Quim Carro
Publicaciones del autor
Lepisma y el mar
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—¿Cómo he de dirigirme a ti? ¿Como el mar o como la mar? —Es indistinto; obviamente soy de género fluido. —Dejémoslo en mar, o...
Lepisma y el correo sospechoso
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Esta misiva es para que la compartas, convirtiéndote así en miembro de una comunidad que podría traerte la felicidad o la desgracia, depende de...
Lepisma y la Revolución individual
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—¡LA REVOLUCIÓN COMIENZA POR UNO MISMO! —gritó un exaltado Maximiliano, justo antes de decapitarse con una guillotina que había construido a escondidas en su...
Lepisma y la música instrumental
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Si será esto así que, cuando empecé a salir con Maribel —dieciséis años teníamos por entonces— y ella quiso dejar las cosas claras desde...
Lepisma y el bibliodesarrollo
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Y es curioso, porque ayer soñé con un anaquel que sostenía un libro que recopilaba y ampliaba las viñetas e historias sobre Lepisma Saccharina...
Lepisma y las gafas
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—¿Y qué es lo que ocurrió después de que se te rompieran las gafas, Henry? —me atreví a preguntarle un día; tenía curiosidad en...
Lepisma y la escritura compulsiva
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Sé de buena tinta, sin embargo, que lo suyo no es ningún tipo de inventada elefantiasis, sino que se trata de lepismosis simbiótica, mal...
Lepisma y la resurrección de Virginia Eliza Clemm
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Esa cualidad era igualmente conocida por Edgar Allan Poe, quien, como yo, convivió con un insecto bibliófago y parlanchín: éste se llamaba Valdemar Lepinsky...