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Así se hizo Bukowski

Esta impecable investigación que nos ofrece Abel Debritto registra minuciosamente la trayectoria literaria de Charles Bukowski (Alemania, 1920 – EEUU, 1994) desde los años 40 hasta 1970, fecha clave en su biografía, en que cesa en su empleo como cartero para dedicarse únicamente a escribir. A este autor, Debritto, del que ha sido traductor al castellano, ya le había consagrado otro libro bio-bibliográfico. Ahora examina, con sumo detalle y profusión de datos, la creación de Bukowski en esas tres décadas —poemas y cuentos en su mayoría, más ensayos en algún caso— y sus peripecias para verla publicada. El estudio consigue arrojar luz sobre un periodo menos conocido de su obra, pues «la escasa documentación disponible y las medias verdades contadas por Bukowski… [hacen que] sea una especie de espejismo biográfico y bibliográfico». Su libro permitirá, nos dice en la conclusión, que no se repitan ciertos errores y mitos infundados sobre su figura. Entre ellos, y a modo de ejemplos, que no tenía un hábito lector, siendo, en realidad, asiduo de las bibliotecas; o la invención difundida por él mismo de que pasó diez años borracho y sin escribir (1945-55) cuando en ese periodo continuó haciéndolo, si bien a un ritmo menor, e incluso publicó varios textos.

La entrega a la escritura de Charles Bukowski, que en algún momento el estudioso adjudica a su disciplina germánica, resulta asombrosa, una pasión desenfrenada rayana en la manía. «Si no escribo durante una semana, enfermo. No puedo caminar, me mareo. Me quedo tumbado en la cama, vomito. Me levanto por la mañana con arcadas. Tengo que escribir. Si me cortaras las manos, escribiría con los pies», declaró en 1987. Ese joven, que había sufrido abusos por parte de su padre y adoptó una actitud de aislamiento entre sus compañeros de colegio, pudo hallar en la literatura una vía de escape de sus frustraciones y un modo de autoafirmarse. Los números de sus poemas y cuentos son inauditos; dice Debritto que «casi nunca sufrió bloqueos mentales, escribió sin descanso casi a diario durante más de 50 años»; y que, en sus primeros treinta años de dedicación, «según mis propios cálculos, Bukowski publicó 767 poemas y relatos en revistas y periódicos». En solo una semana era capaz de producir más de una docena de textos de cada género. Desde enero a septiembre de 1970 menciona haber escrito 300 poemas.

"Muchas revistas ni siquiera le daban acuse de recibo; hubo también las que aseguraban que sacarían sus textos, pero tardaban años en hacerlo o incumplían su promesa"

Bukowski no realizaba su obra para sí mismo, buscaba desesperadamente verla publicada y difundida de manera que fuese leída por el público y alcanzar su reconocimiento como escritor. Contra el mito de ser un antisistema, que se movía únicamente por revistas marginales, Debritto demuestra cómo durante esos años estuvo enviando sin parar cientos de poemas y cuentos a toda clase de revistas; desde las que ocupaban un lugar de prestigio en el mundo literario y se atenían a una estética conservadora hasta otras casi completamente desconocidas y de vida efímera. La técnica del ciclostil, multicopista o mimeógrafo, que por entonces se había extendido, permitió la aparición de decenas de publicaciones en cada rincón de EEUU, nacidas por iniciativa de entusiastas, donde los nuevos autores, también los más experimentales, podían encontrar un espacio. Bukowski se dirigía a ellas sin importarle su ideología, su orientación o su trayectoria; bastaba con que tuviera noticia de su existencia (aun cuando fuese por referencias, como las que ofrecía la revista Trace) para que les enviara sus textos. Únicamente le urgía darse a conocer, tal y como lo confiesa en una entrevista de los noventa: «Me dieron una columna que llamé “Escritos de un viejo indecente”. Escribía sobre lo que me daba la gana. No tenía nada que ver con la contracultura ni con los movimientos pacifistas, todo eso no me iba». Aunque «la mayoría de los biógrafos y críticos, por no decir todos, tratan de demostrar que Bukowski fue un inconformista que solo abanderaba publicaciones alternativas como las pequeñas revistas, las mimeografiadas y los periódicos underground… durante toda su carrera, intentó figurar en las páginas de revistas académicas y comerciales de gran tirada [y] también se prodigó en halagos hacia las mismas». La lista de publicaciones y las confesiones del propio Bukowski que aporta Debritto son incontestables.

