No es necesario un ejercicio de análisis demasiado pormenorizado para concluir que el western constituye un género que ha ido perdiendo presencia en los medios de creación artística con el paso de años y las décadas hasta situarlo en un nivel relativamente secundario en este este tercer milenio. Aunque ello no quiere decir que esa pérdida de relevancia impida que sigan apareciendo ocasionalmente notables trabajos que cultiven dicho género. Bajo el cielo de acero, de Joan Mundet, es un ejemplo de ello, en el campo del cómic en su caso.
Joan Mundet consigue que el deambular de sus personajes en una franja de territorio ubicada entre Arizona y México represente algo que va mucho más allá de lo que sería la mera descripción de una peripecia de mayor o menor interés. Y lo logra, entre otros elementos, por la naturalidad con la que consigue relacionar la emoción y la acción en la construcción del relato: algo más destacable, si cabe, al tener en cuenta que utiliza para la obra una narrativa eminentemente visual, con abundancia de secuencias mudas y en la que, las más de las veces, nos adentramos en la parte anímica de los personajes más por lo que callan que por lo que dicen. Componentes que forman parte en realidad de la, llamémosle, caligrafía propia de Joan Mundet como autor de historietas, en la que destaca una concepción muy visual de la narrativa, que se conjuga con una construcción de las historias fluida y dinámica, y con un gran cuidado en la adecuada ambientación de tipo histórico de sus tramas.
También es necesaria una mención al tratamiento de la violencia que Mundet realiza en esta novela gráfica. Cierto es que podríamos decir que la violencia es un elemento inherente y definitorio del género, pero no lo es menos que la forma en que se expone es lo que diferencia unas obras de otras. En Bajo el cielo de acero Mundet hace presente esa violencia sin edulcorarla, sin regodeos también, y siempre sin olvidar mostrar además sus consecuencias, sabedor seguramente de que las grandes historias se juegan en el terreno del dilema moral. Y es precisamente a través de esas consecuencias morales de sus acciones, de sus sentimientos de culpa, lo que nos permite reconocer a los personajes de la obra como “de carne y hueso” por más que estén dibujados o pintados en un papel. Unos personajes para los que ese cielo de acero que describe el título de la obra es algo más que la parte superior del bello y cruel escenario de sus andanzas, desdichas y anhelos; es también una metáfora del duro y abrumador panorama que les coloca ante sí el ejercicio mismo de vivir, o mejor dicho, de sobrevivir.
Bajo el cielo de acero es sin lugar a duda un gran recordatorio de las grandes obras del western en viñetas, género que tras ser creado en las tiras de prensa norteamericanas de las primeras décadas del siglo pasado sufrió una auténtica revolución cuando desde Argentina Héctor G. Oesterheld y Hugo Pratt crearon en 1953 la serie Sargento Kirk (la historia de un soldado estadounidense que deserta para ponerse del lado de los nativos norteamericanos) y que, paradójicamente, ha sido en el continente europeo donde han sido creadas la mayoría de sus obras míticas, como El teniente Blueberry, de Charlier y Giraud, Comanche, de Greg y Hermann, o Ken Parker, de Berardi y Milazzo.
Bajo el cielo de acero es también un paso más en la carrera de un creador que si se caracteriza por algo es por la constancia y el mantenerse fiel a sí mismo como virtudes irrenunciables, para el que la calidad de la obra está por encima de cualquier otra consideración, como el lucimiento personal o la comodidad a la hora de realizar el trabajo, un autor que decidió iniciar su carrera como historietista a través de la autobiografía cuando aún faltaban lustros para que ese modelo se generalizase en el campo del cómic. Capaz de construir maquetas detalladas de distintos escenarios en los que discurren diversas partes de las novelas para realizar las ilustraciones de los libros de Alatriste. Empecinado en recuperar y actualizar la aventura en estos tiempos en los que los focos están en otros modelos de historieta. O con la osadía de crear una obra como Capablanca: un cómic sobre el bandolerismo español a inicios del siglo XVII, del que ya ha publicado cinco volúmenes de los seis previstos, y que tendrá una extensión de más de 600 páginas al final de su primer ciclo (no es descartable que con posterioridad le sigan más). En definitiva, Joan Mundet es un creador genuino, ajeno a las modas y modos del mercado, y Bajo el cielo de acero no es sino una brillante demostración de este hecho.
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Autor: Joan Mundet. Título: Bajo el cielo de acero. Editorial: Claves de gestión. Venta: Todostuslibros y Amazon
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