Quim Carro
Publicaciones del autor
Lepisma C
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—Lepisma, súbete a mi bolsillo, que vamos a la calle. —¿A la calle? —frunció el ceño, mirándome como si fuera imbécil—. Estoy en pleno...
Lepisma y la macedonia literaria
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—Cariño, está sonando nuestra canción. Ella sonrió, porque pese a que la cobertura radiofónica no fuera una de las ventajas de vivir en lo...
Lepisma y el cronochicle
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Sonreí, ya que este tema me trae de cabeza, y ya lo traté en «Lepisma y la relatividad del tiempo». Me fascina y me...
Lepisma y Babel
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—Vad vill du, skitstövel? —me dijo con ese duende y gracejo que sólo tienen los naturales de Estocolmo. —Un agua, por favor —y aunque...
Lepisma y la reconfortante sensación de ser un pececillo de plata
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No comparten tampoco con los humanos sentimientos como el de la ambición desmedida: sí, ese deseo de quien siempre quiere más y más, y...
Lepisma y los reseñadores
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Tenía prisa por entrar en Twitter, pero antes debía recoger la ropa tendida, ya que amenazaba lluvia. El vecino de enfrente, que acababa de...
Lepisma, rústica y cartoné
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—Cuéntame más cosas de vuestras costumbres, Lepisma —no era sólo curiosidad; me dolía la barriga, y necesitaba tener la mente entretenida para no concentrarme...
Lepisma y el Punto Borde
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—Hola —le dije, sin obtener más respuesta que el ulular del viento que pasaba por entre los coloridos y afilados vidrios rotos que culminaban...
Lepisma y el cineclub de sofá
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En mi caso pronto conocí gente despreciable que adoraba el cine que yo amaba y personas que no tenían mis mismos gustos pero que...