Precisamente Balzac, Honorato de Balzac, es uno de los autores más agradecidos cuando se trata de espigar en las librerías de lance. Lo reúne todo: una obra amplia (y un tanto confusa), largamente editada desde tiempos bien remotos, y en multitud de formatos y calidades. Y tanto si usted está en la improbable situación de estrenarse con el autor como si, habiéndolo frecuentado, quiere mejorar y completar su biblioteca, las siguientes líneas pretenden ser de ayuda.
No está de más, en cualquier caso, introducir al personaje. Balzac ocupó exactamente la primera mitad del siglo XIX, de 1799 a 1850; un periodo que se nos antoja excesivamente breve cuando lo contrapesamos con el formidable tamaño de su producción literaria. Vivió a salto de mata, siempre en pos del éxito literario y –quizá aún más– del reconocimiento social. Sus biógrafos lo representan con rasgos de por sí novelescos, protagonizando negocios inverosímiles y amores que nunca terminaban de encajar con su apabullante actividad. Se describía a sí mismo como un galeote, noche tras noche escribiendo amarrado al buró, durmiendo de día, sostenido por la mezcla particular de café que preparaba él mismo, comprando el grano en tres establecimientos diferentes de París.
Como es sabido, Balzac pasa por ser el inventor de la técnica, o el artificio, de reciclar sus personajes, pasándolos de una novela a otra. Cuenta la leyenda que, cuando le vino esa inspiración, salió a la calle dando gritos de puro contento; y nos preguntamos si la cosa era para tanto… el resultado, en cualquier caso, es una genealogía de varios miles de caracteres, y un único nombre para toda su obra: La Comedia Humana.
Estamos ya, pues, en condiciones de abrir nuestras librerías favoritas en internet e iniciar la búsqueda. Comenzaremos por alguna buena biografía o ensayo, que ayudará a situarnos mejor ante tanta exuberancia. Disponer de un cierto esquema de La Comedia Humana y ubicar en él la media docena de títulos más célebres —Eugenia Grandet, Padre Goriot, Las ilusiones perdidas…— será sin duda un buen punto de partida.
Biografías, ensayos
Pujol, Carlos: Balzac y La Comedia humana. La mejor guía de lectura que puede encontrarse en castellano. Pujol, reconocido especialista en literatura francesa –su Leer a Saint-Simon es un verdadero tesoro–, desmenuza la vida y obra de nuestro autor al detalle y con claridad. Hay dos ediciones, una en Planeta (donde Pujol trabajó y publicó toda su vida, o casi) y otra posterior en Bruguera. Disponibles por poco más de 5 euros, gastos de envío aparte.
Zweig, Stefan: Balzac. A la espera de que en algún momento lo saque Acantilado –empeñados en editar todo Zweig, y cuánto se lo agradecemos–, disponemos de la edición de Paidós, que a su vez provenía de la que en los años 70 sacó Plaza Janés. Pero esta última es difícil de ver, mientras que la otra se encuentra con facilidad, aunque no por menos de 12 o 15 euros. Y lo que se pierde en precio y sabor, al menos se gana en tamaño de letra.
Benjamín, René: Balzac. Este precioso volumen, como todos los de la editorial La Nave, publicado en sucesivas ediciones a partir de los años 30, y que mereció ser traducido por Luis Cernuda, es una biografía novelada de gratísima lectura, en la que el autor no deja de dar nunca la impresión de haber bebido de fuentes muy cercanas a Balzac. Que pequeñas joyas como ésta se encuentren en Internet por poco más de 10 euros demuestra que los dioses existen y todavía gustan de favorecer a la pobre raza de los hombres.
Gozlan, León Balzac en zapatillas. Y cuánto mejor hubiera sido una traducción inmediata del título: Balzac en pantuflas. Gozlan, que fue secretario de nuestro autor, construye desde el cariño un homenaje en toda regla, y además –todo se pega– muy bien escrito (lo contrario, por cierto, que otro secretario, en este caso desleal, hará posteriormente en las mismas circunstancias con Anatole France en zapatillas). Volviendo a León Gozlan, todavía se pueden rebuscar algunos ejemplares publicados por Editorial Lara en fecha imprecisa, aunque lo normal será conformarse con la edición de Planeta de los años 90, fácil de hallar y asequible, a menos de 10 euros.
Girardin, Mme. Émile. El bastón de Balzac. Mme. Émile es Delphine, la esposa de Girardin, amiga de Balzac y escritora de obra amplia y cierto mérito. Si incluimos este libro aquí es para demostrar, algo malévolamente, que el catálogo de Internet no es infinito, y que para algunas joyas –y esta es una turquesa como las que adornaban el bastón de marras– quizá haya que abandonar toda esperanza. El ejemplar que conocemos fue publicado en 1894 por Fernando Fe en dos minúsculos tomitos, pero nos han soplado que hay una traducción anterior. Y lo recomendamos con tanto fervor porque Delphine Girardin, habitual de los círculos literarios parisinos y, ya se ha dicho, íntima de nuestro escritor, pergeña un delicioso retrato alrededor del famoso bastón que, conviene explicarlo, era un estrafalario y enorme objeto con empuñadura de oro y piedras preciosas que Balzac convirtió en elemento inseparable de su vida social. Para Delphine, el bastón obraba el prodigio de hacer invisible al novelista cuando se lo cambiaba de mano, y eso le permitía acceder a los más variados lugares. Era la única explicación posible del extraordinario conocimiento de Balzac de los ambientes y situaciones.
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