“Si España existe —pensé—seguro que se parece al Avión”. Carlos Santos cuenta en este artículo cómo nació Avión Club, novela publicada por La Esfera de los Libros sobre los años ochenta y el club madrileño.
Era domingo, el 27 de marzo de 2016, y como todos los domingos tenía puesto el despertador a las seis y veinte para ir a la radio. Pero mucho antes, como a las cinco, me desperté con una idea fija:
—César. La historia la tiene que contar César.
A media mañana envié un correo a mi editora pidiendo cita y a mediodía se lo comenté a Anamari, mi novia formal, y a unos amigos con los que habíamos quedado para comer.
—En vez de un ensayo voy a escribir una novela, ambientada en el Avión y protagonizada por César, el pianista.
Les pareció bien. Por mala que sea la novela, pensaban, siempre será más entretenida que esos libros que escribís siempre los periodistas. La editora me dio también su bendición, al día siguiente. Llevaba ya un tiempo trabajando en el encargo que me había hecho. Como el libro anterior sobre los años setenta funcionó bien (333 historias de la Transición, se titula) me había pedido que hiciera algo parecido con los ochenta. A principios de año firmamos el contrato y me puse a la faena. Durante tres meses me dediqué a recolectar los asuntos y episodios imprescindibles para conocer y comprender esa década, que los españoles empezamos meando en el corral y terminamos duchándonos en baños alicatados hasta el techo.
Como voy por la vida de cronista riguroso, ahí estaban ya todos esos asuntos y episodios: desde los muertos por la droga adulterada y el terrorismo hasta la alegría con que los ciudadanos vivieron unos años de libertad y progreso continuado. No olvidé la amenaza golpista, que siguió viva hasta 1985, ni la universalización de la enseñanza gratuita y la sanidad ni otros elementos que permiten entender lo que ha venido después, como el paso en un tiempo récord del idealismo al pragmatismo o el referéndum de la OTAN, en el que unos descubrieron el oportunismo y otros reinventaron el control de los medios,.
Pero faltaba algo esencial: la música, el calor, el humo, el sudor, el sonido del hielo en las copas. Y entonces me acordé del Avión Club, un local de la calle Hermosilla, de Madrid, que nunca sale en esos programas de televisión en los que parece que en los ochenta todos los españoles se pasaban la vida en el Rock-ola. Y me acordé de César, el pianista que tocaba entre cajas de cerveza San Miguel, y de la tropa de todas las edades y pelajes que cada noche pasaba por aquel bar. “Si España existe —pensé—seguro que se parece al Avión”.
Y entonces decidí que el ensayo iba a ser novela. Con ayuda de César contaría esos años tal y como fueron, dando todas las claves políticas y sociales desde el lugar más adecuado: un bar. ¿No contó Galdós un periodo de la España del XIX desde La Fontana de Oro? ¿No contó Cela la postguerra desde otro café, en la Colmena? ¿No contó Umbral el ambiente intelectual de los sesenta desde el Gijón? Pues eso haría yo: contar los ochenta desde el Avión Club, el ultimo café cantante del siglo XX.
César aportaría el punto de vista de las personas mayores, las que habían sufrido la dictadura, que en las crónicas ochenteras nunca tienen sitio; era además un personaje lo suficientemente enigmático como para montar en torno a él esa buena intriga que debe tener toda buena novela. Para que estuviera también el punto de vista de quienes entonces teníamos veinte años, pondría en escena un personaje de esa edad, una chica; todos éramos más libres, pero la libertad recién estrenada por las mujeres no tenía precedentes en los cinco mil años anteriores. La idea era sacar los ochenta de los tópicos de Alaska y Almodóvar, que fueron importantes, pero no fueron los únicos: los habitantes de los 8.050 pueblos de España vivieron la misma explosión de alegría y libertad. Representantes de todos esos pueblos pasaron por el Avión que, como Madrid, era más cosmopueblita que cosmopolita.
Ya con las ideas más o menos claras me puse a redondear la documentación y a escribir. ¿Cómo? Al caótico modo, como siempre he hecho las crónicas y los reportajes: sin estructura previa, metiendo todos los elementos en el saco y moviéndolo, amasando, quitando los sobrantes, ajustando lo que queda, con un vago orden cronológico, e intercalando de vez en cuando el proceso creativo y mis dudas de novelista primerizo, que en algún caso resolvieron los propios personajes. ¡Hay que ver la capacidad de maniobra que los personajes tienen en las novelas! ¡Son capaces de poner en su sitio al autor!
Parece que el mecanismo ha funcionado: andamos camino de la segunda edición y me han propuesto que escriba un “making of” en Zenda ¿Qué más puedo pedir?
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Autor: Carlos Santos. Título: Avión Club. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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