A propósito de Voces en la sombra, su nueva novela, la escritora mexicana Beatriz Rivas cree que el instinto de los seres humanos no es vivir con una sola pareja, como confirman los protagonistas de su libro.
«Cuidé que no hubiera víctimas. Antes de conocer la historia evité que las esposas aparecieran como las pobrecitas a las que les ponen cuernos. Después supe que las primeras en ser infieles fueron Adèle, compañera de Mitterrand, y Danielle, de Victor Hugo», aseguró.
El libro desvela el lado humano de las dos personalidades de la historia de Francia, que crecieron con la influencia de sus amantes. Drouet cuidó los textos de Victor Hugo y a veces sugirió cambios; Pingeot aportó vitalidad a la vida de Mitterrand, en una relación de seres inteligentes, amantes de los libros, la música y del arte.
Mitterrand toma champagne, Victor Hugo vino tinto de Bordeaux. El mesero les pone en la mesa un plato de aceitunas verdes y negras aliñadas con aceites de oliva y hierbas de olor; entonces proponen un brindis: «¡Salud! Por un par de polígamos muy fieles». El encuentro entre los dos hombres sólo puede ocurrir en el territorio de la ficción. Hugo murió más de 30 años antes del nacimiento de Mitterrand, pero Beatriz Rivas los hizo coincidir con la vara mágica de la literatura. «Esa escena en que ellos conversan fue la que más trabajo me costó. Traté de poner todo de manera sutil y contar de qué habrían podido hablar estos dos grandes hombres», confiesa Rivas. Después de leer miles de páginas, la escritora pintó con palabras a un Victor Hugo que se casó virgen, era celoso y escribía de pie y a un Mitterrand guardameta de fútbol, bailador de tango, impuntual, que prefiere tomar agua a pico de botella.
Juliette y Anne, las amantes, también coinciden en muchas cosas, aunque llevan vidas diferentes. «Para Anne amar a Mitterrand fue un acto de libertad y para Juliette al revés. Ella amaba profundamente a Victor Hugo; sin embargo, no tenía muchas opciones. Era huérfana, venía de un entorno de gente sin dinero, sin educación», explica la escritora.
A partir de cartas, diarios, documentos históricos, la novela se detiene en momentos importantes de la relación de los dos hombres famosos con sus amantes. Sin morbo, la obra hurga en los sitios sombríos donde las amantes dan sin esperar. En el caso de Anne Pingeot, el libro desvela a una mujer de una fortaleza metálica. El amor crece a medida que avanza la lectura, mientras una pasión en lontananza despliega sus alas. Alexis, el mejor amigo de Anne, pasó la vida enamorado de su cómplice, pero fue lento; Mitterrand se le adelantó y la mujer no tuvo ojos para nadie más. «Cuando empecé a escribir la novela Alexis y Anne nada más eran amigos y de pronto dije «¿por qué no una tensión?» y me fui regresando a reconstruirla. Si él le hubiera dicho a ella «quiero ser tu pareja», ella ni siquiera se habría fijado en Mitterrand«.
Es Voces en la sombra un canto al amor libre, una novela en la que casi todos los personajes tienen más de una pareja. La que no, Anne Pingeot, vive desde joven una pasión que abraza y abrasa con un hombre que al quitarse el traje de líder mundial escribe poemas, a veces cursis, en papelitos azules.
—¿Es posible ser infiel, sin dejar de ser leal?
—Yo creo que sí. Victor Hugo y Mitterrand le guardaron respeto y una gran lealtad a sus dos mujeres. Hugo a Adèle y a Juliette, y François a Danielle y Anne. A nivel pareja, de ideas, de planes de vida, de compartir lo esencial de sus proyectos siempre las tuvieron presentes.
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