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Auschwitz o el principio del fin

Auschwitz o el principio del fin

Tras el éxito de su novela Canción de cuna de Auschwitz, Mario Escobar se asoma de nuevo al abismo de los campos de concentración, aunque esta vez lo hace con una historia de amor entre dos prisioneros. Una historia de amor a la que, por cierto, ronda la guadaña de la muerte.

En este making of Mario Escobar detalla los motivos que le han llevado a escribir Canción de amor de Auschwitz (Ediciones B).

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Uno de los grandes debates de este siglo XXI ha sido sin duda la banalización del mal, pero tal vez nos encontremos ante un peligro aún mayor, la banalización del bien.

Los nazis fueron expertos en el eufemismo y la manipulación. Llamaron “solución final” al exterminio de millones de judíos; “campos de trabajo” a los campos de concentración y no se cansaron de cambiar la denominación de las cosas para hacerlas más tolerables. Adolf Hitler y sus secuaces comenzaron a usar esta jerga desde el nacimiento del partido, utilizando “liquidar” en lugar de “eliminar”, o “expedición de castigo” para referirse a “dar una paliza” o “amedrentar”. Sabían que los que controlan el lenguaje controlan el mundo. Los nazis, seguidores acérrimos del darwinismo social, convencieron a su sociedad del poco valor de la vida humana y de la idea racista de que los que no pertenecían a la comunidad se convertían en subhumanos y eran susceptibles de la esclavitud o el exterminio. Los nazis también desmitificaron el valor de los propios alemanes arios, y todos aquellos que no cumplían los estándares de fuerza, raza o pureza de sangre podían ser excluidos o exterminados, intentando deshacerse de forma cruel de todos los que ellos consideraban una carga para la comunidad.

"La propaganda y las medias verdades durante la República de Weimar hicieron que el Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes cada vez consiguiera más adeptos entre los pequeños burgueses y la clase obrera alemana"

La eugenesia y la eutanasia forzosa se generalizaron. Eran movimientos que habían estado de moda en los años veinte en la mayoría de los países occidentales y que fomentaron tanto la esterilización de gitanos, delincuentes y personas con deficiencias físicas y psíquicas como la esterilización de aborígenes australianos o indios canadienses. Auschwitz simplemente consistió en la sistematización y mecanización de las ideologías racistas y supremacistas nazis, llevada hasta sus últimas consecuencias.

¿Cómo llegó el pueblo más culto de occidente a esta barbarie? Desde la época de la Ilustración, los filósofos habían defendido que la educación era la única forma de terminar con el “mal”. El mito del buen salvaje, que defendía que el hombre era bueno por naturaleza y que la sociedad lo corrompía, se transmitió después al marxismo y por otro lado al fascismo e ideologías afines. La propaganda y las medias verdades durante la República de Weimar hicieron que el Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes cada vez consiguiera más adeptos entre los pequeños burgueses y la clase obrera alemana.

"Ahora que los intelectuales han desaparecido en una sociedad centrada en lo práctico y lo inmediato, la última trinchera de la verdad se encuentra en la literatura"

Joseph Goebbels, ministro de propaganda y escritor frustrado, fue infantilizando a la sociedad, llenando su tiempo con todo tipo de actividades, fomentando un cine y una literatura que adoctrinara a las masas en los “nuevos valores” del Tercer Reich. La radio fue otro de los instrumentos de esa propaganda, consiguiendo en menos de una generación revertir los valores de la sociedad alemana, hasta el punto de que millones no dudaron en denunciar a sus vecinos, perseguir a los judíos de su localidad o delatar a sus propios familiares.

¿Cómo llegó la sociedad alemana a este punto? La banalización del bien fue clave para cambiar la brújula moral de los alemanes. George Orwell, el autor de 1984 y Rebelión en la granja lo vio muy claro en una de sus reflexiones: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”.

Los escritores tenemos un sagrado deber, el de convertirnos en los últimos profetas de nuestro tiempo. Ahora que los intelectuales han desaparecido en una sociedad centrada en lo práctico y lo inmediato, la última trinchera de la verdad se encuentra en la literatura.

"La Revolución Francesa desarrolló tres principios sobre los que construir los derechos del hombre y el ciudadano, a saber: la libertad, la igualdad y la fraternidad. El único que no fue nunca desarrollado es el tercero"

Auschwitz puede parecer a muchos un tema manido y comercial, pero si necesitamos seguir asomándonos al abismo que supone el holocausto es debido a que nuestra sociedad corre un peligro similar. Cada vez nos parecemos más a la generación de los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

Mientras las bombas caen sobre Gaza, Líbano o Israel, aunque a estas últimas las paren los escudos antimisiles, la necesidad de llamar a las cosas por su nombre se hace imperiosa.

Deshumanizar a la gente termina por convertirlos en víctimas propiciatorias de los terribles “ismos” (racismo, antisemitismo)  y las “fobias” (xenofobia, homofobia, islamofobia, cristianofobia).

"Canción de amor de Auschwitz, basado en la historia verdadera de Helen Spitzzer y David Wisnia, nos habla del poder del amor frente al mal y nos convierte en embajadores de un mensaje universal, intercultural y atemporal"

¿Cuál es el único remedio que le queda a la humanidad? La Revolución Francesa desarrolló tres principios sobre los que construir los derechos del hombre y el ciudadano, a saber: la libertad, la igualdad y la fraternidad. El único que no fue nunca desarrollado es el tercero. El verdadero antídoto contra el mal, la mentira y el miedo es la fraternidad, acercar la realidad del otro para conseguir la empatía. Y uno de los instrumentos más eficaces, una vez más, es la literatura.

La novela La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher Stowe, hizo más por la abolición de la esclavitud que todos los discursos de Abraham Lincoln, y Madame Bovary, de Gustave Flaubert, contribuyó a la visualización de la condición de las mujeres en el siglo XIX.

Canción de amor de Auschwitz, basado en la historia verdadera de Helen Spitzer y David Wisnia, nos habla del poder del amor frente al mal y nos convierte en embajadores de un mensaje universal, intercultural y atemporal; lo contrario del odio no es el amor, es la indiferencia. No permanezcamos indiferentes: puede que mañana llamen a nuestra puerta y seamos nosotros las víctimas de la próxima oleada de intolerancia y odio. ¡Que los libros nos hagan libres!

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Autor: Mario Escobar. Título: Canción de amor de Auschwitz. Editorial: Ediciones B. Venta: Todostuslibros.

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