Muchas revistas rechazaron su obra; pese a ello, continuaba con sus envíos, sistemático e incansable. A ello se refiere en un poema: «El otro día hice limpieza / por primera vez en diez años / y encontré 100 poemas rechazados. / Los puse en una carpeta con sujetapapeles / y eran realmente malos… / tengo que limpiarles los dientes / eliminarles las caries / examinarles los ojos y los oídos / pesarlos / operarlos / hacerles transfusiones / y enviarlos de nuevo / al mundo enfermizo de la poesía». Este otro pasaje nos da una idea cabal de su proceder. «En una carta, Bukowski comentó: “Bryan [editor de las revistas Renaissance y luego de Open City] vino a verme ayer y me preguntó si tenía poemas. Le di todos los que me habían rechazado últimamente y que todavía no había tirado, unos 30 o 40, y se largó con ellos […]. Cuando Bukowski se percató de que Bryan estaba realmente interesado en su obra, procedió, fiel a su costumbre, a bombardearle con la misma: “Me envió unos doscientos poemas y treinta o cuarenta cuentos”».

"Merece un lugar especial la revista Black Sparrow, cuyo editor le ofreció a Bukowski 100 dólares al mes a cambio de que le enviara poemas, ensayos y relatos"

El destino de los escritos que enviaba, de cuya desigual calidad era consciente, será muy variado. Muchas revistas ni siquiera le daban acuse de recibo; hubo también las que aseguraban que sacarían sus textos, pero tardaban años en hacerlo o incumplían su promesa. Charles Bukowski se lamenta continuamente de la falta de seriedad de los directores que no contestaban a sus envíos; esto lo llevará, cuando él mismo llegó a dirigir durante dos breves periodos de su vida sendas revistas, a ejecutar una descarada venganza redactando cartas de rechazo de textos escritos por sus otrora jueces. En otros momentos, se queja de la ínfima calidad de las publicaciones en que aparecía, debida a las deficiencias técnicas del ciclostil y al pobre papel empleado. De ese ingente material que durante treinta años estuvo enviando, una gran parte ha desaparecido, pues las revistas que no le devolvían los originales resultan ilocalizables y él no acostumbraba hacer copias. «Ya en 1961, Bukowski había calculado el porcentaje de poemas perdidos: “De cada 100 poemas que escribo, 60 desaparecen porque se aceptan, pero no se publican o no me los devuelven”».

Pese a las innumerables negativas, surgieron también editores que quedaban subyugados por la fuerza de sus escritos y le dieron cabida en revistas y periódicos. Con el transcurso de los años, gracias a su insistencia, llegó a alcanzar tal cantidad de textos editados que obtuvo el honor de figurar como el escritor underground más publicado de todos; antes incluso de ser reconocido por el gran público y, después, con mayor motivo. Su progresiva aceptación le permitió aparecer en algunas revistas junto a los autores consagrados del momento, como Jack Kerouac o Henry Miller; le reservan las mejores páginas, de lo que estaba muy pendiente; accedían a recibir un importante número de creaciones, incluso en algún caso hubo quien llegó a apostar todo su capital con la única intención de darlo a conocer. De entre las numerosas publicaciones que menciona Debritto en su estudio, merece un lugar especial la revista Black Sparrow, cuyo editor le ofreció a Bukowski 100 dólares al mes a cambio de que le enviara poemas, ensayos y relatos, lo que le aseguraba un lugar en que publicar y unos ingresos fijos. Para entonces, la asiduidad a las revistas de toda índole, entre las que destaca Open City, lo había convertido en un nombre conocido, y, tras vencer sus resistencias, revistas de más entidad habían terminado por aceptarlo.

"La obra de Abel Debritto, que concluye con una muy extensa bibliografía, es imprescindible para conocer el trabajo del autor norteamericano"

Contribuyó a su prestigio la falsa noticia de que Jean-Paul Sartre y Jean Genet lo declarasen «el mejor poeta de América», elogio apócrifo que el propio Bukowski aprovechó en su beneficio. Con todo, Debritto muestra que fueron sus treinta años de trabajo intensísimo y una tenacidad incomparable por publicar lo que le permitió alcanzar la fama que tanto ansiaba y llegar a cientos de miles de lectores, en su país y luego en Europa (sobre todo Reino Unido, Alemania y Francia), hasta el punto de volverse una suerte de gurú espiritual, inspirador de muchos jóvenes.

La obra de Abel Debritto, que concluye con una muy extensa bibliografía y una tabla biográfica de Charles Bukowski centrada sobre todo en la treintena que estudia, es imprescindible para conocer el trabajo del autor norteamericano. No se ocupa aquí de una labor crítica de esa obra, ni de valoraciones o de su contextualización; el conocimiento de ella se da por sobreentendido; en cambio, nos aporta una información abundantísima y esclarecedora de los primeros pasos de este autor que mereció sin duda el título de «rey de la literatura underground».

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Autor: Abel Debritto. Título: Bukowski: Rey del underground. Editorial: Punto de vista. Venta: Todos tus libros.

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