El 10 de marzo de 1126 tuvo lugar la Batalla de Arnisol, que enfrentó a las tropas aragonesas con las de los almorávides. El enfrentamiento tuvo lugar cerca de Lucena (Córdoba) y la victoria fue para los soldados liderados por Alfonso I el Batallador.
¿Cómo fue la Batalla de Arnisol?
Esta batalla formó parte de la campaña militar de Alfonso I contra Balansiya —Valencia— y Qûrtuba —Córdoba, durante la cual el rey aragonés conquistó primero la taifa de Zaragoza y luego el emirato de Calatayud. Su ejército llegó a tener 50.000 hombres —gracias en parte a los beneficios de cruzada que le concedió el concilio de Tolouse—, que avanzaron por el litoral Mediterráneo hasta llegar a la vega de Granada y la costa de Almería. En toda esa incursión en los territorios musulmanes, la de Arnisol fue la gran batalla campal que se libró entre las fuerzas cristianas y las almorávides. Aunque Alfonso I no consiguió establecer nuevas plazas ni conquistar otras, su avance permitió modificar la frontera del Ebro, un territorio que fue repoblado por los mozárabes levantinos y andaluces, que cultivaron las tierras, formaron talleres de artesanía y se convirtieron en la primera defensa de los ataques musulmanes durante sus razzias.
¿Quién fue Alfonso I el Batallador?
Alfonso I el Batallador fue uno de los personajes más complejos y rotundos de la Reconquista. Para los aragoneses fue un gran héroe; los castellanos lo tildaron de traidor. Fue acusado de misógino y de ser un hombre violento. Las crónicas se contradicen al glosar la figura del primer monarca que intentó unificar, 350 años antes de que lo hicieran los Reyes Católicos, los reinos de Castilla y Aragón. Su matrimonio con Urraca I de León le animó a proclamarse emperador de todas las Españas, aunque los nobles, asustados por las ansías de poder del monarca, pidieron la anulación del enlace. Las insurrecciones de Galicia y la nulidad de su matrimonio le dejaron como rey únicamente de Aragón y Navarra —que en los últimos años había perdido posesiones como Álava y La Rioja en favor de la corona de Castilla—. Alfonso I el Batallador llegó a pensar en convertirse en cruzado. Pese a no viajar a Jerusalén tuvo presentes a las órdenes militares en su testamento, en el cual nombraba como sus sucesores a los Templarios, Hospitalarios y a los miembros del Santo Sepulcro de Jerusalén. Su decisión fue revocada y su hermano Ramiro II fue el encargado de sucederle en el trono aragonés.
Otras efemérides históricas del 10 de marzo
El día 10 de marzo de 1208 Inocencio III declaró la guerra santa contra los cátaros.
El día 10 de marzo de 1526 el rey Carlos I se casó con su prima Isabel de Portugal en Sevilla.
El día 10 de marzo de 1814 el rey Fernando VII regresó a España. Una de las primeras medidas fue la abolición de la Constitución de 1812.
El día 10 de marzo de 1919 se inauguró el servicio telegráfico entre España y Gran Bretaña.
No es que pensara en convertirse en cruzado, es que lo fue. Hoy en día se llama cruzada a cualquier guerra con motivación religiosa, pero no es correcto. En rigor, la cruzada es una institución jurídica, enriquecida con indulgencias y proclamada exclusivamente por la Santa Sede. La primera cruzada tuvo lugar en Aragón, veinte años antes que las de Oriente. Hubo cruzadas en España antes y continuaron mucho después de que se perdiera San Juan de Acre. Otra cosa es que los españoles de hoy desconocen su historia y los fundamentos de la ciencia histórica. Abundan los ejemplos documentales, de fácil acceso, que indican que los Reyes de Pamplona-Aragón, ya antes de Alfonso I, concebían sus empresas militares por una «religiosidad sincera» (Lacarra). Sólo hace falta leer los documentos de la fundación de la Cofradía de Belchite o de la Orden de Monreal. Todo el mundo ha oído hablar de los aburridísimos templarios, pero muy pocos conocen, y muchos menos han escrito, sobre nuestras órdenes militares, mucho más interesantes y con personajes más ricos y complejos que cualquier construcción literaria. En España tenemos las ‘clases cultas’ que tenemos. ¿Qué se le va a hacer?