué necesitamos para sentirnos inmersos en una comunidad.
Me llevó bastantes años escribirla. Recuerdo un momento en que tenía a cuatro personajes metidos en un coche en plena tormenta y me reía pensando que estarían con los huesos reblandecidos después de tanto tiempo. Pero no podía continuar hasta que supiera algo más. Así que estaba esperando a ver algo fuera para indagar dentro.
Cuando escribo novelas abro una nueva carretera también para mi vida. No sé lo que me voy a encontrar escribiendo, y mientras lo hago aparecen nuevas sensaciones o puntos de vista que me hacen ver las cosas en la vida cotidiana desde otro ángulo. Eso es lo que le pasará al lector después.
Lo más importante a la hora de escribir creo que es ser un buen lector de tu texto. Mati, Lois, Estela, el padre Anxo y los otros personajes aparecían, y mientras los iba moviendo de una escena a otra tenía que ir acertando con su personalidad. Tenía que saber leer lo que se decían y sus movimientos para poder seguir imaginando.
Eso es el making of en cuanto a la escritura. Después viene la lectura. Cuando terminé de escribir, tenía que elegir un título. Barajaba varias posibilidades, y entonces empecé a buscar temas en el texto y me di cuenta de que había muchos: cómo viven la emigración los que se quedan, el contraste entre generaciones, el poder soterrado de las mujeres cuando no eran libres, la necesidad de buscarse a uno mismo, la felicidad que produce la comunidad, la identificación con los discursos… Pero lo que me pareció interesante es que al narrador le interesaba la toma de conciencia de los personajes y que eso ocurría cuando se apartaban de la vivencia temporal. La conciencia de sí mismos llegaba cuando vivían una especie de destiempo.
Así que pensé en llamarla Destiempo, como ese momento que no cuenta para el currículum pero que marca la vida. Cada vez que nos hacemos conscientes de algo ya entramos en un lugar nuevo. Esto era lo que pasaba. Y ocurre algo extraordinario en la escritura, o al menos en este tipo de escritura de ficción absoluta, no basada en hechos reales, y es que en lugar de hacer una prospección sobre lo que vas a escribir, escribes y después haces una prospección en la realidad para comprobar. Cuando empecé a ver que los personajes necesitaban soltar una personalidad adquirida que no se correspondía con lo que ellos eran, una vez terminado el libro, empecé a sumergirme en las teorías de Carl Jung. Y ahí estoy, pensando en el bien y en el mal desde el punto de vista psicológico, en la posibilidad de conocernos en el fondo de nuestra historia. Y esta inmersión psicológica me llevará a otra novela, y esa novela a otro tipo de inmersión, y esa inmersión a otra novela, y así funciona la creación literaria en mi caso, integrada en una forma de vivir interrogativa.
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Autora: Silvia Bardelás. Título: Destiempo. Editorial: De Conatus. Venta: Todostulibros y Amazon
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